Del otro lado de la ventana no se escucha ningún ruido, ni siquiera el eco de algún motor recorriendo la carretera. Disfruto de las melodías de Larkin Poe con su álbum Bluephoria (2024), mientras inicio estas líneas sobre un bluesman inglés.
Un prodigioso multiinstrumentista blanco, que tocaba la guitarra, el piano, y la armónica. en el universo de los ilustres bluesmen, afrodescendientes casi todos, que cubrieron con su música la distancia desde el Delta del Mississippi hasta Chicago. John Mayall se ganó el sobrenombre del Padrino del blues británico.
Mayall murió a los 90 años hace pocos días. Su nombre es una institución en sí misma que siempre llevará la referencia a su banda los Bluesbreakers, que estuvo activa desde 1960 hasta 2008. Mayall es considerado como uno de los músicos más influyentes en la historia: Sus más de 60 discos, que varían desde el estilo más puro del blues hasta la experimentación con diversos sonidos, constituyen su legado.
Leo una crónica de Fernando Navarro en El País sobre Mayall, cuyo relato se remonta a los años sesenta del siglo pasado y cubre aspectos míticos sobre este ícono del blues en ambos lados del Atlántico.
Los Bluesbreakers y principalmente Mayall sirvieron como inspiración para músicos como los Rolling Stones. Era la época en la que Estados Unidos vivía la segregación racial, y los bluesmen fueron recibidos en Europa con una mezcla de reverencia y curiosidad. Esta interacción dio lugar a una fusión cultural que eventualmente llevó al desarrollo del rock. La obra de Mayall fue profundamente influyente en esta unión.
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Entre los ilustres miembros de los Bluesbreakers figuran nombres como Mick Taylor y Eric Clapton. Este último, en un sentido mensaje de pésame hecho público a través de redes sociales, reconoce a Mayall como su mentor, y alguien que le enseñó a disfrutar de la música, apreciando la libertad creativa de tocar para sentirse a gusto consigo mismo. Clapton tocó junto a Mayall en un lapso entre The Yardbirds y Cream. Algunos melómanos consideran que un testimonio del paso de Clapton por la banda es Hideaway, publicada en 1966, a la que consideran como un monumento fundacional de la guitarra para el blues.
«El blues ha sido siempre un lenguaje humilde, formulado por tipos humildes que retratan episodios de dolor o cantan los valores del esfuerzo y la rebeldía» escribió Fernando Neira, en su preámbulo a la crónica de un concierto de Mayall en Madrid, en la que asegura que lo vio atender la venta de sus propios discos. Estas palabras son toda una declaración de principios para tratar de entender una canción como Tears came rollin’ down (1987), puede tener un valor profundamente nostálgico y a la vez provocar alegría.
Al terminar estas líneas estoy escuchando Lonely years (1966), otro fruto de la colaboración entre Clapton y Mayall, una balada poderosa que me acompañará, seguramente, durante algunos días.
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