Con fecha del 15 de junio de 1951, el señor Eugene R. Black, presidente del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), se dirigía a «su excelencia, coronel Jacobo Árbenz Guzmán, presidente de la república de Guatemala», para presentar el reporte de la misión liderada por el doctor G. E. Britnell.
En esa misma nota se mencionaba que, en opinión del Banco Mundial, el reporte proveía un análisis objetivo de las potencialidades y los problemas para el desarrollo económico de G...
Con fecha del 15 de junio de 1951, el señor Eugene R. Black, presidente del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), se dirigía a «su excelencia, coronel Jacobo Árbenz Guzmán, presidente de la república de Guatemala», para presentar el reporte de la misión liderada por el doctor G. E. Britnell.
En esa misma nota se mencionaba que, en opinión del Banco Mundial, el reporte proveía un análisis objetivo de las potencialidades y los problemas para el desarrollo económico de Guatemala y finalizaba ofreciendo explorar vías por las cuales el banco podría ayudar a la ejecución del programa propuesto mediante asistencia técnica y financiera.
Pero ¿cuál era la propuesta que contenía este reporte de hace seis décadas y media? ¿Cuáles eran sus ejes medulares? ¿Qué tan bien diagnosticaba y proponía? ¿Qué se hizo para implementar acciones y cambiar la situación del país? La verdad es que, en materia de diagnóstico, no ahorraba ni se medía al emitir opinión. En el capítulo de conclusiones, la introducción a este señala la inequitativa distribución del ingreso, cómo los instrumentos para superar esta situación, propios de países más desarrollados, no eran implementados en Guatemala y cómo la persistencia de esta situación afectaría la calidad de vida de la gran mayoría de los guatemaltecos.
La propuesta de inversión estratégica se planteaba en las áreas de agricultura, transporte, telecomunicaciones, energía, riego (grandes infraestructuras) y salud. De estas áreas, la desarrollada en mayor detalle era la agricultura, en la cual se desglosaban los temas de servicios de investigación y extensión, mecanización, semillas, fertilizantes y fungicidas, créditos a pequeños agricultores, proyectos de riego pequeños, centros de almacenamiento y aprovisionamiento de centros de estudio. No era la inversión en agricultura la propuesta de montos más altos. Estos correspondían a transporte y energía.
Han transcurrido 65 años. Tomemos la agricultura como un ejemplo del pasar del tiempo. Los temas de servicios de extensión, proyectos de riego, créditos a pequeños productores, centros de acopio y dotación de insumos han perseverado por épocas o se han ido momentáneamente y han vuelto a surgir, de manera que tienen plena vigencia en esta época. Parece que poco hemos conseguido al crear capital humano y económico desde aquella época. En cambio, sí hemos conseguido destruir capital natural que el reporte mencionaba como una de las fortalezas diagnosticadas (particularmente bosques y suelos).
O sea que, luego de haber pasado por la guerra y la paz, por el terremoto y las migraciones del área rural a la urbana, del Gobierno omnipresente al Consenso de Washington y el adelgazamiento del Estado, además de por todos los cambios sociales de la segunda mitad del siglo XX y la primera década y media del XXI, poco han cambiado las cosas en materia de desarrollo económico. Por supuesto ha habido algunas variantes, pero no tan marcadas que toquen la estructura.
O sea que el documento del Banco Mundial de 1951 se parece a la Chalana y a su mensaje de protesta: pasan los años y sigue vigente, pero casi nada ha cambiado.
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