El poder de las migraciones en los imaginarios políticos*
El poder de las migraciones en los imaginarios políticos*
Las migraciones masivas de personas generalmente se asocian con períodos de caos, de conflicto, y con la caída de sistemas sociopolíticos y económicos. No obstante, hay migraciones que influyeron en la conformación y el desarrollo de las sociedades antiguas a tal grado que han cambiado el curso de la historia de la humanidad hasta nuestros días. Estas son las migraciones míticas.
El caso más ejemplar es el Éxodo del pueblo hebreo, que se celebra en el Pésaj (la Pascua judía) y conmemora la liberación de los israelitas de su esclavitud en Egipto. De acuerdo con la Biblia, más de 600 000 hebreos salieron de Egipto y por 40 años migraron hacia Canaán, la Tierra Prometida, bajo el liderazgo de Moisés. Hasta hoy no existen pruebas arqueológicas que ratifiquen la veracidad de dicho relato, por lo que el Éxodo puede ser considerado como una migración mítica, cuya im...
El caso más ejemplar es el Éxodo del pueblo hebreo, que se celebra en el Pésaj (la Pascua judía) y conmemora la liberación de los israelitas de su esclavitud en Egipto. De acuerdo con la Biblia, más de 600 000 hebreos salieron de Egipto y por 40 años migraron hacia Canaán, la Tierra Prometida, bajo el liderazgo de Moisés. Hasta hoy no existen pruebas arqueológicas que ratifiquen la veracidad de dicho relato, por lo que el Éxodo puede ser considerado como una migración mítica, cuya importancia radica en el campo de la fe, y no en el de la historia. De cualquier manera, esta migración es el principal fundamento de la religión judía y posteriormente jugó un papel importante en el surgimiento del cristianismo.
Idealización artística del Éxodo (obtenida aquí).
En el caso de la Mesoamérica prehispánica, también existieron migraciones míticas que fundamentaron las ideologías políticas. Aunque los textos jeroglíficos mayas proporcionan algunos indicios de mitos antiguos, la mayor parte de la información proviene de los relatos contenidos en documentos elaborados en las décadas anteriores y posteriores a la invasión española. Su estudio es objeto de la disciplina llamada etnohistoria.
La etnohistoria mesoamericana contiene abundante información acerca de los mitos de origen de los distintos grupos que habitaron esta región que abarca desde el norte de México hasta las costas de Nicaragua y Costa Rica. En general, estos relatos escritos durante los siglos XVI y XVII tienen una notable similitud en lo relativo al origen de los seres humanos y a su migración hacia los territorios que llegaron a dominar.
Antes de abordar las migraciones míticas mesoamericanas es importante enfatizar que, durante los siglos XV y XVI, la mayor parte de Mesoamérica estuvo fuertemente influida por poblaciones de origen nahua a través de la expansión del Imperio azteca. Dicho imperio se originó a partir de grupos de habla nahua, cuyas raíces, de acuerdo con los lingüistas, se pueden remontar hasta los primeros siglos de nuestra era y quizá antes. Los investigadores también coinciden en que los grupos nahuas trazaron sus orígenes desde varios lugares míticos como Chicomoztoc, Culhuacán, Tamoanchan y Tollan.
Por el impacto que ha tenido en Guatemala, ahora me centraré en el lugar conocido como Tula, Tulán o Tollan, que significa ‘lugar del tul’, siendo el tul un tipo de junco, carrizo o caña que crece a orillas de lagos. Dentro de la mitología nahua, este es el lugar de origen del conocimiento, la medicina y la sabiduría. De ahí que, en los mitos, los primeros seres civilizados son los toltecáyotl o toltecas (‘gente de Tula’) y que su fundador y guía fue Quetzalcóatl (‘Serpiente Emplumada’), conocido en los idiomas mayas como Kukulkán o Q’uq’umatz.
A lo largo del período Posclásico Temprano (900-1200 d. C.), el concepto de Tollan y de su gobernante Quetzalcóatl se convirtió en el referente para el desarrollo de los sistemas sociopolíticos en el altiplano central de México. En el período Posclásico Tardío (1200-1524 d. C.) sucedió prácticamente lo mismo con todos los pueblos mesoamericanos, incluyendo los distintos grupos mayas, que adoptaron dicha ideología. Es por ello que las principales ciudades de aquel entonces fueron concebidas como una representación de Tollan, como es el caso del sitio arqueológico hoy conocido como Tula, que se encuentra en el estado de Hidalgo, en México. Sin embargo, otros sitios más antiguos y contemporáneos como Teotihuacán, Xochicalco, Cholula, Tenochtitlán y Chichén Itzá también fueron identificados como representaciones de Tollan, dado su papel central en las dinámicas demográficas y sociopolíticas del momento.
Esculturas de guerreros (Atlantes) en el sitio arqueológico Tula, en el estado de Hidalgo, México (foto obtenida aquí).
Aunque actualmente se la conoce como Tula, la etnohistoria indica que hubo otras ciudades que se conocieron bajo la misma categoría de Tollan, como los casos de Cholula, Xochicalco y Teotihuacán.
Ubicación de los sitios arqueológicos mencionados en el texto. Mapa de Tomás Barrientos.
En el caso de los aztecas o mexicas, su origen se ha identificado en la región Chichimeca, ubicada en el norte de México, la cual era considerada una tierra de bárbaros. No obstante, después de conquistar la región del altiplano central de México (el actual Distrito Federal y sus alrededores), el emperador Itzcóatl ordenó en 1439 reescribir la historia del pueblo mexica y definirse como descendientes directos de los toltecas de Culhuacán, con lo cual legitimó su linaje y autoridad.
Reproducción de un fragmento del códice Boturini, también llamado Tira de la Peregrinación. Este códice mexicano fue pintado durante el siglo XVI y narra la migración mítica de los aztecas desde su lugar de origen, Aztlán. Foto de Tomás Barrientos.
Lo anterior sirve de base para interpretar los mitos migratorios que aparecen en las crónicas mayas escritas en los siglos XVI y XVII, que mencionan a Tula o Tollan como su lugar de origen. Documentos como el Popol Vuh o el Memorial de Tecpán Atitlán describen con detalle la migración de los ancestros de los pueblos k’ich’e, kaqchikel y tz’utujil, entre otros, desde ese lugar conocido como Tula. Si se estudia con cuidado la mitología nahua, que para ese entonces se había difundido por toda Mesoamérica, es necesario considerar estas migraciones como de naturaleza mítica, cuya principal función fue legitimar linajes, alianzas y expansiones políticas anteriores a la conquista española. Luego, ya en el régimen colonial, estos relatos justificaron el derecho a territorios que los grupos indígenas reclamaron. Dentro de este contexto, la ciudad de Q’umarkaj, principal centro de poder político de los k’iche’, fue nombrada así porque significa ‘lugar de cañas viejas’, lo cual indica que para sus habitantes era considerada su propia Tula o Tollan.
Lamentablemente, las migraciones míticas que se describen en los documentos etnohistóricos de Guatemala han sido interpretadas en forma literal y fuera de su contexto histórico. Aun cuando no hay evidencia arqueológica de una migración masiva de grupos nahuas al altiplano guatemalteco, estos relatos se han usado como prueba de un supuesto origen tolteca o nahua de las actuales poblaciones indígenas de Guatemala. Además, son el arma principal para argumentos racistas que desligan a estas poblaciones de un pasado que convenientemente se ha limitado al territorio de Petén. Estas ideas se diseminaron a partir de la década de los años 1940 y adquirió gran fuerza a partir de la década de los 60, cuando el conflicto armado interno incrementó las divisiones de tipo étnico en el país.
Como resultado, la idea de un origen mexicano de las poblaciones indígenas de Guatemala es un fuerte estereotipo que todavía se reproduce en los centros educativos y que tiene un fuerte impacto en la manera como se percibe al indígena actual, en contraposición al maya puro, que habitó ciudades como Tikal. En otra ocasión comentaré este mito del maya puro, pero por ahora me remito a concluir que las migraciones míticas toltecas han tenido un efecto muy importante en la construcción de los imaginarios políticos que fundamentan la identidad guatemalteca actual. Vale la pena estudiar y entender la naturaleza de estas migraciones para contar con una opinión más crítica de quiénes somos y de dónde venimos.
* Agradezco los comentarios y las sugerencias recibidos por parte de la magíster Matilde Ivic de Monterroso para la redacción de este artículo, ya que ella es una especialista en la etnohistoria de Guatemala. Actualmente labora en la Universidad del Valle de Guatemala como catedrática del Departamento de Arqueología e investigadora del Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas.
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