Vacunación contra el VPH: baja cobertura y dosis próximas a vencer, otro fallo del Estado a las niñas guatemaltecas
Vacunación contra el VPH: baja cobertura y dosis próximas a vencer, otro fallo del Estado a las niñas guatemaltecas
La campaña de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano comenzó con números prometedores. Sin embargo, ha venido a menos entre las complicaciones de la pandemia y una mala estrategia de comunicación, talón de Aquiles en la administración de Alejandro Giammattei. El agravante: en agosto se registraron casi 250 mil vacunas que están próximas a vencer.
Cuando Woodrow Wilson ideó la Sociedad de Naciones, estaba convencido de que era posible construir un mundo más justo para el concierto de naciones. Un siglo después, cada país pelea por conseguir vacunas contra la COVID-19. Además del acaparamiento de las potencias, el tercer mundo se enfrentó —y aún— a gobiernos que hacen de la corrupción una ley de rango constitucional y la mediocridad una norma.
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Ese caminar a ciegas —provocado por la pandemia— también afecta otros frentes de la salud pública, como la campaña contra el Virus del Papiloma Humano. Al contrario de la COVID-19, el reto no es sortear la escasez sino los problemas de comunicación, evitar que caiga el ritmo para inmunizar. La información no está llegando a donde debería: a las madres y padres de familia. Un riesgo para niñas como Andrea, que vive en la capital y cursa sexto primaria en un colegio privado; aunque por la pandemia, lo hace desde casa.
De acuerdo con el programa de vacunación del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), cumple con la edad (13 años) para aplicarse la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH). Sin embargo, su familia desconoce el estado actual del proceso: «Me enteré hace unos años sobre la intención que tenía el Gobierno para comenzar a vacunar a las niñas (Andrea y Melissa), pero con la llegada de la pandemia me desentendí por completo», refirió Luisa, la madre.
Mario Melgar, de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI), explicó que la estrategia de vacunación se vio afectada por la pandemia, ahora depende básicamente de que la población se acerque a los centros de salud. «Esa campaña había sido relativamente exitosa en 2018 y 2019. Vino la COVID-19 y cerraron colegios y escuelas. Este acceso a la población se vio restringido al no haber dónde llegar a vacunar. Actualmente dependemos de la vacunación a demanda», indicó el médico.
La ralentización del proceso de vacunación tendrá consecuencias a largo plazo, más allá del alcance a la población, habrá un retraso en las metas de cobertura. De acuerdo con la Guía de atención integral para la prevención, detección y tratamiento de lesiones precursoras del cáncer cérvico uterino, la Organización Mundial de la Salud (OMS-OPS) recomendó a Guatemala que para 2030 se debía cumplir con lo siguiente: 90 % de cobertura de vacunación, 70 % de cobertura de tamizaje y 90 % de cobertura en tratamiento. De conseguirlo, y mantener ese ritmo, la proyección marca la eliminación de este tipo de cáncer para el lustro 2085-2090.
Según el Observatorio Global del Cáncer (GCO por sus siglas en inglés), Guatemala registró el año pasado 1 mil 555 nuevos casos y 872 muertes, siendo la segunda causa principal de fallecimientos por cáncer en mujeres. Queda mucho por hacer, la incidencia actual es de 20.3 casos por cada 100,000 habitantes. La meta establecida por OPS/OMS es lograr una reducción a 4 por cada 100,000 al comenzar la década de 2060.
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Verificación del proceso de vacunación
Para conocer de cerca el proceso de vacunación, Plaza Pública visitó tres centros de salud del área metropolitana de Guatemala: Maternidad zona 13, San José Pinula y Concepción Las Lomas (zona 16).
La estrategia de vacunación no ha podido reponerse del golpe que significó la pandemia. Hay mucho. Aún así, los centros de salud han hecho lo que está en sus manos para continuar con el proceso. «No han venido muchas personas, quizá un poco más que el año pasado [2020]», comentó Rosario Rivera, auxiliar de enfermería del centro de salud de Concepción Las Lomas, zona 16 de la capital.
Sobre el flujo de personas que llegaban a buscar la vacuna, indicó con un tono desalentador que, cuando mucho, son tres por semana; en ocasiones nadie. Por ello mantiene un inventario bajo, no más de diez dosis por semana. La dotación de los centros depende, en gran medida, de la cantidad de población que atienden.
Misma historia se repite en San José Pinula, un poco más concurrido por ser el poblado principal de un municipio. Prevalece la vacunación a demanda. ¿Qué se está haciendo desde el campo para llegar a las niñas? Según lo contado por Rivera, el personal mantiene comunicación con los establecimientos educativos, se traslada información para exhortar a los padres de familia para que lleven a sus hijas, pero a veces se nota falta de compromiso: «No las llevan, y algunas veces es porque las niñas no quieren ponérsela».
La vacunación está dirigida a las niñas entre 10 y 14 años, a quienes se aplica un esquema de dos vacunas con un intervalo mínimo de 180 días. Lo recomendable, según el Dr. Melgar, es no extenderse más allá de los 15 meses, pero si se da el caso, puede aplicarse sin ningún problema porque el sistema inmunológico «tiene memoria» sobre la respuesta a la primera dosis.
Tanto la guía de atención integral como los profesionales de los centros de salud señalan que se puede vacunar a jóvenes mayores de 15 años, aunque el método de inoculación cambia: deben ser tres vacunas administradas en un período de seis meses.
Adicionalmente, hay que cumplir con otro requisito importante, no es recomendable su aplicación a quienes hayan iniciado actividad sexual, las vacunas no tratan infecciones previas. Tampoco protegen contra todos los tipos de VPH, por lo que se recomienda someterse a tamizajes en la edad adulta.
De acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), al 19 de agosto, el Centro Nacional de Biológicos reportó existencia de 244,268 dosis, es decir, disponibilidad para vacunar, cuando menos, a 122,134 niñas con esquema completo.
El suministro está garantizado para el resto del año. En el caso de no encontrar, los interesados pueden dirigirse a otro centro de salud o esperar a que llegue la dotación. Rivera, según contó a Plaza Pública, notifica a los padres de familia cuando tiene nuevamente en existencia, aunque es raro que se agoten, por la baja demanda actual en su establecimiento. Para iniciar o culminar el proceso, basta con presentar carné de vacunación o certificado de nacimiento.
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Un virus que puede provocar diferentes tipos de cáncer
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de los E.E.U.U. (FDA, por sus siglas en inglés), el VPH es un virus de transmisión sexual, que se transmite por contacto genital (como el contacto sexual vaginal y anal). Se estima que alrededor del 50 % de personas sexualmente activas contraerán este virus en algún momento de su vida.
La transmisión no se da únicamente por medio de relaciones sexuales. De hecho, la OMS-OPS indica que «resiste la desecación y desinfección logrando sobrevivir por largo tiempo en la superficie de objetos. Por lo tanto, puede ser transmitido por medio de objetos o materiales infectados. Puede también ser transmitido por contacto directo con heridas y abrasiones y, en raros casos, de madre a hijo durante el parto».
Aunque existen más de doscientos tipos de este virus, son aproximadamente cuarenta los que provocan algún daño en los genitales. De acuerdo con la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos, se pueden clasificar en VPH de bajo riesgo (provoca verrugas en los genitales, ano, boca o garganta) y VPH de alto riesgo, los cuales tienen riesgo de desarrollar estos tipos cáncer:
- Cáncer de cuello uterino.
- Cáncer del ano.
- Cáncer de boca y garganta.
- Cáncer de vulva.
- Cáncer de vagina.
- Cáncer de pene.
Estos virus también pueden causar cáncer en los hombres, ahí la insistencia de Melgar: «Si bien el cáncer principal que previene [la vacuna] es el de cérvix, también sirve para otros tipos que podrían presentarse en el hombre; por lo tanto, también se considera importante la vacunación».
La OPS-OMS señaló en su portal web que hay una relación entre la infección persistente del VPH y la progresión del cáncer cervical: «Se estima que en los países en desarrollo una de cada cien mujeres va a presentar cáncer cervical antes de los 75 años. En la Región de las Américas, anualmente, cerca de 83 mil mujeres son diagnosticadas con cáncer y más de 35 mil de ellas fallecen. La mitad de ellas tienen menos de 60 años». Además, indica que los tipos 16 y 18 son causantes del 70% de casos de cáncer y lesiones precancerosas en el cuello uterino.
Este virus es el factor de riesgo principal para desarrollar el cáncer de cuello uterino. Si se cuenta con un sistema inmunitario normal, la formación de esta enfermedad tarda entre 15 y 20 años. No obstante, pueden acelerarlo las infecciones no tratadas y un organismo débil.
El Instituto Nacional del Cáncer (EE. UU.) define a este cáncer como una enfermedad por la que se forman células malignas en los tejidos del cuello uterino. Adicionalmente, indica que puede no haber síntomas tempranos. En estos casos es muy importante hacer chequeos de rutina. Recomienda visitar al médico si se manifiesta alguno de estos signos:
- Sangrado vaginal (incluso si sangra después de una relación sexual).
- Secreción vaginal fuera de lo común.
- Dolor pélvico.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
La Comisión de Servicios Preventivos de EE. UU. estableció las siguientes pruebas para una detección temprana y cada cuánto es recomendable realizarlas.
- 21 a 29 años: prueba de papanicolaou cada tres años.
- 30 a 65 años, examinarse con cualquiera de las tres pruebas:
- Cada 5 años con pruebas de VPH de riesgo alto
- Cada 5 años con prueba de Pap y prueba de conjunto de VPH de riesgo alto
- Cada 3 años con una prueba sola de Papanicolaou.
- Las mujeres que tienen ciertos factores de riesgo pueden necesitar hacerse exámenes de detección con mayor frecuencia o seguir haciéndose dichos exámenes después de los 65 años de edad.
- No se recomiendan los exámenes de detección en estos supuestos:
- Mujeres menores de 21 años
- Mujeres mayores de 65 años que han tenido anteriormente exámenes de detección adecuados, con resultados normales, y que no tienen un riesgo alto de cáncer de cuello uterino por otras razones
- Mujeres que han tenido una histerectomía completa (cirugía para extirpar el útero y el cuello del útero) y que no tienen antecedentes de lesiones del cuello uterino de alto grado o cáncer de cuello uterino
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Cifras de vacunación
De acuerdo con la Guía de atención integral para la prevención, detección y tratamiento de lesiones precursoras del cáncer cérvico uterino, del MSPAS, se han aprobado tres tipos de vacunas que protegen contra los tipos de VPH 16 y 18. De hecho, el 70% de los casos de cáncer de cérvix son provocados por estas variantes. Esta es la información de cada vacuna según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios:
Vacuna Bivalente (Cervarix): se aplica únicamente en mujeres. Cubre las variantes 16 y 18. El esquema de vacunación es el siguiente:
· Entre 9 y 14 años: dos dosis, la segunda se coloca entre 5 y 13 meses después de iniciado el tratamiento.
· A partir de los 15 años: tres dosis en un espacio de 6 meses. La segunda se coloca un mes después de la primera, y la tercera, en el sexto mes.
Vacuna Tetravalente (Gardasil): se aplica en mujeres (9 a 45 años) y hombres (16 a 26 años). Cubre los virus 6, 11, 16 y 18.
· Entre 9 y 13 años: dos dosis, la segunda se coloca 6 meses después.
· A partir de los 14 años: tres dosis en espacio de 12 meses, idealmente en seis. La segunda se coloca 2 meses después de la primera, y la tercera, en el sexto mes.
Vacuna Nonavalente (Gardasil 9): se aplica en mujeres (9 a 45 años) y hombres (9 a 26 años). Es la más completa pues cubre hasta nueve variantes: 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58.
· Entre 9 y 14 años: dos dosis, la segunda se coloca entre 5 y 13 meses después de iniciar el tratamiento.
· A partir de los 15 años: se colocan tres dosis en un período máximo de 1 año, idealmente en 6 meses. La segunda inyección se coloca dos meses después, y la tercera, al sexto meses de iniciado el esquema.
Efectos secundarios: generalmente dolor, hinchazón y enrojecimiento en la zona donde aplica la vacuna. Usualmente puede causar hematomas, dolor de cabeza, fiebre y náuseas. Dentro de los menos comunes: dificultad para respirar y urticaria.
En Guatemala se administran dos marcas: Gardasil y Cervarix. El costo en centros privados oscila entre Q750 y Q1,200, precios que no son accesibles para buena parte de la población. Aunque la vacuna también es aplicable a niños, de hecho se les aplica en laboratorios particulares, el Estado se enfoca actualmente en completar el esquema de las niñas.
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El balance en cuatro años de vacunación
Según el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), la cifra de niñas vacunadas este año, al 2 de agosto, asciende a 120 mil 450. De estas, 70 mil 163 son primeras dosis y 50 mil 287 corresponden a la segunda. El departamento con mayor cantidad de vacunas administradas es Guatemala (13 mil 236). Le siguen de cerca Alta Verapaz (11 mil 550) y Huehuetenango (11 mil 207). Estos tres departamentos poseen también la mayor cantidad de mujeres comprendidas en el rango de 10 a 14 años:
- Guatemala: 149,011
- Huehuetenango: 80,940
- Alta Verapaz: 80,393
Estas cifras, sin embargo, se concentran en las cabeceras departamentales y municipios con mayor desarrollo urbano. Por ejemplo, el 60 % de las dosis aplicadas en Guatemala, corresponden al área de salud central, ciudad de Guatemala (4,083), y a tres municipios del área sur: Villa Nueva (1,663), San Miguel Petapa (1,177) y Villa Canales (1,031).
En contraste, los cinco municipios del área de salud noroccidental, reportan el 8 % de las vacunas administradas en el departamento. El caso más rezagado es el de San Juan Sacatepéquez, que había vacunado a cinco niñas (dos con esquema completo) en ocho meses. Es la alcaldía con menos aplicaciones en el país.
De acuerdo con las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, en la República habitan 178 mil 222 niñas que cumplirán diez años en 2021, es decir, el ritmo actual de vacunación no alcanza para cubrir a todas las nuevas integrantes del grupo objetivo con al menos una dosis. La situación es preocupante si tenemos en cuenta los datos que dio a conocer la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH): hay más de 200 mil niñas sin una sola dosis y casi 250 mil vacunas próximas a vencer (febrero 2022).
En los cuatro años que lleva la campaña de vacunación, se aplicaron 1 millón 193 mil 675 dosis en una población objetivo que, en 2021, tiene entre 10 y 17 años: 1 millón 396 mil 440 niñas y jóvenes. Para la cobertura completa de este grupo se necesitan al menos 2 millones 792 mil 880 vacunas, es decir, Guatemala necesita aplicar cerca de 1 millón 599 mil 205 inyecciones.
Nunca es buena hora para una pandemia, y menos cuando hay administraciones que solo pueden manejar —a medias— una cosa a la vez. La vacunación contra el VPH se convertirá en otra oportunidad perdida, no por falta de recursos sino de ejecución. De no dar un golpe de timón, se vencerán casi 250 mil vacunas en los primeros meses de 2022, o dicho de otra forma, la ineficiencia del Estado condena a la niñez guatemalteca.
En la siguiente gráfica se muestra la cantidad de dosis administradas a nivel nacional desde que inició la campaña de vacunación y hasta el mes de agosto del año en curso.
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* Esta publicación es parte del programa de formación para periodistas departamentales Plaza Pública 2021. Para conocer cómo ser parte haz click aquí.
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