El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad inspiró el guión de Apocalypse now, una de las exploraciones más profundas y oscuras de la lógica de la guerra en la historia del cine, bien, más que de la lógica del espíritu, aquello donde el sinsentido del combate adquiere un sentido humano: el horror. Sucede que el ejército gringo manda a un equipo especial dirigido por el capitán Willard (Martin Sheen)con la misión de matar al coronel Kurtz (Marlon Brando) un coronel del ejército que arma su propia milicia en Camboya, es decir, ahí nomasito de Vietnam.
Brando aparece apenas unos cuantos minutos en una película que en su versión expandida dura como mil horas, tres y pico en realidad, y vale la pena enterita, como vale cada segundo de la aparición del coronel Kurtz. El coronel es una especie de intelectual de la milicia, y si me dejan hacer una interpretación muy libre, él es el corazón de las tinieblas. El tipo, un tremendo militar, y cuando digo tremendo me refiero a la acepción digno de ser temido como a digno de respeto,
"He visto el horror.. el horror que usted ha visto, sin embargo, no tiene el derecho de llamarme asesino. Tiene el derecho de matarme, tiene ese derecho, pero no tiene derecho de juzgarme. Es imposible para las palabras describir en palabras justas qué es el horror para aquellos que no saben qué es. El horror y el terror moral son tus amigos, de no serlo, entonces serán enemigos a los cuales temer".
el coronel continúa su monólogo narrando cómo pasaron a una aldea vietnamita a vacunar a los niños del pueblo, como parte de las tareas “sociales” del ejército invasor gringo. Algunos kilómetros después se dan cuenta que la aldea arde en llamas y que inmediatamente después de que ellos se fueron el vietcong llegó a la aldea y además de matar a la población, arrancó los brazos de los niños en los que los norteamericanos habían inoculado la vacuna y los apiló en una montañita de brazos. Aquella imagen quebró por dentro al laureado coronel del ejército estadounidense y le hizo pensar que con un ejército de 10 mil personas que estuvieran dispuestas a arrancar los brazos de un grupo de niños vacunados por el enemigo sería suficiente para terminar con la guerra. Añade el coronel Kurtz que aquellos soldados no eran monstruos, eran hombres, con familia, que peleaban con el corazón “hombres con moral pero que al mismo tiempo estuvieran dispuestos de utilizar sus instintos básicos para matar sin sentir, sin pasión, sin juicio, sin juicio!, porque es el juicio lo que termina derrotándonos”.
Martin Sheen escucha cuidadosamente uno de los monólogos más intensos de la historia del cine, Brando se sumerge en la oscuridad del personaje y de la selva para decir, sí, desde el corazón, esas palabras que serían la clave para entender qué es lo que sucedió en ese lugar de Camboya. Pero el punto primordial de la historia está en la actitud del coronel quien añade más adelante el rol fundamental de que Willard (Sheen) escuche y narre la historia de Kurtz porque este quiere, literalmente, que su hijo sepa por qué lo hizo.
La brillante manera en que Coppola nos coloca en la mente y corazón de Kurtz es una camionada de brazos de niños arrancados. Y sí, es imposible identificarse con Kurtz, no hay manera, el director y el guionista no dejan forma de que nos identifiquemos con aquel coronel porque, el ejercicio no es el de la identificación sino el mero acto de "desocultar", diría don Heidegger, literalmente la imagen de Kurtz es fragmentos de su rostro en medio de la sombra absoluta, apenas lo vemos, pero en ese apenas vemos su rostro, vemos su cuerpo, escuchamos su voz, el relato del horror y la necesidad de ser narrado, de ser desocultado. Claro está, insiste Kurtz "¡no me juzgue!", y ahí otro doblez entre las sombras, en la función narrativa de la película este no juzgar no se refiere a no me enjuicie, se refiere al juicio moral, digamos al prejuicio para ponerlo en algún contexto. ¿desde dónde juzga el prejuiciado cuando el juzgado está oculto en las tinieblas?, ¿desde dónde sale el juicio moral, acaso de la misma tiniebla?
Podríamos hacer una lectura generosa que sugiera que el no juzgar de Kurtz apela a la lógica de lo ético en donde la necesidad de que la historia sea narrada es lo fundamental, y no de lo moral en la que el impulso del juicio se convierte en un brazo más en la montaña.
No hay una resolución jurídica en Apocalypse Now, hay un conflicto ético de la gran puta. Pero resulta fundamental añadir que, afortunadamente, el conflicto ético nos permite profundizar en el relato, y el relato es parte de la justicia, y un juez no va a juzgarlo moralmente, coronel, puede usted ahí ser abiertamente escuchado sin sentirse juzgado, no de esa manera.
Pero en quien no puedo dejar de pensar es en el capitán Willard, ¿qué va a hacer con todo eso, capitán?, ¿qué vamos a hacer con todo esto, capitán?
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