Como un espanto, cada vez que habla en su calidad de legislador, profiere expresiones de un discurso del atraso y la regresión política. Ya en 2007, como abogado tramitador de adopciones, se oponía a la ley reguladora de la materia y argumentaba que este proceso debía quedar al libre mercado. El colmo de su visión fue comparar la adopción de niñas y niños con la compra de aguacates.
Llegó al Parlamento en la lista nacional del Partido de Avanzada Nacional (PAN). En su haber se cuenta el ejercicio de la abogacía en la rama penal, principalmente como defensor. Uno de sus clientes fue Jairo Orellana, por quien litigó fallidamente para impedir la extradición a Estados Unidos.
En los escasos ocho meses que lleva como legislador se ha caracterizado por el impulso de propuestas que nutren el imaginario de la represión y el retroceso. Entre las varias iniciativas presentadas por Linares Beltranena, que gusta de fotografiarse sonriente y vistiendo corbatín, se encuentra la de la reactivación de la pena de muerte. Una propuesta que contradice los compromisos asumidos por el Estado guatemalteco en esa materia y que contraría la abolición de hecho por su falta de aplicación en los últimos años.
Pero, si esta idea es atrasada, mucho más aún lo es la iniciativa de proponer una ley que estimule «la búsqueda de hombres». Ese planteamiento, más que expresar una legítima preocupación por los hombres que están desaparecidos, es un mecanismo burdo que desnuda su misoginia, pues contiene un discurso que favorece la violencia contra las mujeres.
Otra de sus ocurrencias fue la impresión de calcomanías en favor del Legislativo. Las pegatinas usaban el reconocido símbolo del corazón en medio de las palabras «yo» y «Congreso», para indicar que quien la usaba sentía cariño por el Parlamento. Una forma de buscar respaldo para un organismo cuyo desgaste político continúa ante la falta de profesionalismo y la presencia de mediocridad y corrupción entre las diputadas y los diputados. Para colmo, Linares cargó a la caja de gastos del Parlamento el costo de las dichosas estampas de apoyo.
Luego del ridículo ante su fallida campaña de respaldo, el diputado del corbatín propuso un incremento al salario de los miembros del Legislativo. Idea que los jefes de bloque del Congreso rechazaron no solo por falta de recursos económicos en el erario, sino también porque sumaría al enorme desgaste que ya enfrentan.
Su más reciente ocurrencia quizá haya sido inspirada por los discursos de la convención del Partido Republicano en Estados Unidos, a la cual asistió. Donald Trump, el ungido candidato de dicho partido, se distingue precisamente por su espíritu xenofóbico y antiinmigrante.
Linares volvió de dicho evento y se incorporó a las discusiones sobre el código de migración. Al igual que con las otras propuestas, en este campo también sacó a relucir sus ideas del atraso. Cuando el código se discutía en redacción final y por artículos, se introdujeron propuestas de enmienda. De la mano de Linares llegó la que plantea la expulsión del país de aquellas personas no guatemaltecas que alteren el orden público.
En esencia, se trata no de un legislador díscolo, por más que lo sea, sino de un exponente del peor conservadurismo y atraso político, digno de verse en los museos, mas no en el Congreso.
Más de este autor