Seis meses después, nadie responde por la contaminación de vinaza
Seis meses después, nadie responde por la contaminación de vinaza
El río Popohuá, que divide en dos a la comunidad de Buenos Aires en el municipio San Andrés Villa...
El río Popohuá, que divide en dos a la comunidad de Buenos Aires en el municipio San Andrés Villa Seca, Retalhuleu, corre con aguas relativamente claras. En éste un grupo de cinco mujeres lava utensilios de cocina y ropa, el agua corre lenta y con poco sedimento. “Ustedes parecen brujos”, dice risueña una de las mujeres mientras lava una bandeja de plástico blanca. “Siempre que aparecen preguntando por la contaminación de vinaza, ésta ya pasó; aquí la última vez que hubo fue como hace ocho días”.
Seis meses atrás, a raíz de una serie de denuncias de organizaciones comunitarias, Plaza Pública realizó un reportaje sobre los efectos del uso de vinaza, un subproducto de la caña de azúcar utilizado como fertilizante de las zonas cañeras de la Costa Sur de Guatemala. Un reporte de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan) dio cuenta en 2014 del riesgo para la seguridad alimentaria de las comunidades vecinas del ingenio Tululá y del uso de este fertilizante para sus cultivos, cuando éste pasaba de los canales dentro de la propiedad y llegaba a los ríos y lagunas cercanas usadas por los comunitarios. El informe, además, advertía del uso de la aspersión de madurantes por parte del ingenio y sus efectos en los cultivos de las poblaciones vecinas de esa finca.
Seis meses han pasado desde entonces. Opiniones recabadas entre líderes comunitarios en Buenos Aires y el cantón Pajales, sector Los Chunes, ambos en San Andrés Villa Seca, dan cuenta de que el uso de la vinaza por parte del ingenio para fertilizar sus campos ha disminuido, pero su empleo no ha desaparecido.
[frasepzp1]
El Estado no ha hecho mucho por revertir esa situación. Tras las denuncias la Sesan coordinó con el Ministerio de Desarrollo Social la entrega de Bolsa Segura para 222 familias de ese municipio, pero sólo llegaron en dos ocasiones durante 2014. En el cantón San Antonio Los Mangales, las autoridades entregaron alrededor de un millar de alevines de tilapia (crías de este pescado). Esa fue la única respuesta institucional reportada por el secretario de Sesan, German González. Un un informe fechado 24 de julio del año pasado, Sesan apuntaba que en el área "no se ha sistematizado el muestreo de las aguas de los afluentes ni se tiene monitoreo de la presencia de sustancias nocivas".
A la fecha sigue pendiente un monitoreo permanente de la calidad de las aguas utilizada por las comunidades vecinas del ingenio Tululá. Según González tendrá que ser el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales el que realice este muestreo. Deberá hacerlo antes de que empiece la época lluviosa, pero no se sabe si lo hará. Por su parte el Ministerio de Salud Pública tiene el compromiso de equipar un puesto de salud en la comunidad de Pajales, sector Los Chunes, para realizar el monitoreo de la salud alimentaria de la población, pero tampoco lo ha hecho, por problemas con la propiedad del local, aducen. Las autoridades de estos Ministerios consultadas por Plaza Pública no supieron explicar por qué no han cumplido aún con esos compromisos.
Los árboles que rodean a Buenos Aires y el río Popohuá que lo cruza generan una agradable sombra para los 32 grados centígrados del mediodía. El río no tiene más de diez metros de ancho y 50 centímetros de profundidad en esta época del año. Las mujeres que lavan allí platos y cacerolas, toallas y camisetas, tienen claro que ese río es su única fuente segura de agua toda el año. Repartidos por la comunidad, en algunas de las casas más prósperas hay pozos artesanales cuyo uso, admiten sus propietarios, es insuficiente para el consumo de todos.
María Elena Chanas, una de las integrantes del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode) de Buenos Aires, también entrevistada hace seis meses, confirma que ha decrecido el uso de la vinaza por parte del ingenio. Su principal efecto lo advierte en la reducción de la plaga de moscas que acompañaba a los días en que el río se tornaba marrón y de olor dulzón por el vertido de ese líquido.
Con una fila de pañales de tela blanca secándose al sol, Chanas relata que lo peor de los días con una descarga de vinaza, a la par de la plaga de moscas, era el olor insoportable que le impedía dormir. Hoy, sin embargo, al igual que medio año atrás, uno de los principales problemas de la comunidad de alrededor de 300 familias persiste: no hay agua potable.
[frasepzp2]
Leonel Raymundo, directivo de la Asociación para la Promoción y el Desarrollo de la Comunidad (CEIBA), la cual ha acompañado las denuncias por contaminación de las comunidades, dice que los vecinos siguen reportando el uso de la vinaza como fertilizante en las inmediaciones del ingenio Tululá, pero reconoce que esas prácticas se han reducido.
Para este año, según el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), está proyectada la construcción en Buenos Aires de un pozo mecánico de 300 pies de profundidad para proveer de agua a la población. La obra debería iniciar el 1 de agosto próximo y tendría un costo de Q280 mil. Mientras tanto los vecinos se siguen preguntando si la contaminación del río persistirá o si tendrán una respuesta por parte del Ingenio Tululá, que ya negocia con los pobladores por medio de su Unidad de Relaciones Comunitarias, creada a finales del año pasado.
El Ingenio Tululá es una de las siete empresas propiedad del grupo Industrias Licoreras de Guatemala. Forma parte del área agroindustrial de esta firma, la cual utiliza su materia prima, según la página web de Industrias Licoreras, para elaborar sus rones añejos. Entre las marcas de rones añejos que producen están el Ron Zacapa Centenario XO, Ron Zacapa Centenario 23 y Ron Botrán Reserva.
Buenos Aires respira, Pajales muestra alivio y desconfianza
Bajo la sombra de una almendro y junto a una de las pocas construcciones de blocks de cemento de la población —una pequeña capilla evangélica de color celeste para medio centenar de personas —, Enrique Chiroy Yes, pastor de la comunidad, muestra su satisfacción por respirar un aire más fresco desde que disminuyó el uso de vinaza y confirma que negociadores de la empresa se ha acercado para discutir sobre las denuncias de la comunidad.
—¿Se comprometieron a no utilizar ese fertilizante? —se le pregunta al pastor.
—No pusieron ninguna fecha —responde— Dijeron que no dependía de ellos, que eso tenía que discutirse con sus jefes, con los técnicos. Aprovechamos para pedir medicinas para apoyar al puesto de salud porque hay muchas enfermedades y hongos, pero todavía no nos han respondido. Lo que urge es el agua potable.
Al atravesar la propiedad del Tululá no sólo se cruza los cañaverales del ingenio, también se pasa de un municipio a otro. En uno de sus extremos se encuentra el cantón Pajales, sector Los Chunes, comunidad que seis meses atrás también denunció la contaminación.
Pajales se divide en seis sectores con un acceso más cercano a la carretera y viviendas con mejores condiciones que Buenos Aires, comparte con esta un mismo problema: la falta de agua. Esa situación los hace muy sensibles a este tema. No hay agua potable, pero sí hay energía eléctrica.
Miguel Enrique Chun, presidente del Cocode de Pajales, sector Los Chunes, admite que han disminuido los problemas derivados del subproducto de la caña como fertilizante. Menos moscas, menos insectos en general, ya no hay olores nauseabundos cuando inicia un vertido de este tipo en los canales que bordeaban el ingenio. Sin embargo, advierte de un problema que persiste: la fumigación de pesticidas y madurantes.
—Eso continúa, eso permanece, sigue apareciendo la avioneta o el helicóptero rociando la caña, lo malo es que también atraviesa el pueblo, los cultivos de nosotros. ¿Ve ese palo de mandarina? —pregunta al señalar a través del patio—. Pues no ha vuelto a producir.
Cruzando el patio de tierra apelmazada un solitario árbol de mandarina, luce en sus ramas inferiores hojas de color verde oscuro, mientras en su copa hay pequeñas hojas verdes de retoños nuevos.
El agua. La acuciante falta de agua potable vuelve a surgir como tema de la discusión. También aquí hay al menos dos proyectos para construir pozos de agua potable, en Pajales Central, uno de 350 pies, por Q305 mil y en El Salto, otro de 300 pies por Q280 mil. Todos programados para empezar su construcción en agosto con fondos de los Consejos Departamentales de Desarrollo, según reportes del SNIP.
Chun, sin embargo es escéptico, asegura que no es la primera vez que eso figura entre las promesas de la municipalidad para la comunidad. Tan escéptico como de las promesas del ingenio Tululá de mejoras en las comunidades. Luego de las denuncias del año pasado de los efectos de la contaminación, asegura que miembros de iglesias evangélicas locales y de la congregación Casa de Dios realizaron jornadas médicas para atender a la población.
—¿Y de parte del Ingenio?
—Pues ahorita nada, solo han venido a ofrecer a algunas cosas. Vino una oenegé de la empresa y nos ofrecieron medicamentos para el puesto de salud —dice mientras señala una pequeña casa de techo de lámina pintada de blanco—. Pero de momento nada.
* * *
Se buscó respuesta a las denuncias de los pobladores de San Andrés Villa Seca con la Unidad de Relaciones Comunitarias del Ingenio Tululá, pero tras más de dos semana los intentos fueron infructuosos. Seis meses atrás también se consultó al departamento de Relaciones Públicas de Industrias Licoreras, la casa matriz de Tululá, y tampoco hubo respuesta.
Más de este autor
Especiales
ESPECIALES
OTROS ESPECIALES DE PLAZA PÚBLICA