En un artículo de 2016 sobre el Parque de la Industria, decía José María Magaña:
«En 1961 fue inaugurado el Parque de la Industria como respuesta a las políticas para el desarrollo impulsadas en el gobierno de M. Ydígoras Fuentes. Son más de 10 manzanas con servicios y edificios administrativos, restaurantes, concha acústica y salones para exposición, con murales en sus portadas de los maestros R. González Goyri y Dagoberto Vásquez. Destaca el monumento a la Industria en el punto más alto, hacia el sur, del que emerge el estanque en donde desembocaba un río que "nacía" en el extremo sur poniente del parque. Destacan la cascada y la fuente rodeados por seres acuáticos y personajes, conjunto creado por la imaginación del maestro Efraín Recinos. // El parque estuvo abierto al público. Los vecinos y quien quisiera hacerlo podía entrar y salir a cualquier hora del día y de la noche. Pero ocurrió que, como otros tantos bienes del Estado, fue cedido a una de las primeras alianzas público-privadas (entidades diseñadas para que los privados usufructúen los bienes públicos), al Comité Permanente de Exposiciones (Coperex), que lo cerró y desde entonces cobra por estacionarse y entrar».
El Coperex fue creado con el decreto 67-73 del Congreso de la República el 23 de agosto de 1973. El presidente del Congreso era Mario Sandoval Alarcón, líder del partido de extrema derecha Movimiento de Liberación Nacional (autonombrado «partido de la violencia organizada»); el presidente de la república, el general Carlos Arana Osorio, y el ministro de Economía, Carlos Molina Mencos.
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La ley define al Coperex como «entidad estatal descentralizada, con patrimonio propio, personalidad jurídica y capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones», con cuatro objetivos que bien pueden resumirse en realizar y promocionar ferias y exposiciones nacionales e internacionales. Está exenta «de toda clase de impuestos, tasas y contribuciones fiscales y municipales que puedan recaer sobre sus bienes muebles o inmuebles, rentas o ingresos de cualquier naturaleza. […] Exención de toda clase de derechos, tasas, impuestos, contribuciones y recargos sobre la importancia de bienes de capital y artículos de cualquier índole…».
Lo dirige su Junta Directiva, integrada por representantes del Organismo Ejecutivo (1), de la Asociación General de Agricultores (1), de la Cámara de Comercio de Guatemala (1) y de la Cámara de Industria de Guatemala (2). Así, por ley administran un bien público un representante del Estado y cuatro de la «iniciativa privada». Cada una de estas organizaciones presenta al presidente de la república una terna de la cual él escoge al representante.
Según el decreto, «los miembros directivos del Coperex desempeñarán sus funciones ad honorem, pero ganarán dieta por asistir a sesiones realizadas conforme lo establece el reglamento respectivo, no pudiendo en ningún caso celebrarse más de dos sesiones remuneradas durante la misma semana».
La inclusión de las organizaciones empresariales en la gestión de lo público es una práctica recurrente. Un artículo de Plaza Pública da cuenta de 58 instituciones públicas en las cuales varias organizaciones que dicen representar a los empresarios privados tienen grado de poder y presencia en sus juntas directivas.
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Hasta cansón es el discurso empresarial de que lo público no sirve, de que es ineficiente y de que por lo tanto debe ser privatizado. Como las cosas no siempre son así, la cúpula empresarial se ha encargado de promover la ineficiencia, y así es como logró justificar la privatización (saqueo) de bienes públicos como el ferrocarril, los teléfonos, la electricidad, etcétera.
Y es lo mismo que durante casi medio siglo ha hecho con el Parque de la Industria. A pesar de que las cámaras empresariales controlan el Coperex, lo que menos hace el Parque de la Industria son ferias industriales y comerciales y se ha convertido en un espacio para fiestas de 15 años, bodas, actividades religiosas y políticas y un gran parqueo en la zona 9 de la ciudad.
De las 238 actividades realizadas en el parque en 2019, tan solo el 14.7 % fueron feriales, según su memoria de labores de 2019. El 43.2 % fueron políticas, religiosas o sociales.
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Cada año, el Coperex solo realiza una actividad ferial propia (Interfer). Las más relevantes ferias industriales y comerciales (calzado, Filgua, construcción) migraron a los precarios centros de convenciones de los hoteles. A pesar de que durante varios años uno de los directivos de la Gremial de Calzado fue director del Coperex, últimamente la feria del calzado se ha realizado en un hotel. La Filgua, la feria del libro, prácticamente fue expulsada del Parque de la Industria. Pareciera que el objetivo de los directivos del Coperex en los últimos años fuera ahuyentar a los organizadores de ferias para que estos hagan uso de los servicios de la red de hoteles.
En 48 años de administrar el Parque de la Industria, la Cámara de Industria, la de Comercio y la Asociación General de Agricultores no han hecho ninguna obra relevante. Cerraron el parque al público y dejaron que la concha acústica se deteriorara al punto de ser inutilizable. En 2019, año prepandemia, alrededor del 24 % de los ingresos del Coperex procedieron de intereses de depósitos en bancos y del parqueo.
Sí, el parqueo, porque, de hecho, en eso han convertido el recinto: en un gigantesco parqueo.
En 2020, sus gastos de funcionamiento fueron aproximadamente de 1.1 millones de quetzales mensuales, pero los directivos del Coperex le piden al Ministerio de Salud 2 millones mensuales por el uso del espacio. Los ingresos se redujeron de manera dramática: de 30.24 millones de quetzales en 2019 cayeron a 4.56 millones en 2020.
Ello, sin embargo, no impidió que a los directivos se les pagara en dietas por reuniones Q813,840 (el 17.86 % de los ingresos).
No hubo mucha actividad en el recinto, pero los directivos no dejaron de cobrar dietas.
Los guatemaltecos desconocemos cómo es que cada una de las asociaciones que administran el parque elige a los directores. Como no son entidades públicas, no están sujetas a la ley de acceso a la información pública.
Lo que sí podemos saber es que más de un director ha estado por muchos años en la Junta Directiva: Peter James Frank Matheu (AGA), presidente en 2020, está allí desde abril de 2019; Ernesto Edgardo Wagner Durán (CCG) fue directivo durante 16 años; Carlos Arias Maselli (CIG) es director desde mayo de 2013, y José Manuel Tojín Sánchez lo fue de noviembre de 2007 a octubre de 2018.
A lo anterior hay que agregar que no es inusual que el representante del Organismo Ejecutivo también provenga de la iniciativa privada, con lo cual el control del Coperex por parte de las cámaras empresariales es absoluto. ¡Y pese a ello el Parque de la Industria está peor que hace 50 años!
Resulta interesante que en el nuevo reglamento interno del Coperex se indique que los directores —que dirigen una institución pública y reciben dietas por las reuniones en que participan— «no adquieren la calidad de servidores públicos». ¿Un intento de eximirlos de responsabilidad?
Aunque no es la única institución del Estado capturada por la cúpula de la élite económica de Guatemala, el Coperex resulta paradigmático porque, siendo una institución pública, el control privado sobre ella es absoluto.
Desde el Congreso y la sociedad civil se deben promover reformas legales para terminar con esta perversa captura de los bienes públicos.
Más allá de lo económico, que raya en la corrupción, es inaceptable que, en una democracia, el poder económico tenga un control tan descarado y abusivo de instituciones públicas.
Resulta inaudito que, encima de que a los empresarios privados se les dan espacios para que vayan a defender sus intereses, también se les pague por ello. Guatemala no puede ser un país para todos en tanto las organizaciones empresariales sigan teniendo tal injerencia en el Estado y tal control sobre este.
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