Prensa Libre (de sana crítica razonada) logró superar su nivel habitual de racismo e ignorancia y de nuevo mostró una falta de análisis espectacular en su ataque (editorial del 24 de octubre) al Codeca y al paro nacional al que convocó para hoy. Semejantes pendejadas habría esperado de las columnas de los integrantes de la escuadrona de la desinformación (Kaltschmitt, Trujillo, Preti, Gloria Álvarez, etcétera), pero parece que Prensa Libre ahora aspira a niveles de reportaje tipo Fox News, con un discurso que invoca el espíritu de Donald Trump después de unas chelas en compañía de sus cuates de vestuario. No pensé que fuera posible, pero enhorabuena, Prensa Libre. Lograron tocar un nuevo fondo.
Dicho editorial no solo se desentiende de la situación de abandono y saqueo total de los pueblos indígenas, sino también pretende secuestrar el discurso de los derechos humanos para justificar su rechazo al paro. Como suele ser el caso con el Cacif (seguramente ya planteó su amparo) y con otros que se quejan mientras están sentados durante unos minutos más de lo habitual en el tráfico (que, de hecho, con o sin paro es un desmadre total —gracias, Arzú—), el derecho que reclaman es el derecho a la libre locomoción. Pues en términos muy claros les puedo decir que su análisis es totalmente sesgado y carente del más mínimo entendimiento de los derechos humanos.
Su análisis empieza bien. Es cierto. Sí hay una manifestación, y esta bloquea una carretera, lo cual constituye una interferencia al derecho a la libre locomoción. Pero el análisis no debe acabar allí. Hay que ver si esa interferencia se justifica o no haciendo referencia a los derechos reclamados por los manifestantes. Para averiguar esto se deben identificar todos los derechos en juego y llevar a cabo la prueba de proporcionalidad. Los derechos más evidentes en ejercicio son los derechos de libre asociación y de manifestación. Pero tampoco podemos quedarnos aquí. Tenemos que ver qué derechos se reclaman a través de la manifestación: el derecho al agua (no más desvíos de ríos), el derecho a la tierra (no más desalojos ilegales y forzosos), el derecho a la alimentación (la desnutrición en las comunidades rurales es crónica) e incluso el derecho al acceso a energía eléctrica a un costo razonable. Todos estos derechos son internacionalmente reconocidos como fundamentales. A cambio, el derecho de libre locomoción no tiene ese estatus en este contexto.
Una vez identificados todos los derechos afectados se puede hacer el análisis de proporcionalidad. Es decir, si mi derecho de libre locomoción está siendo afectado, ¿puede justificarse esta interferencia invocando la violación diaria de los derechos fundamentales que sufren los manifestantes? ¿No es acaso su modo de llamar la atención sobre su situación para alcanzar un fin legítimo? Como se dice en buen chapín: ¡a huevos!
Entonces, si te encuentras hoy con un poco de tráfico, te aguantas. ¿No puedes llegar al trabajo a tiempo? Te aguantas. Hay derechos que simplemente superan a otros y que son más importantes que el sacrosanto derecho a la libre locomoción y que tu derecho a ser productivo. Las personas que han convocado a este paro nacional lo hacen porque ya han agotado las vías menos disruptivas a tu rutina diaria y porque el Estado sigue sin atender sus reclamos legítimos y sus necesidades básicas. Y si no puedes circular libremente por el país durante un día, piensa por un momento en las condiciones de gran parte de las comunidades rurales, que viven en un estado de pobreza a causa de su historia y del actual desplazamiento de sus territorios por aquellos que reclaman ahora su derecho a explotar esas tierras y a la misma población indígena. Espero que, mientras disfrutas del tráfico, contemples por un momento esa hipocresía.
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