Así recibirá Estados Unidos a la caravana migrante
Así recibirá Estados Unidos a la caravana migrante
La postura del presidente Donald Trump, respecto a la caravana migrante, fue clara desde el inicio: “regresen a su país”. Pero el grupo sigue firme. Trump también. Miles de soldados ocuparán la frontera sur de Estados Unidos para prevenir la “embestida” —onslaught, como lo llama el presidente— de los migrantes. 15,000 soldados, 13 helicópteros, 3 aviones militares, alambre de púas, barricadas de hormigón, y la lista continúa.
—¡Salten, perros! —le gritaban los balseros a los cientos de migrantes apostados en el puente que divide Guatemala y México. Lo gritaban desde abajo, con el agua del Suchiate hasta la barriga.
La gente saltaba. Otros se montaban a las balsas desde la orilla. Y así cruzaban, ante la mirada de los agentes que no hacían más que custodiar el portón, la entrada oficial a México, pero poco hacían por detener a los que se lanzaban al agua. Cruzar Guatemala fue incluso más fácil. El gobierno primero lanzó un comunicado en el que aseguraba que no les permitiría el ingreso, después alineó a un par de docenas de agentes de la Policía Nacional Civil en Esquipulas, frente a la caravana. Pero estos agentes, al cabo de un par de horas, se hicieron a un lado y permitieron el ingreso.
Eso fue con el primer grupo de migrantes. Pero los nuevos, los que han llegado después, no corrieron con la misma suerte. Para ellos la presencia policial guatemalteca fue mayor. Incluso un helicóptero mexicano sobrevoló el Suchiate para dificultarles el paso. Sin embargo, la barrera más grande aún está por llegar: la frontera de los Estados Unidos.
Mientras, la caravana avanza sobre Oaxaca, Trump se impacienta.
Que detendría toda ayuda financiera a Honduras, dijo cuando la caravana llegó a Esquipulas. Que es culpa del partido Demócrata —su principal opositor en el Congreso estadounidense—, dijo días después. Que en el grupo van delincuentes y terroristas provenientes del medio oriente, agregó. “Dense la vuelta”, tuiteó el jueves. Ese mismo día, el secretario de la defensa James Mattis indicó que hasta 800 miembros del Ejército de Estados Unidos están listos para ser situados en la frontera sur, cumpliendo así con otra amenaza tuitera del presidente.
El lunes 29, el Pentágono anunció la Operation Faithful Patriot (Operación Patriota Fiel), que consiste en enviar hasta 5,000 miembros del ejército hacia la frontera sur de Estados Unidos. Y el miércoles Trump aseguró que la cifra de militares que enviará a la frontera se elevará a 15.000.
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Mattis, sin embargo, resaltó que las tropas estarán compuestas mayoritariamente por doctores e ingenieros y que brindarán apoyo a la patrulla fronteriza o Border Patrol. Resaltó que las tropas estadounidenses no tienen permitido usar fuerza letal en operaciones de aplicación de ley en la frontera con México. Esto no evita, sin embargo, que ocurran incidentes como el asesinato de la migrante guatemalteca Claudia Patricia Gómez este año, que recibió un disparo de un guardia fronterizo, o el de José Antonio Rodríguez en 2012. El domingo Mattis finalmente dio la orden de movilizar a las tropas hacia la frontera. Se espera que inicien su labor “preventiva” esta semana.
El secretario aseguró que ya se han empezado a entregar barreras de hormigón al sur del país.
Preparándose para la “invasión”
El lunes el presidente volvió a pedir a los migrantes que regresen a Honduras, “esta es una invasión a nuestro país y nuestras fuerzas militares los están esperando”, añadió, pues “miembros de pandillas y gente muy mala van camino a la frontera”.
Y el Pentágono parece creerle, pues se arman hasta los dientes para proteger la seguridad del país. Los militares que enviará el Pentágono irán a tres puntos de la frontera sur: 1,800 soldados a Texas, 1,700 a Arizona y 1,500 más a California. Además, según datos del Pentágono, actualmente hay 2,100 guardias nacionales laborando a lo largo de estas fronteras. En total, 7,100 agentes armados recibirán a la caravana migrante. Ese era el plan hasta antes de que Trump asegurara que la cifra de soldados podría elevarse a 15.000.
Pero no termina ahí.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, en inglés) anunció en conferencia de prensa el lunes que estaban uniendo fuerzas con el Departamento de Justicia (DOD, en inglés) para la llamada Operation Secure Line (Operación Línea Segura), que consiste en fortalecer la vigilancia en la frontera sur de Estados Unidos.
El comisionado de la CBP, Kevin McAleenan, aseguró que están monitoreando el paso de la caravana y están al tanto de un segundo grupo en Ciudad Hidalgo. “Para aquellos que buscan recibir asilo en Estados Unidos, y desean hacerlo de forma segura y acorde a la ley, en los puertos de entrada, les recordamos que el gobierno de México ya les ofreció protección y autorización para trabajar en el sur del país”, dijo McAleenan y la llamó una “oferta generosa”. El comisionado también hizo énfasis en cómo la primera caravana salió de Guatemala, “de forma ilegal” y cómo la segunda ingresó a México, “usando tácticas violentas que atentan contra los equipos de seguridad en Guatemala y México”.
Para esto, la CBP alista 140 agentes de operaciones especiales, 385 agentes de respuesta móvil, 350 agentes varios, cuatro helicópteros Black Hawk y seis helicópteros más de otros tipos. Pero, aseguró que “nosotros actuaremos acorde a los más altos estándares del cumplimiento de la ley y trataremos a los migrantes de forma humana y profesional”.
Por otro lado, el general Terrence J. O’Shaughnessy, del comando de Defensa Aeroespacial de Norte América, detalló que la DOD enviará tres batallones expertos en la construcción de barreras y cercas hacia Texas. Así como tres helicópteros equipados con tecnología para monitorear de noche, tres aviones C130 (usados para transportar el personal de forma rápida), 800 soldados entrenados en Fort Knox, 21 millas de alambre de púas Concertina en la frontera y esperan recibir 150 millas más. El general agregó que están preparados para cualquier eventualidad pues “como dijo el presidente, la seguridad fronteriza representa la seguridad nacional”. Los vehículos de aviación, resaltó O’Shaughnessy, responden a otra operación, Operation Guardian Support que consiste en movilizar unidades militares a la frontera con rapidez para asistir a la seguridad fronteriza.
Además, Roger Maier, especialista de relaciones públicas de la Border Patrol en Texas, aseguró por correo electrónico con Plaza Pública que el personal de El Paso ya se encuentra preparando barricadas.
Por teléfono, Carlos Díaz aseguró que la Patrulla Fronteriza actualmente realiza simulacros que consisten en dirección de tráfico, cambio de vías, movilización de personal antimotines y agilización de funciones internas para procesar a las personas de forma rápida y ordenada. “Estamos esperando que todos los recursos estén disponibles para recibir a un grupo pacífico y que busca pedir asilo”, afirma. “Y esperamos que, con nuestra planificación, el movimiento regular de personas y comercio en la frontera continúe de forma adecuada”.
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¿Es posible el asilo en Estados Unidos?
El primer paso, según lo describió por teléfono a Plaza Pública el director de comunicación de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, Carlos Días, es presentarse a las autoridades en los puertos de entrada y llenar su solicitud de asilo. “Nosotros recibimos el reclamo y realizamos una entrevista previa, para llenar datos y conocer su situación”, dice. A pesar de haber sido alertados por el gran número de migrantes que conforman la caravana, el trabajo de la Patrulla continúa sin mayores cambios. “Quienes vienen a solicitar asilo, queremos que lo hagan en los puertos de entrada, de la forma correcta”, agrega.
El director pide también paciencia, pues procesar a todos los asylum seekers les tomará mucho tiempo. “Estos puertos tienen cierta capacidad y cada persona que busca pedir asilo debe atravesar cierto proceso, en la garita”, remata. Al preguntársele sobre cuántas personas podrá la Patrulla despachar al día, Díaz admite no saberlo, “pues últimamente hemos recibido más personas pidiendo asilo en las fronteras de lo esperado; cada día varía el número y nuestros puestos de entrada están llenos”.
Una vez la Border Patrol registre a los buscadores de asilo, estos pasan a las manos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, en inglés) o el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, en inglés) para continuar el proceso. Es cuando todo se complica.
Solo algunos de los migrantes hondureños que van en la caravana, en teoría califican para recibir asilo; la mayoría no. Por ejemplo, Mayra Orellana, de 52 años y su hija Heidy, de 19, ambas víctimas de extorsión de pandillas y violencia doméstica, quienes además viajan con la papelería extendida por la policía de Honduras detallando los incidentes que las obligaron a salir del país, no califican. O Sergio, de 49 años, que busca recibir tratamiento médico, tampoco.
Y es que pocos, en realidad, califican.
Lo primero a entender es que mientras las personas que solicitan refugio lo pueden hacer desde su país de origen, quienes buscan recibir asilo lo deben hacer en un puesto migratorio y ante oficiales de migración. No pueden, ni deberían, simplemente darse la vuelta, como pide el presidente Trump. Estados Unidos está obligado a escuchar. Además, los migrantes tienen hasta un año después de ingresar a Estados Unidos para solicitar asilo. Esto significa que incluso aquellos que entren de forma irregular pueden aplicar para recibir asilo durante hasta 12 meses después de su entrada.
Segundo, la persona deberá demostrar que tiene miedo de regresar a su país natal por temor a ser perseguido por su raza, religión, nacionalidad, opinión política, por pertenecer a un grupo social en particular o, más recientemente, por su género u orientación sexual. Mayra, Heidy y Sergio, en papel, no califican. Quienes viajan en búsqueda de oportunidades laborales, no califican. Pero César Mejía, de 23 años y miembro de la comunidad LGBTI y exvoluntario de la Unidad Color Rosa —una ONG que brinda educación sexual— sí calificaría, pues admite haberse sentido discriminado y haber sido brutalmente golpeado por pandilleros en su natal San Pedro Sula por su orientación sexual. César viaja con una bandera de arcoíris.
Esto no siempre fue así. Hasta este año, la violencia en el país de origen podía ser razón suficiente para armar un caso de solicitud de asilo. Pero el 7 de mayo el fiscal general Jeff Sessions estableció la política de Cero Tolerancia que establecía que el 100 % de casos de cruces fronterizos ilegales iban a ser procesados por el Departamento de Justicia. Inició entonces la crisis de separación que arrancó a miles de niños y niñas de los brazos de sus padres. Pero, la política de Sessions también indicaba que quienes citen violencia doméstica y violencia de pandillas como motivo para pedir asilo este “generalmente” será negado. “El simple hecho de que un país pueda tener problemas vigilando efectivamente ciertos crímenes, o que cierta parte de la población sea más propensa a ser víctimas de crímenes, no establece una solicitud de asilo”, afirmaba el documento. Y si bien semanas después el presidente Trump ponía fin a las separaciones de familias, esta última actualización sigue en pie.
Quienes salieron de Honduras en busca de empleo o citando pobreza y hambre no son elegibles para obtener refugio o asilo en Estados Unidos.
Y es que incluso quienes sí califiquen para recibir asilo, y aunque sí se presenten ante las autoridades, están a la merced de los agentes migratorios. “Te puede tocar un oficial chingón con ganas de ayudarte y te deja pasar, o te facilita el proceso”, comentó la escritora Valeria Luiselli en entrevista con Plaza Pública en septiembre, “pero también hay muchos desgraciados que desechan los casos sin el debido proceso”. Luiselli fue intérprete en las cortes migratorias de Nueva York durante la llamada crisis migratoria de 2014, cuando más de 80.000 niños y niñas de México, Guatemala, El Salvador y Honduras se presentaron en la frontera sur de Estados Unidos, no acompañados. Muchos de estos solicitaron asilo con base a lo que luego fue derribado por Sessions: violencia doméstica y miedo a pandillas.
Pero digamos que miembros de la caravana califican, logran establecer un temor creíble ante las agencias del gobierno estadounidense, estos luego deberán iniciar una investigación que puede tardar años. Luiselli admite que muchos de los casos para los que trabajó, en 2014 y 2015, siguen en proceso. Pueden recibir permisos temporales de residencia y trabajo. Esto, sin embargo, depende de ICE y USCIS.
En 2016, según documentos del Departamento de Seguridad Nacional, Estados Unidos admitió a 84,989 solicitantes de refugio y 8,726 de asilo. Los primeros cuatro países con solicitantes de asilo admitidos, en 2016, fueron El Salvador (1,404), China (1,381) Guatemala (1,317) y Honduras (885).
Mientras el gobierno y el Ejército de Estados Unidos aprieta los puños, la caravana amanece en Juchitán y sigue su camino sobre Oaxaca. No llevan ni una tercera parte del país. Se estima que hasta 10,000 migrantes lleguen a la frontera de Estados Unidos en los próximos meses. La mayoría, espera pedir asilo. No saben cuándo llegarán, o por dónde van a entrar. Pero el éxodo sigue su marcha a pesar del calor, del hambre, la sed, el dolor de pies. Las amenazas de Trump no son nuevas. Desde Esquipulas muchos lo sabían. “Ya veremos al llegar allá”, respondieron algunos pues “cualquier lugar es mejor que Honduras”. De momento la prueba es superar México. Luego verán.
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