Flacas del mundo, relájense

Tengo una amiga súper flaca que cada vez que alguien le dice lo bien que se ve, ella responde que cuál, que en realidad está gorda y que ha subido de peso los últimos meses… aunque no sea cierto. No es anoréxica ni tiene problemas con su físico, más bien no puede evitar protagonizar ese encantador ritual citadino de tirarse al suelo para que la levanten, como dicen por acá.

Su comentario siempre me provoca una sonrisa por lo mal paradas que nos deja a sus amigas, aquellas a quienes eso de disfrutar la comida se nos da muy bien. No lo hace de mala fe, simplemente la traiciona el inconsciente que parece no estar muy seguro de lo que ve todos los días frente al espejo.

También conozco el caso de otra chica que en cada desayuno, comida o cena a la que es invitada siempre hace referencia a la gorda que lleva dentro para justificar ese apetito voraz que le hace a su cuerpo lo que el viento a Juárez. Aún no decido si lo suyo es culpa por ser poseedora de tan envidiable metabolismo o presunción por haber alcanzado el máximo sueño de toda mujer: comer sin engordar.

No chicas, no. Ni están gordas ni llevan una gorda dentro que, como solitaria, almacena todo lo que consumen. Están flacas, bien por ustedes; disfrútenlo. No tienen que ir por la vida echándonos en cara que podrían estar como la mayoría de las mujeres de este país, pero, chin, sólo que tienen 20 kilos menos.

Si gracias a la determinación, la fuerza de voluntad o la suerte no forman parte de la estadística, aplausos suertudotas, tienen todo nuestro respeto y admiración. Pero ya dejen de compararse con el resto que nuestros kilos de más nos los hemos ganado a pulso. “Es que tengo alma de gorda y por eso me comí dos rebanadas de pizza”. No, por favor. ¿Dos rebanadas? Eso no es ni una entrada en casa familiar un domingo de vacaciones en Acapulco, así que paren de sufrir.

Las gordas de a de veras tenemos suficiente con saber cómo estamos y lo que debemos hacer, como para que además vengan usurpadoras a hablarnos de sus problemas con presuntos kilos extra, los antojos y la comida prohibida #dior #AlguienDeténgalas. Nosotras no sufrimos tanto, eh #Sépanlo

Y si se lo propusieron y bajaron todos esos kilos que tenían de más, créanlo, ya no están gordas. Así que erradiquen esa palabra de su vocabulario y a lo suyo. Déjennos a nosotras con nuestra concha con nata y los tacos de barbacoa, que ya sabremos si nos los zampamos o no, y si sufrimos por ello o no. Si muchas estamos en paz con nuestra gordura, ustedes pueden reconciliarse con su flacura.

* Publicado en Animal Político, el 15 de abril 2014.