Los bancos fueron las instituciones económicas más importantes en el logro del desarrollo económico alemán del siglo XIX, según el economista Alexander Gerschenkron. Estos bancos alemanes unían las funciones de las bancas comercial y de inversión, así que no solo daban préstamos a personas y a empresas, sino que también invertían y compraban acciones de las empresas.
La capacidad de estos bancos de invertir en empresas tenía varios beneficios importantes. Primero, las empresas que nece...
Los bancos fueron las instituciones económicas más importantes en el logro del desarrollo económico alemán del siglo XIX, según el economista Alexander Gerschenkron. Estos bancos alemanes unían las funciones de las bancas comercial y de inversión, así que no solo daban préstamos a personas y a empresas, sino que también invertían y compraban acciones de las empresas.
La capacidad de estos bancos de invertir en empresas tenía varios beneficios importantes. Primero, las empresas que necesitaban crecer se veían obligadas a mejorar sus prácticas contables para ser consideradas por los bancos, lo cual ayudaba a mejorar el manejo de las empresas porque así estas podían medir mejor qué actividades incrementaban sus costos e ingresos. Segundo, los bancos tenían acceso a dicha información y así sabían mejor qué empresas tenían mayor potencial de crecer y requerían mayor financiamiento. Tercero, los dos puntos anteriores facilitaron la creación de un mercado de capitales en el que había suficiente información de las empresas. Cuarto, les permitía a los bancos realizar la coordinación intersectorial: invertir en carbón, hierro, trenes y empresas de maquinaria les permitía visualizar las mejores localidades y facilitar la prestación de servicios para que las actividades más sofisticadas lograran ser competitivas. Respecto a esto último, imaginen una coordinación entre empresas tal que minimiza los costos de transporte entre proveedores y encima permite invertir para proveer la calidad necesaria de sus insumos.
Hoy muy poco de eso sucede en Guatemala.
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Pero los bancos no son suficientes: ellos solo asignan recursos según la rentabilidad esperada. Y la rentabilidad esperada en la Alemania del siglo XIX era alta en ciertas actividades económicas muy distintas a las de la Guatemala de hoy. Su protección industrial y su énfasis en la exportación los llevó a crear empresas de exportación. En Guatemala, dada nuestra ubicación tropical, nuestra apertura comercial y lo poco convencidos que estamos del rol de la manufactura en el desarrollo, ha llevado a que tengamos un sector exportador de manufactura pequeño. Y, dado que la economía crece muy poco vía inversiones nuevas, los bancos se orientan a deuda de gobierno y al consumo.
En el pasado, el reconocimiento de este tipo de problemas llevó a la construcción de bancas de desarrollo que debían ayudar al sector bancario a financiar proyectos productivos de gran escala, con posibilidad de incrementar la sofisticación productiva del país, y a crear numerosos empleos formales. En ese sentido, una banca de desarrollo que apoye al sistema bancario guatemalteco no tiene que competir contra este, sino tendría que incentivarlo a invertir en industrias nuevas y de alto crecimiento.
En Guatemala, la implementación de una banca de desarrollo que ayude a desarrollar el país y a crear empleos formales es posible. Sin embargo, la pereza mental de muchos dificulta hacerlo. No es un tema de ideología. Por un lado, la derecha le tiene miedo al rol del Gobierno en la economía. La izquierda, por otro lado, le tiene miedo a fortalecer el sector privado. Lo que no están dispuestos a reconocer ambos bandos es que solo fortaleciendo el Gobierno y el sector privado vamos a lograr desarrollarnos.
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