Educación, sexualidad y construcción social

El valor de construir relaciones sanas radica principalmente en el acceso a información científica, el estar informada, desarrollar la capacidad de discernir y dialogar, escuchar y expresar emociones, sentimientos y pensamientos entre pares.

Guatemala es parte de una sociedad machista, androcéntrica y patriarcal. El primer concepto hace referencia a que los hombres son superiores a las mujeres por el simple hecho de ser «hombres», el segundo nos muestra como en torno al hombre gira el desarrollo de la sociedad y, por último, el modelo patriarcal, cuya voz y voto lo tienen los hombres. Estos tres aspectos nos muestran cómo por razones de sexo las mujeres nos vemos en desventaja política, económica, social, cultural, laboral, educativa y un largo etcétera.  

Estas características en la estructura y en el lenguaje han repercutido en nuestro desarrollo como mujeres y hombres, nos ha limitado la capacidad de dialogar, de discernir, de compartir, de reconocernos y ha instaurado desigualdades a través de la vulnerabilidad que genera la construcción de inseguridades basadas en el sexo de las personas.

La EIS aborda la esencia del ser, informa desde una base científica y procura prevenir y erradicar violencias, se dice trilladamente «EIS no es solo sexo» y he allí su importancia. La EIS nos enseña a no suponer, a no despertar inseguridades o mal entendidos entre las personas, a poder decidir sobre nuestros cuerpos y nuestra forma de vida.

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Es importante mencionar que países como Suecia, Noruega y los Países Bajos poseen una amplia trayectoria y experiencia en cuanto a programas que abordan EIS, no es casualidad que estos países, presenten una tasa de natalidad en adolescentes considerablemente más baja respecto a otros países donde el abordaje y discusión de temáticas relacionadas a la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) sigue siendo un tema tabú, como pasa en Guatemala.

Las mujeres guatemaltecas también tenemos derecho a acceder a información científica desde las instituciones del Estado, merecemos un servicio digno en cuanto a salud sexual y reproductiva, tenemos derecho a decidir en qué momento iniciar nuestra vida sexual, a decidir si queremos o no ser madres y vivir nuestra sexualidad sin prejuicios y para ello nos respalda la normativa nacional y la internacional suscrita por el país, cuyos compromisos deben cumplir todas las instituciones del Estado y principalmente el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

Las autoridades de turno en los gobiernos no deben negarnos el acceso a nuestros derechos, el acceso a información científica y a servicios de calidad con calidez en la atención. Merecemos una vida digna, una sexualidad libre, segura y plena y, sobre todo, debemos tener siempre presente que poseemos el derecho a disidir y decidir.