Son impresionantes las imágenes y las estadísticas de los migrantes que han llegado a Europa recientemente desde Oriente Medio como resultado de los conflictos en países como Siria. Aunque no tan masivo y dramático, esto nos recuerda a la gran cantidad de guatemaltecos que abandonaron sus lugares de origen como consecuencia del conflicto armado y que se asentaron como refugiados en México, Estados Unidos, Canadá y otros países.
Estos dos casos de nuestra historia reciente confirman que una de las principales causas de las migraciones son los conflictos armados y las crisis de los sistemas políticos. Por lo tanto, no es nada raro que los estudios históricos y arqueológicos hayan definido las migraciones como uno de los medios para identificar momentos de conflicto, disrupción y colapso político.
Todas las civilizaciones del mundo han sufrido procesos de apogeo, colapso y transformación, y el caso de los mayas ...
Estos dos casos de nuestra historia reciente confirman que una de las principales causas de las migraciones son los conflictos armados y las crisis de los sistemas políticos. Por lo tanto, no es nada raro que los estudios históricos y arqueológicos hayan definido las migraciones como uno de los medios para identificar momentos de conflicto, disrupción y colapso político.
Todas las civilizaciones del mundo han sufrido procesos de apogeo, colapso y transformación, y el caso de los mayas no ha sido la excepción. Es por ello que el territorio guatemalteco fue testigo de una de las migraciones más grandes en toda la historia de la humanidad. Particularmente me refiero al llamado Colapso maya, que marca el final del período Clásico en el siglo IX a. C. Este evento ha sido identificado por investigaciones arqueológicas que han detectado que la gran mayoría de las ciudades y de los asentamientos de las Tierras Bajas Mayas (hoy en día el departamento de Petén, así como Belice, el noroccidente de Honduras y los estados mexicanos de Tabasco, Chiapas, Campeche y Quintana Roo) fueron abandonados en su totalidad.
Hay que tomar en cuenta que el abandono de ciudades es un fenómeno relativamente común en la historia antigua, pero las poblaciones generalmente se mueven a nuevos poblados o ciudades dentro del mismo territorio, tal como sucedió en Mesopotamia, Egipto, China, India, Perú y otras regiones del mundo. Lo que hace del Colapso maya del Clásico un evento singular es que las poblaciones abandonaron sus ciudades, pero nunca regresaron. Es por ello que, hasta hace poco, estas ciudades permanecieron ocultas dentro de la selva.
No es el propósito de este artículo explicar detalladamente las causas específicas que provocaron el colapso y abandono de ciudades como Tikal, Yaxhá, Piedras Negras, Naranjo, Cancuén y Aguateca. De hecho, todavía no hay un consenso en cuanto a la identificación de las principales razones de este proceso. Sin embargo, los datos arqueológicos indican claramente que, a mediados del siglo VII d. C., el sistema político monárquico que regía estas ciudades estaba entrando en una época de crisis, evidenciado por un aumento en el número de entidades políticas, así como por una mayor frecuencia de guerras. A esto hay que agregar que la crisis se mitigaba mediante la inversión en arte escultórico, arquitectura monumental y otras formas de opulencia.
Las primeras ciudades empezaron a ser abandonadas alrededor del año 760 d. C., como es el caso de Dos Pilas, Sayaxché. Es de esperar entonces que esto haya provocado movimientos de poblaciones que buscaban refugio en provincias vecinas, lo que pudo haber incrementado la presión demográfica.
A inicios del siglo IX d. C., el número de ciudades abandonadas se fue incrementando, especialmente en el noroccidente y el suroccidente de Petén, donde las guerras fueron más frecuentes. Los datos paleoambientales indican que alrededor de 830 d. C. empezaron a sufrirse los efectos de un cambio climático, con períodos de sequías que llegaron a durar hasta cinco años. En este momento, el sistema sociopolítico que regía las ciudades ya estaba tan debilitado que fue muy difícil contrarrestar los efectos de la falta de lluvia, especialmente porque muchas ciudades dependían de la captación de agua durante el invierno.
Idealización de Tikal a los pocos años de haberse abandonado por completo. Dibujo de Luis Fernando Luin.
Las últimas ciudades, como Ceibal y Altar de Sacrificios, pudieron subsistir de forma aislada hasta mediados del siglo X d. C. Aunque no se tiene un estimado exacto de la población de las Tierras Bajas Mayas en el período Clásico, se puede afirmar tentativamente que en estos 150 años se redujo a un 10 % o menos. Eso podría indicar que unos dos o tres millones de personas migraron a otras regiones, principalmente al norte de la península de Yucatán, aunque muchos pudieron ir a las Verapaces, Izabal y Chiapas.
Mapa del área maya con las posibles rutas de migración en el siglo IX d. C. Dibujo de Tomás Barrientos.
Hay que recalcar que esta migración masiva no se produjo de forma abrupta, sino que fue paulatina, a medida que cada ciudad era abandonada. Las ciudades más grandes, como Tikal, seguramente albergaron poblaciones provenientes de otras regiones, lo que finalmente aceleró los procesos de crisis interna. No obstante, en ese momento de colapso, otras ciudades al norte, como Uxmal y Chichén Itzá, experimentaron un florecimiento. En cierta forma, estos migrantes constituyeron una oportunidad para estas ciudades, que estaban mejor adaptadas a la escasez de agua y que ya no dependían de un sistema monárquico. Lo mismo sucedió en las Tierras Altas Mayas, donde no ocurrió un colapso tan dramático. A pesar de que ciudades como Kaminaljuyú sí fueron abandonadas en el siglo IX, la mayoría de las poblaciones del altiplano permanecieron en sus territorios, de tal forma que, pese al impacto de la invasión castellana y de la colonia, han permanecido allí hasta nuestros días.
La mayor interrogante dentro de este proceso es por qué no se repoblaron las ciudades de Petén. Por el momento no hay una respuesta definitiva, pero parece que fue muy difícil hacerlo sin la presencia de un sistema político centralizado como el del período Clásico y porque las rutas de comercio habían cambiado para favorecer ciudades a lo largo de la costa de la península. Las ciudades posclásicas se caracterizaron por gobiernos compartidos entre varios linajes, por lo que su escala fue menor. En cierta forma, los mayas parecen haber aprendido muy bien la lección, especialmente la de que el desarrollo de las grandes ciudades no fue precisamente el modelo más exitoso.
Por ahora, los restos de esas ciudades abandonadas es lo único que queda de una época de grandeza que al final fue desechada por su misma gente. Sus pobladores mismos decidieron migrar y buscar nuevos horizontes como un medio de cambio, pero también, lo más importante, como la única forma de lograr que su cultura sobreviviera.
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