Varias decenas de soldaditos de plástico colgando de hilos de nylon, una fotografía de una muñeca indígena sin ropa, recogida y fotografiada en el basurero de la Zona 3, un biberón repleto de balas, el registro de un sismógrafo: estas son algunas de las piezas que presenta una exposición de arte llamada Post/Después del genocidio.
Un total de 41 artistas participan en esta muestra montada en el espacio para las Artes Visuales Yantra ―13 calle "A" 11-20 Zona 1, Guatemala―, y curada por un grupo llamado “equipo de agentes curatoriales”, al frente del cual se encuentra Annemarie Brand. La muestra pretende analizar el presente “tomando como marco histórico, la postguerra y el postgenocidio”.
Brand, artista y curadora suiza-guatemalteca, explica el título: “Asumimos que en Guatemala hubo genocidio, hubo guerra, y que mucho de los achaques de la violencia actual son consecuencia de eso. La idea de la muestra es establecer un ejercicio de diálogo que no se polarice inmediatamente, para analizar el presente”.
Para esto, el "equipo de agentes curatoriales" abrió una convocatoria: quienquiera podía participar, y ninguna propuesta sería rechazada. Obviamente, el resultado es una exposición con piezas muy dispares en cuanto a calidad.
Entre la lista de participantes destacan los nombres de artistas bien asentados en el panorama de las artes visuales, como Jorge de León, Sandra Monterroso, Ángel Poyón, Yasmín Hage. También están artistas más jóvenes que aún buscan ser reconocidos, y personas que nunca habían enviado piezas a una muestra de arte. Entre ellos, el guardián del hangar donde se presenta la exposición, Pedro Brito, quien pidió que se incluyera un pequeño texto en el que reflexiona sobre su uso del castellano y del ixil, su idioma materno.
Anne Marie Brand insiste en que la muestra no busca representar el genocidio. “No hablamos de la guerra, ni del juicio ni del genocidio. Hablamos del presente. Esto abre un abanico de posibilidades para hablar de un presente individual o colectivo”. En ese sentido, el título Post/después del genocidio, simplemente sería una referencia cronológica: arte producido después del conflicto armado.
Sin embargo, no es así como lo entendió la mayoría de los artistas participantes. Con mayor o menor acierto, las piezas tienden a representar el genocidio, los soldados, los generales, las víctimas, o sus consecuencias más directas, como la disolución de la identidad indígena.
En las piezas más conceptuales, resulta difícil entender dicha reflexión sobre el presente a través de la historia. En un video de Diego Sagastume, un joven se orina en los pantalones. En otro video, Jorge Linares muestra el paso de los carros por una carretera. Gracias a un sencillo efecto visual, los vehículos van dejando la huella de su paso en la imagen, como si fueran brochas pintando la pantalla. Estéticamente es una pieza muy bien lograda, pero resulta complicado encontrar la relación entre una carretera que podría estar en cualquier parte del mundo, y el presente de Guatemala.
Anne Marie Brand opina que el periodo artístico actual debe ser llamado de postguerra o de postgenocidio, al igual que hay un arte renacentista o un arte medieval. “Si no te sitúas en la historia del arte, no sabes adónde vas”, afirma. Agrega que este periodo no puede tener límites predefinidos, y que, los próximos veinte años serán parte de las post guerra, ya que “seguiremos sufriendo de las mismas enfermedades sociales”.
Esta categorización es rechazada por el artista Jorge de León. “No me considero un artista del postgenocidio.” Además, piensa que las artes visuales no son la mejor forma de analizar conceptos como el de genocidio o postgenocidio. “Me interesa el arte político, no el panfleto”, expresa.
Leonel Juracán, escritor y poeta, decidió participar, por primera vez, en una exposición de artes visuales. Lo hizo con un cuadro inacabado que representa, en clave realista, la plaza central de Malacatancillo. En vez de estar colgado en una pared, el cuadro se presenta semienterrado en un montículo de tierra. Afirma que de esta forma quiere referirse a los territorios dados en concesión a las empresas mineras.
Juracán tampoco se ve muy convencido por la idea en que se basa la exposición. “El título deja pensar que los organizadores esperaban obras optimistas, como si, después del genocidio, la vida sigue y las heridas se cierran. Lo que vemos es que los artistas van más hacia lo necrófilo.”
Rechaza que el periodo actual pueda ser calificado de postgenocidio. “El genocidio es un proceso constante que empezó, digamos, con el imperio romano, y que consiste en la eliminación de las culturas marginales por una cultura dominante. Es un proceso que sigue: hoy en día muere asesinada tanta o más gente que durante la guerra”.
De León y Juracán se muestran escépticos en cuanto a la idea de que la muestra permita un diálogo sobre la historia y sus consecuencias actuales. “Somos el mismo pequeño círculo desde hace años”, dice Jorge de León señalando al público presente durante la inauguración. “No hay diálogo. Si lo hubiera, estaría aquí la gente de la Zona 5”, opina Leonel Juracán.
“El arte es un proceso religioso que crea templos-galerías, santos-artistas y predicadores-curadores. No incluye a las mayorías. La publicidad llega más lejos que el arte”, agrega el poeta.
Anne Marie Brand no rehúye del debate, y sabía que el tema generaría polémica. “Hemos tenido conversaciones intensas, y ha habido gente que me ha mandado a la chingada, incluso amigos cercanos, por el título de la muestra”, afirma. Sin embargo, se enorgullece de haber logrado, con recursos mínimos, una muestra variada. “Participan compas de Comalapa, de Antigua, San Lucas, una artista argentina, una de Francia, un salvadoreño.” Agrega que lo más importante de la exposición, no era tanto presentar obras de extraordinaria calidad, sino “dialogar, atreverse a discutir. La gente no está acostumbrada a esto, y menos sobre cuestiones sociales y políticas”.
Texto: Sebastián Escalón
Fotografías: Sandra Sebastián