Esta situación condujo a que desde la dirección de Plaza Pública se habilitara un espacio de discusión (presencial) para discutir sobre el tema. Como era de esperarse, de los asistentes una gran mayoría éramos los mismos columnistas, también llegaron colegas periodistas, alumnos universitarios y los menos eran lectores del medio. Lamentablemente, la concurrencia real no fue en nada similar a la participación virtual. Eso ya de por sí es un mismo tema de discusión.
Pero lo que quisiera discutir en este espacio es la idea que circuló en el debate acerca de que las fronteras editoriales son una censura. En primer lugar, aunque sea un asunto de términos, la deontología periodística los denomina principios editoriales. Y no, no son una censura. Todo lo contrario. Nadie puede negar que la salida de un medio de comunicación implique la promoción de una nueva oferta comunicativa en el espacio público. Una iniciativa de esta naturaleza impactará la trama informativa, el ámbito de las ideas, así como los contenidos culturales y simbólicos, como señala Martín-Barbero.
Precisamente los principios editoriales son la forma de hacer explícito un proyecto de esa naturaleza, ya que como señala Tallón son directrices, tendencias, pórtico que enmarca la vida del medio informativo sin rigidez férrea, sino flexibilidad de junco, que permite una fidelidad absoluta a las ideas que inspiraron el nacimiento de un medio, junto con la evolución y adaptación a las necesidades del tiempo y del contexto.
Estos principios no son una condición legal o jurídica, sino un compromiso moral y público asociado a la naturaleza de los bienes con los que se opera: la comunicación y la información. La lógica de este marco es el primer paso de la autorregulación ética por parte de una entidad periodística, pues su establecimiento implica un reconocer las dimensiones sobre las cuales se basa este nuevo ejercicio periodístico, es decir, el ámbito comunicativo, intelectual, e, incluso, ideológico.
Pero el tema de los principios no debe quedarse en un marco enunciativo. Debido a la naturaleza de un proyecto periodístico, es necesario que los principios editoriales se hagan públicos, sean conocidos no sólo por sus colaboradores, sino por todos los posibles lectores de manera más amplia, pues eso favorece la transparencia del medio, le otorga una identidad particular, pero sobre todo, implica un autocompromiso. Con los principios editoriales, el medio se pone la soga al cuello, pues debe cumplir todo lo que dijo que iba a hacer. “Es una especie de contrato informal entre el medio, sus colaboradores y el público”, señala el profesor Aznar.
La existencia de estos marcos normativos dotan de credibilidad y de prestigio a un medio, a los periodistas les otorga una luz que orienta la labor periodística, pero sobre todo al público le otorga transparencia, pues le ofrece marcos de referencia para poder juzgar o criticar la oferta del medio, pero también la estabilidad de su identidad.
Muchos podrán criticar y pensar que estos argumentos son poco prácticos, no obstante, en materia del derecho a la información, cualquier ejercicio de autorregulación que permita garantizar el derecho de atraerse información, el derecho a informar y el derecho a ser informado, como dice el anuncio de una tarjeta de crédito, no tiene precio.
El solo hecho de contar con principios editoriales en un ejercicio de la libertad de expresión en sí mismo. Son una formulación y manifestación que se asume voluntaria y libremente. Son una exigencia ética, no legal. Ciertamente, el deseo de muchos sería que un día se lograra hacer compatible la agenda de un medio de comunicación con la agenda pública, pero eso es un debate inacabado. Por el momento sigue siendo una utopía.
En materia del derecho a la información, yo sigo con la convicción de que libertad no implica ausencia de reglas y normas. Esto podría ser peligroso y precisamente, un sistema autoritario es tan peligroso como un sistema en donde todos quieran irse por la libre.
Y ahora la guinda del pastel: ¿deben estos principios integrar a los columnistas?
El debate debe continuar.
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