Desde hace años he pensado que dentro de las múltiples, abundantes, sonoras y variopintas necesidades que tiene este quejumbroso país, la consolidación de la democracia debería ser una prioridad para encontrar un norte de cómo empezar a andar todas las demás problemáticas. La democracia no es la solución, es únicamente un medio a través del cual se alcanza organización y articulación social para crear movimientos sociales y políticos que transformen el país para el bienestar de amplias mayorías. No entraré en detalles sobre los problemas del país, son prácticamente cualquier indicador de desarrollo en el que Guatemala es asombrosa e imparable para fallarlos estrepitosamente; me interesa definir la infraestructura social necesaria para solucionarlos: democracia.
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Hablar de democracia es caminar en una cuerda floja porque conceptualmente es tan amplio el término que podemos hablar de todo y nada al mismo tiempo. Me centraré sin ambición ni intención de definir la concepción de democracia de forma restrictiva ni simplista, únicamente para señalar su acepción más útil para las ideas que se desean transmitir, consistente en: una metodología para que el ejercicio de poder sea de forma desconcentrado a través de mecanismos de toma de decisión colectivos, lo más amplio posible, para evitar concentrar la toma de decisiones en grupos o élites políticas o económicas. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Habiendo dado una definición mínima de democracia, hago una breve pausa de notas ideológicas previo a regresar al cariño.
El mundo (y me atrevo a decir mundo porque por una amplía mayoría el mundo se organiza mediante democracias liberales) con muchos matices, altos y bajos, se estructura sobre un diseño base: el de la democracia liberal. Aquí algunas izquierdas van a encender las antorchas y tomar palos para argumentar que es una democracia burguesa y que es parte del capitalismo y bla, bla… Conozco toda la retórica antisistema pero, más allá de la nomenclatura de democracia liberal, lo que me interesa es el método por el que las amplias mayorías tomen las decisiones en vez de las élites, ¿qué más antisistema que buscar un sistema político desconcentrado? Podemos morir discutiendo sobre los detalles, pero al menos esa base metodológica de ejercicio de poder creo que podría alcanzar consensos amplios desde las derechas hasta las izquierdas.
Ahora sí hablemos del cariño. Al pensar en cariño puedo pensar en una persona progenitora con su pequeño primate bebé o en una relación de pareja que está comenzando a andar. Pienso en toda la dedicación y paciencia que en ambos escenarios tienen las personas para dedicarse al sujeto objeto del cariño. Aunque existan dificultades se persistirá con ternura hacia el cometido de esas relaciones. La democracia hay que criarla, especialmente en Guatemala con apenas 25 años de haber firmado superficialmente una paz. Somos una sociedad que a penas empieza a balbucear, necesitaremos dedicar tiempo y recursos en la construcción de la democracia. Es y será difícil, aún falta mucho para alcanzar niveles medianamente democráticos.
Sí, creo que sí es cariño lo que quiero y lo que necesitamos, cariño por la democracia como para dedicar nuestras vidas a construirla día a día, con mucha paciencia con nosotros mismos y las demás personas.
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