¿Y si tenía fiebre?
¿Y si tenía fiebre?
Alejandro Sinibaldi volvió de Florencia, Italia, para entregarse a la justicia guatemalteca. El exministro de comunicaciones durante el gobierno de Otto Pérez estuvo prófugo durante cuatro años y tres meses. Su carta de presentación a los medios fue un comunicado en el que, entre otros puntos, se describe a sí mismo como alguien que pudo «conocer a profundidad todo el sistema político, desde financiamiento de campañas hasta el ejercicio de gobierno en todas sus esferas… He conocido que la toma de decisiones se hace muchas de las veces no con intereses institucionales ni en pro de la población. Hay muchos trasfondos desconocidos por la sociedad…».
El documento publicado en redes sociales deja entrever que Sinibaldi, acusado por cinco distintos casos de corrupción y a quien el Ministerio Público incautó más de 40 inmuebles, posee información valiosa que le sería útil al ente investigador, a cambio de aceptarlo como colaborador eficaz.
Esta figura legal, contemplada en la Ley Contra la Delincuencia Organizada, permite que una persona pueda proveer datos respecto a cómo operaba una estructura criminal a cambio de una reducción en la condena. Esta ley también es clara en cuanto a que un cabecilla de estructura no puede recibir este beneficio.
Para recibir una sentencia menos severa, Sinibaldi tendría que demostrar que él solo era parte de una estructura mayor. En su camino al juzgado asignado, el exministro aseguró que «los creadores del sistema de corrupción en el Ministerio de Comunicaciones son los constructores».
A su ingreso a Torre de Tribunales, los guardias del Sistema Penitenciario le tomaron la temperatura como parte de los protocolos contra el COVID19. ¿Qué hubiera pasado si tenía fiebre?
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