El discurso inaugural: propósitos y reflexiones
El discurso inaugural: propósitos y reflexiones
Después de tomar posesión del cargo, el nuevo Presidente de la República pronuncia su primer discurso en esa calidad.
Revisando literatura sobre los discursos inaugurales presidenciales en los Estados Unidos, la autora Meagan Velez explica que estos buscan provocar reacciones emocionales hacia el cambio de liderazgo, así como expresar los planes, políticas e ideologías del nuevo gobernante. Son una forma de propaganda que puede establecer un tono para la presidencia, destinado a conservarse como parte del registro histórico que refleje a cada presidente para la posteridad. Así, su audiencia es tanto el público en general como los políticos e historiadores[i].
En Guatemala, el politólogo David Martínez-Amador estima que analizar los discursos presidenciales de investidura es fundamental, pues «proyecta los valores esenciales que al menos discursivamente guiarían la gestión presidencial»[ii]. Se dirige, principalmente, a la ciudadanía, buscando «unificar a la nación en un solo proyecto»[iii].
Por su parte, el historiador Juan Carlos Vázquez Medeles ha señalado el rol de los discursos (y de su difusión) en promover la adhesión social hacia los gobernantes: «La reproducción de los discursos por medios escritos posee una relevancia política inmediata en la transmisión de sus idearios, consolidan al Estado y difunden el proyecto con el que se dirige»[iv].
Estos discursos pueden analizarse desde varios puntos de vista, en sus aspectos literarios, retóricos, históricos –en su contexto original y con la perspectiva que dan los años–, comunicacionales, entre otros. Baste consignar aquí dos o tres extractos –entre muchos posibles– que, por diversos motivos, me han llamado la atención de cada uno.
La fuente, en lo posible, han sido los Diarios de Sesiones del Congreso de la República, cotejándose con lo publicado en el Diario de Centro América, si fuere el caso. De no serlo, se indica en nota al pie. Se hizo algunos cambios de puntuación donde se juzgó apropiado, sin alterar el sentido del original.
Marco Vinicio Cerezo Arévalo, 14 de enero de 1986:
Hoy no es Vinicio Cerezo el que toma posesión como Presidente Constitucional de Guatemala: eso no es más que una formalidad de ley. Quien realmente toma posesión de la Presidencia somos todos los guatemaltecos. Por absurdas y dolorosas fuerzas de la historia, somos un pueblo al que nos habían echado de nuestra casa y hoy regresamos a ella. Somos un pueblo al que por mucho tiempo se nos negó la expresión y muchos fuimos perseguidos por decir la verdad. Hemos recuperado la palabra[v].
[…] Ese es el desarrollo que debemos impulsar: Un esfuerzo conjunto que no pretenda únicamente lograr la simple acumulación de bienes y servicios ni buscar solamente el aumento de la producción. Todo eso es necesario y será promovido, pero no es suficiente. Eso podrá ser crecimiento económico, pero no desarrollo. Debemos impulsar un desarrollo que esté orientado al mejoramiento de las condiciones de vida de la población y a la satisfacción de las necesidades con recursos propios, con pleno respeto de los valores y aspiraciones de comunidad. Un desarrollo en donde el hombre, no como individuo aislado sino como persona humana, constituya el eje central[vi].
[…] Democracia significa también un esfuerzo de justicia colectiva, por el grave desbalance de nuestra familia nacional. Haremos lo imposible por que este esfuerzo se aliente y encuentre los cauces adecuados en nuestra legislación y nuestras instituciones, para que cada guatemalteco esté amparado de verdad en sus derechos constitucionales, y la justicia sea accesible a todos por igual y no por amenazas, dinero, amistad o parentesco[vii].
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Jorge Antonio Serrano Elías, 14 de enero de 1991:
Bienvenidos todos a esta celebración democrática sin precedentes en la historia política de este país, en virtud que por primera vez un Presidente civil le entrega la Presidencia a otro Presidente civil, ambos democrática y popularmente electos y de diferentes partidos políticos. Este hecho, por sí solo, reafirma dos conceptos fundamentales del ejercicio democrático: la participación pluralista y la alternabilidad en el poder. Esto debe llenarnos de alegría y esperanza, pues indiscutiblemente estamos avanzando con paso firme en el camino de la construcción de la democracia, la paz y, a la vez, reflejando una imagen de tolerancia y unidad ante la comunidad internacional[viii].
[…] Soy un hombre que confía en la capacidad e inventiva creadora de mis compatriotas. Todos somos testigos de la habilidad de nuestros artesanos, del empuje de nuestros pequeños empresarios, de la vocación ancestral para el comercio. Pero también somos testigos de la marginación que grandes sectores de nuestra población han tenido para poder sacar adelante sus iniciativas de producción y comercio. Por esta razón, hemos considerado que es un elemento de justicia la reorientación del ahorro nacional, para que no sea únicamente utilizado por el Estado o las clases pudientes del país, sino que este ahorro también sea canalizado a impulsar la producción y proporcionar la oportunidad a los sectores populares de acceder a los bienes de capital[ix].
[…] Largo y penoso ha sido el camino que el pueblo de Guatemala ha recorrido buscando afianzar las instituciones democráticas y el elemental respeto a los derechos de los gobernados. Las constituciones y las leyes que se han emitido a lo largo del tiempo dan pleno testimonio de ello. Sabemos todos que no ha sido la ausencia de leyes ni de instituciones lo que ha obstruido el respeto a los derechos de los ciudadanos sino, por una parte, los profundos y lacerantes conflictos económicos, sociales, políticos y culturales que han afectado a nuestra sociedad; y, por la otra, cabe decirlo sin eufemismos, la falta de voluntad política de parte de quienes han asumido la responsabilidad de gobernar el país[x].
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Ramiro de León Carpio, 6 de junio de 1993:
En cuestión de pocas horas, la férrea voluntad y la valentía de los guatemaltecos ofrece ahora a la Patria una nueva gran oportunidad (…). Este hecho, sin precedentes en la historia de Guatemala, y ejemplo para América Latina y el mundo entero, ha puesto de manifiesto un elemento que deseo destacar: el sentimiento de vida en democracia está ya arraigado en los guatemaltecos. El noble y valiente pueblo de Guatemala tiene una clara convicción de la convivencia social en armonía y en paz; que los guatemaltecos, a pesar de las diferencias y desacuerdos que puedan tener, saben encontrar acuerdos y consensos, y algo más: que los guatemaltecos honestos, para fortalecer la democracia y el desarrollo, son capaces de mover montañas[xi].
[…] Hago un llamado en este momento histórico a la unidad nacional, a la concordia, a la comunión de voluntades con un solo propósito: Corregir nuestros yerros y avanzar con paso seguro hacia un mejor destino. Pero óigase bien: sin revanchismos, sin venganzas[xii].
[…] Asumir la presidencia el día de hoy es mi contribución a la vigencia plena de nuestra Constitución Política, en cuyo Preámbulo interpreta las aspiraciones del pueblo guatemalteco y, por ello mismo, deseo compartir con ustedes, resaltando una vez más, la independencia e interrelación de los Organismos del Estado, que respetaré continua y permanentemente[xiii].
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Álvaro Enrique Arzú Irigoyen, 14 de enero de 1996:
Nuestra democracia debe ampliarse mediante el involucramiento creciente de la ciudadanía en los asuntos públicos. Además, la democracia debe extenderse al campo de las relaciones interétnicas y convertirse en un ingrediente esencial de nuestra cultura política y conducta cotidiana. La orientación fundamental en el campo económico la podemos resumir diciendo que el país deberá avanzar en el cumplimiento de dos grandes tareas íntimamente relacionadas entre sí: la de combatir la pobreza por medio de una economía productora de empleos dignos y apropiadamente remunerados, y la de asegurar un sistema fiscal capaz de suministrar los recursos necesarios y sanos[xiv].
[…] En Guatemala ocurren una serie de prácticas y conductas discriminatorias, a pesar de que formalmente todos somos iguales ante la ley. La discriminación de hecho se ejerce en perjuicio de los pueblos indígenas y también en contra de la mujer. La discriminación es el obstáculo principal para lograr una identidad nacional en la que todos nos sintamos reconocidos, sin por ello suprimir nuestra rica diversidad. (…) En cuanto a combatir los privilegios, reconocemos que en Guatemala el poder político ha sido utilizado durante siglos para asegurarle prebendas a personas y grupos en detrimento del conjunto. Asimismo, el centralismo del poder político ha conducido a la concentración de recursos. Abolir estos privilegios es una medida indispensable en el camino hacia la igualdad de oportunidades[xv].
[…] Sabemos que, más allá de las raíces y causas del conflicto, la desconfianza mutua ha sido el principal impedimento para la paz y para una mayor fluidez en la negociación. Consideramos que la desconfianza debe superarse sobre la base de acciones y actitudes concretas. Nuestra gestión gubernamental responderá a las prioridades del interés nacional sin subordinación alguna frente a los grupos de presión que tradicionalmente han empleado su poder para obtener o preservar privilegios contrarios al bien común[xvi].
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Alfonso Antonio Portillo Cabrera, 14 de enero de 2000:
Si bien la realización de elecciones libres es condición para la vigencia de los derechos civiles y políticos de la ciudadanía, en países como el nuestro, desgarrado por la iniquidad, la violencia, la discriminación, la intolerancia, el despojo y la impunidad, la democracia tiene exigencias ineludibles y urgentes frente a las cuales el Estado debe hacerse responsable de manera eficaz, procurando fortalecer los lazos de identidad y pertenencia del pueblo, especialmente de los excluidos[xvii].
[…] En medio de una vida dura, sufrida, con frustraciones, dificultades y enojos, pero también salpicada con días de pequeños triunfos, alegrías y sentido del humor, nuestro pueblo no claudica y mantiene viva la llama de la democracia, ésta es nuestra mayor riqueza, éste es el fuego de nuestra esperanza, el sueño de una vida digna a la cual nunca debemos renunciar, especialmente para nuestra niñez y juventud, para las mujeres, los pueblos indígenas y los ancianos. Esta es nuestra aspiración mayor: lograr una calidad de vida cuya fórmula sea el equilibrio material y espiritual[xviii].
[…] Hoy comienza el primer Gobierno libremente elegido por los guatemaltecos a partir de la firma de los acuerdos de paz, que culminaron más de tres décadas de un conflicto armado interno. (…) En esa guerra sucia, quienes se arrogaron el triunfo militar perdieron la contienda política; quienes impusieron la salida negociada, fracasaron en alcanzar sus objetivos políticos por medio de la lucha armada. A ambos bandos, a ambas cúpulas, los consumió la omnipotencia inhumana de creerse portadores de la verdad revelada. Sin embargo, la realidad es la única verdad, y lo único cierto y constatable es que ambas derrotas fueron pagadas con la sangre y la vida de los hijos del pueblo, de nuestros seres queridos[xix].
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Óscar José Rafael Berger Perdomo, 14 de enero de 2004:
Soy Oscar Berger, un ciudadano como cualquiera de ustedes, que alguna vez soñó con una Guatemala grande y próspera, con una Guatemala justa y solidaria; un ciudadano que, como ustedes, imaginó una Guatemala íntegra y con valores, una Guatemala en paz, pero, sobre todo, una Guatemala unida. Hoy dejamos atrás una etapa de frustración y desaliento. La palabra confrontación es parte del pasado. Hoy las palabras que debemos pronunciar y hacer realidad son: unidad, seguridad, justicia, trabajo, salud y educación para todos[xx].
[…] La mayoría de los guatemaltecos queremos lo mismo, aunque pensemos distinto, sin importar el color de la piel, la religión o la simpatía política. Pero no podemos hablar de unidad sin impulsar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz. Esta tarea será fundamental en este gobierno, a manera de asegurar el respeto a los derechos humanos y la igualdad para todos. Para tener un proyecto en común necesitamos fomentar el diálogo y lograr un país en paz[xxi].
[…] La mayor riqueza que tiene Guatemala es su gente. Entonces, mientras más invirtamos en la gente, mayores posibilidades tendremos de avanzar hacia el desarrollo humano y la reducción de la pobreza. Por eso, la inversión en educación y salud, como base para el desarrollo integral y sostenible de la población, será el eje central de nuestro gobierno. Un pueblo sin educación no es un pueblo libre, y queremos para nuestra Guatemala un pueblo libre y soberano[xxii].
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Álvaro Colom Caballeros, 14 de enero de 2008:
Hoy quiero hacer un compromiso para aquellos que tienen menos de cuarenta años, para aquellos que no vivieron la tragedia de los sesenta y los setenta. Dejen a mi generación, dejen a mi gobierno llevarnos a tuto esa tragedia, que queremos voltear la página. Yo le pido a mi generación que no pasemos ni el hígado ni el prejuicio, ni todo esto que nos tocó vivir. Ese 22 de marzo de 1979, no sólo asesinaron a un líder[xxiii], asesinaron la esperanza de Guatemala, y a nuestra juventud le negaron la democracia. Y no había mayor opción: o la guerrilla o el Ejército, la tumba o el exilio, o los que decidimos ejercer nuestra carrera. Nuestro frágil sistema político permitió ese milagro. Ahora ya no se mata con balas, ahora ya no se masacra; ahora se descalifica, ahora se difama, ahora se miente[xxiv].
[…] Nos hemos comprometido transversalmente con los pueblos indígenas. Ha llegado el momento de enseñarnos al mundo cómo somos y cómo estamos conformados. Queremos una armonía de pueblos, queremos respeto a las distintas cosmovisiones, respeto entre las distintas culturas. (…) Démosle vuelta a esta página sangrienta en Guatemala. Yo he pedido ocho meses para tener una seguridad estable. Démosle vuelta, démosle vuelta. Pongámonos a trabajar por el desarrollo de Guatemala todos unidos, todos fuertes, no importa que pensemos distinto, lo importante es que pensemos en Guatemala primero[xxv].
[…] Gracias a todos y todas, gracias a los que votaron por nosotros, gracias a los que no votaron por nosotros. Mi compromiso es conquistar su corazón para poder construir una verdadera unidad, una verdadera conciliación, una verdadera Guatemala, esa Guatemala de todos, esa Guatemala con 23 rostros. Y no me voy a cansar de decir que nuestra socialdemocracia es una socialdemocracia guatemalteca, es una socialdemocracia con rostro maya. Atrevámonos, atrevámonos a escribir el quinto Evangelio, el Evangelio de la Nueva Guatemala, el Evangelio de la prosperidad, el Evangelio de la unidad[xxvi].
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Otto Fernando Pérez Molina, 14 de enero de 2012:
Este esfuerzo del cambio está inscrito en una dimensión superior y más profunda de un cambio de épocas a nivel mundial, de un cambio civilizatorio. Nuestros antepasados, los mayas, en épocas remotas estudiaron el tiempo, el movimiento de los astros, las matemáticas, y llegaron a desarrollar un calendario más exacto aún que el que hoy estamos usando; supieron predecir eclipses, el paso de cometas y otros fenómenos astronómicos para apoyar la agricultura y la alimentación de sus comunidades; y llegaron a establecer ciclos de cuentas muy largas, de quinientos, ciento veinticinco mil años, los grandes períodos que llamaron B’ak’tun. Uno de ellos está por terminar en apenas once meses y está comenzando uno nuevo, y más de la mitad de nuestra población es heredera directa de esa visión de cambios fundamentales en el inicio de una nueva era[xxvii].
[…] Le pido a Dios que nos conceda la sabiduría de promover con ahínco la reconciliación verdadera, que nos dé las fuerzas para atender los rezagos y las injusticias. Reparar el tejido social y los medios para invertir en lo más valioso que tiene Guatemala, que somos los guatemaltecos. Tuve el honor de representar al Ejército de Guatemala en la negociación de los acuerdos de paz y ser signatario de los mismos. El cambio del que hablo hoy implica recuperar las transformaciones fundamentales planteadas en dicho acuerdo. No debemos olvidar el pasado, pero sí superarlo, ser capaces de asumirlo colectivamente como sociedad. Ser capaces de perdonarnos realmente entre todos y ser capaces de ver hacia adelante para construir una sociedad y una cultura de paz, con pleno respeto a los derechos humanos. Sueño con que la mía sea la última generación de la guerra y ¡la primera generación de la paz en Guatemala![xxviii]
[…] Levantémonos todos a izar la bandera azul y blanco en nuestros corazones y a trabajar por el cambio. Tendremos seguridad si la procuramos todos, tendremos desarrollo si nos esforzamos todos, tendremos paz si cada uno pone de su parte. Porque Guatemala nos pertenece a todos, sin importar nuestra condición social, económica, sin importar nuestra afiliación política, sin importar nuestra pertenencia étnica, cultural y lingüística, ni mucho menos de género, Guatemala es una y merece nuestro mejor esfuerzo[xxix].
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Alejandro Baltazar Maldonado Aguirre, 3 de septiembre de 2015:
Nuestro pueblo ha sido protagonista de grandes momentos de cambio y conmoción de las instituciones, movilizado por su disgusto con esquemas descompuestos que lastimaron la sensibilidad pública. El proceso de deterioro fue progresivo, de forma que la pureza original que previeron los fundadores fue sorteada paso a paso por ineficacia de las leyes y sus operadores. Esta realidad impone con apremio que se hagan las correcciones inmediatas que parten necesariamente y siempre de un alto contenido moral, que no está marcado en los códigos sino en la conducta de los individuos[xxx].
[…] Esta generación que se alzó con los símbolos de la paz en la mano no puede ni debe estancarse en las rutinas ni acomodarse a sistemas que, sin vigilancia ni cautela, pueden recaer en el proceso de su descomposición. A estas mujeres y hombres que han volcado su energía para denunciar y reclamar, es también un desafío que trasladen esa vitalidad cívica al servicio público[xxxi].
[…] Hemos vivido una intensa jornada de reivindicaciones populares. Los guatemaltecos se manifestaron en defensa de sus valores, y acudieron a la protesta civil como signo de inconformidad y como anhelo de que no se repitan actos ominosos. Debemos cuidar, a pesar de ese desagrado colectivo, de que la inconformidad pudiera degenerar en expresiones de odio, porque el odio no es un derecho. Grandes civilizaciones se han visto por veces empañadas por alentar rencores ideológicos o raciales, que luego desataron violencia y destrucción. Así que es sano tener presente que se debe juzgar sin ningún rencor[xxxii].
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Jimmy Morales Cabrera, 14 de enero de 2016:
Gracias a todos los que lucharon contra la corrupción y la forma tradicional de hacer política en el país, a los que lucharon porque no se rompiera el orden constitucional de nuestra joven democracia, a los que caminaron, a los que se plantaron en las plazas, a los que entregaron rosas, a los que abogaron por las elecciones, a los que creyeron. Gracias a ustedes el mundo entero volteó a ver la verdadera cara de Guatemala. (…) Por mucho tiempo se había escuchado únicamente sobre una Guatemala confrontada a través de un conflicto, con problemas y divisiones; sin embargo, la Guatemala que el mundo ve ahora es una Guatemala que florece el espíritu de unidad[xxxiii].
[…] Hace ya casi un año comenzó en Guatemala un renacer ciudadano, un despertar de los guatemaltecos; nos despertó el rechazo colectivo a la corrupción, esa enfermedad que nos carcomía y que en muchos sectores de nuestro país aún nos sigue carcomiendo. Hubo manifestaciones, caminatas y concentraciones ciudadanas, en las que sin ideologías ni intereses personales ondeó siempre nuestra bandera; se hermanaron todos los sectores, comprobamos que Guatemala es una, y que en ella debemos trabajar todos y de igual manera[xxxiv].
[…] Quiero invitar a los guatemaltecos a que con su mano derecha la pongan sobre su corazón y hagan conmigo este compromiso: Por nuestra patria, que vuelve a nacer, me comprometo a dar lo mejor de mí, a vivir una vida de honor, sacrificio y esperanza; a hacer el bien siempre, en público y en privado; a defender lo que hemos logrado y no dar un paso atrás. Me comprometo a hacer esto cada día para lograr la Guatemala feliz, la Guatemala inmortal, la Guatemala que todos queremos[xxxv].
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Alejandro Eduardo Giammattei Falla, 14 de enero de 2020:
Los guatemaltecos hemos demostrado a lo largo de la historia que estamos por encima de los gobernantes. Hemos caminado más allá de los conflictos. Hemos progresado, aunque sea lentamente y no por el talento de sus mandatarios, sino por el esfuerzo perseverante, irrefrenable y decidido de toda una nación. Por eso hoy miro a esos millones de guatemaltecos y les digo: Yo soy simplemente el reflejo de su esfuerzo y su compromiso[xxxvi].
[…] A lo largo de mi vida me ha tocado mirar la muerte de frente. Por ese motivo, aprendí como motivación de vivir el servicio a los demás. En primera instancia, como una forma de merecer seguir con vida, y así trato de dar lo máximo de mí en cada jornada. Por eso es que durante esta campaña lo dije, con mucho énfasis, cómo no quiero ser recordado en la historia de este país; y hoy, más que nunca, sé que debo luchar sin descanso por entregar dentro de cuatro años un legado de prosperidad y de progreso[xxxvii].
[…] Acabar con el rezago es urgente. Acabar con la corrupción es urgente. Entonces, ¿por qué esperar?, ¿por qué esperar a tomar las medidas necesarias?, ¿por qué esperar a comprometernos con el futuro de nuestros niños?, ¿por qué esperar a unirnos?, ¿por qué esperar a caminar juntos? Dejemos atrás las divisiones, dejémoslas en el olvido. Dejemos atrás las diferencias. Dejemos de lado todo aquello que nos lastró. Dejemos atrás la corrupción y la violencia. Este es el momento de recuperar a Guatemala de lo absurdo[xxxviii].
Los discursos inaugurales suelen contener puntos comunes –como la unidad nacional–, descripciones programáticas de lo que pretende el nuevo gobierno, pasajes con intención inspiradora y emotiva, ocasionales críticas al gobierno anterior o a la situación actual del país, invocaciones a la historia nacional.
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[i] Cfr. Velez, Kalin Meagan, Inaugural Addresses, Framing Theory, and the Impact on American Perceptions of the Presidency (tesis de maestría), University of South Florida, 2022, p. 3-4.
[ii] Martínez-Amador, David, ‘Giammattei: primera dosis de cesarismo’, Plaza Pública, 19 de enero de 2020.
[iii] Ibid.
[iv] Vázquez Medeles, Juan Carlos, ‘Los libros de la Tipografía Nacional: cultura visual y escrita del liberacionismo en Guatemala, 1954-1957’, Bibliographica, Vol. 4, No. 2, Universidad Nacional Autónoma de México, 2021, p. 133.
[v] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1986, p. 25. Este discurso no se publicó en el Diario Oficial. Se publicó en la recopilación Leyes emitidas durante el año 1986, Tipografía Nacional, 1987, p. i-viii.
[vi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1986, p. 30-31.
[vii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1991, p. 32.
[viii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1991, p. 56. Este discurso no se publicó en el Diario Oficial.
[ix] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1991, p. 58.
[x] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1991, p. 59.
[xi] Diario de Centro América, 7 de junio de 1993, p. 8. La publicación del Diario Oficial no especifica si es reproducción íntegra o de extractos. No existe Diario de Sesiones del Congreso de la República correspondiente a la sesión del 5 y 6 de junio de 1993 (Cfr. Subdirector Legislativo del Congreso de la República, Of. DL-MAAA-pv-796-2023, 5 de junio de 2023, en Unidad de Acceso a la Información, Congreso de la República, Resolución No. 313-2023, 6 de junio de 2023).
[xii] Diario de Centro América, 7 de junio de 1993, p. 8.
[xiii] Diario de Centro América, 7 de junio de 1993, p. 8.
[xiv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1996, p. 61; Diario de Centro América, 16 de enero de 1996, p. 5.
[xv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1996, p. 62-63; Diario de Centro América, 16 de enero de 1996, p. 5-6.
[xvi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 1996, p. 64; Diario de Centro América, 16 de enero de 1996, p. 6.
[xvii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2000, p. 80. Esta parte aparece acortada en la versión impresa del discurso (Cfr. Diario de Centro América, 18 de enero de 2000, p. 3).
[xviii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2000, p. 81. Esta parte no aparece en la versión impresa del discurso (Cfr. Diario de Centro América, 18 de enero de 2000, p. 4).
[xix] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2000, p. 86-87. Esta parte no aparece en la versión impresa del discurso (Cfr. Diario de Centro América, 18 de enero de 2000, p. 5).
[xx] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2004, p. 89; Diario de Centro América, 15 de enero de 2004, p. 8.
[xxi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2004, p. 91; Diario de Centro América, 15 de enero de 2004, p. 8.
[xxii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2004, p. 93; Diario de Centro América, 15 de enero de 2004, p. 9.
[xxiii] Nota: Se refiere al asesinato de Manuel Colom Argueta.
[xxiv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2008, p. 58. El discurso del presidente Colom no se publicó íntegro en el Diario de Centro América.
[xxv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2008, p. 65.
[xxvi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2008, p. 66-67.
[xxvii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2012, p. 78-79. El discurso del presidente Pérez no se publicó íntegro en el Diario de Centro América.
[xxviii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2012, p. 81.
[xxix] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2012, p. 87.
[xxx] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 3 de septiembre de 2015, p. 26; Diario de Centro América, 8 de septiembre de 2015, p. IV.
[xxxi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 3 de septiembre de 2015, p. 27; Diario de Centro América, 8 de septiembre de 2015, p. IV.
[xxxii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 3 de septiembre de 2015, p. 27; Diario de Centro América, 8 de septiembre de 2015, p. IV.
[xxxiii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2016, p. 71. El discurso del presidente Morales no se publicó íntegro en el Diario de Centro América.
[xxxiv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2016, p. 72.
[xxxv] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2016, p. 80.
[xxxvi] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2020, p. 97. El discurso del presidente Giammattei no se publicó íntegro en el Diario de Centro América.
[xxxvii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2020, p. 99.
[xxxviii] Congreso de la República, Diario de Sesiones, 14 de enero de 2020, p. 107.
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