Estas líneas están hechas, en lo que en algún momento pueda ser considerado el «viejo estilo»: sentado ante un teclado y pensando, por un lapso de tiempo robado al sueño, qué puedo escribir que sea relevante para transmitir algunas ideas que pueden brindar un punto de vista con cierta relevancia, coherencia y originalidad, aunque sean mínimas. ¿Triste manifiesto humanista en una época posthumanista?
Quiero comunicar mi asombro y una sensación de que hay ciertos aspectos de mi actividad práctica que pueden quedar obsoletos con la aparición de esta tecnología que ofrece, indudablemente, múltiples posibilidades, pero también plantea interrogantes e inquietudes que pueden ser compartidas por alguien más y realizar ese diálogo imaginario que supone la escritura.
Desde hace tiempo se venía venir. Obras de ciencia ficción y películas ya planteaban dilemas al respecto, incluyendo la presentación de temores que se concretan en la aparición de una inteligencia artificial maligna que reduce la humanidad a ceniza, incluyendo la muy conocida saga de Terminator.
El hecho es que Chatgpt causa reflexiones en múltiples planos: antropológicas, psicológicas, éticas, etc. ¿Cuáles son los alcances y modificaciones que se impondrán en diversas tareas prácticas que usualmente se han dejado al conocimiento experto de especialistas como médicos, economistas, ingenieros? ¿Ahondará las desigualdades entre quienes tienen acceso y los que todavía no lo tienen? ¿Cómo se conjuga una cultura hedonista y de búsqueda del éxito inmediato con las facilidades que ofrece la inteligencia artificial en múltiples aspectos como crear talleres, proyectos de investigación o, incluso, letras de canciones, poemas, imágenes digitales? ¿Nos lleva al fin de lo humano o nos libera de esfuerzos? ¿Nos hará seres indolentes, menos inteligentes y creativos? ¿Cómo se combinará con otras realidades del momento que incluyen la degradación ecológica y la siempre abierta posibilidad de una hecatombe atómica? ¿Nuestra corporalidad necesitada –hasta el momento- impone límites finales a los usos de la tecnología?
Por ejemplo, en el ámbito más específico de la educación, ¿qué cambios produce en las actividades y relaciones que se establecen entre estudiantes y docentes? ¿Qué modificaciones se impondrán respecto a las tareas que buscan generar algún tipo de creatividad como ensayos? Se supone que la escritura busca el ejercicio de pensamiento, lo que incluye tratar de imponer orden, coherencia, lógica, creatividad, etc., así como su aplicación práctica. Creyendo, además, que eso tiene un valor intrínseco.
Recientemente en un taller dirigido a docentes universitarios, se presentaba esta tecnología y se dirigía por el camino de los usos y potencialidades que puede tener en las aulas. Las reacciones varían desde la adhesión entusiasta, el deseo de cuestionar la tecnología y descubrir sus límites o errores, hasta el escepticismo respecto a sus posibilidades. Mi posición personal es la de asombro y la sensación de que me voy quedando obsoleto.
Seguramente que habrán muchas reflexiones mucho más finas y profundas que las presentes. Pero quiero reiterar que son las que tengo ante el choque que me produce una tecnología que, en lo inmediato, introduce modificaciones en un ámbito en el que ejerzo la actividad práctica, pero que en realidad van mucho más allá, afectando diversos órdenes de la humanidad.
También es seguro que muchos adelantos tecnológicos han implicado reflexiones que van de lo apocalíptico a lo integrado (según aquella ya vieja dicotomía que planteaba Eco hace algunas décadas) y que no tenemos ninguna bola mágica que nos diga cómo será nuestro futuro. ¿Se lo preguntamos a Chatgpt?
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