Era una oportunidad muy linda: desde un espacio nuevo en una plataforma cincuentenaria teníamos la oportunidad hacer periodismo sin intereses comerciales, partidarios o de negociaciones políticas en Guatemala.
Después de muchas reflexiones y deliberaciones, el Consejo de esta universidad me confió un medio en el que primara el cálculo periodístico sobre el cálculo político, en el que yo pudiera decidir quiénes integrarían mi equipo más cercano, y luego junto a mi equipo más cercano pudiéramos decidir quiénes serían nuestro equipo. Plaza Pública está compuesta por 16 personas de primer nivel, dignamente remuneradas y con libertad para hacer su trabajo. Es un medio en el que nosotros los periodistas, y yo como director, hemos podido decidir los temas, los enfoques y las publicaciones.
Por medio de mucha comunicación, diálogos sinceros y las cartas sobre la mesa, pudimos construir una relación de confianza entre el periodismo independiente y la institucionalidad landivariana. Así lo hicimos durante 2011 y 2012, y, con algunos sobresaltos, en 2013. Con esta libertad y este respaldo, en Plaza Pública obtuvimos en exclusiva los cables de EEUU revelados por WikiLeaks y los hicimos públicos con contextualizaciones e independencia; escribimos perfiles profundos y balanceados sobre los políticos más poderosos; denunciamos el trabajo infantil en el azúcar y el café; investigamos sobre el tráfico de mujeres y cómo campesinos son desplazados por la palma africana y el narcotráfico; reportamos sobre la conflictividad en el campo y sobre la justicia transicional y todos sus actores de maneras transparentes, complejas y sin miedos.
Al equipo periodístico se sumó una treintena de columnistas jóvenes, con experiencia, desenfadados, que mostraron –sin cobrar un centavo– que existen otras voces en nuestra sociedad y otras formas de comprender y encarar nuestro país. Y un Consejo Editorial, con participaciones también ad honorem, que debatió, con el interés puesto en la democracia y la justicia, sobre la importancia de las publicaciones de Plaza Pública.
Cuando el periodismo cuenta con un equipo valiente y riguroso y una línea editorial que sigue el interés público, y no el interés sectario, tiende invariablemente a entrar en tensiones con el poder. Eso es su valor en la democracia, pues empodera a los ciudadanos y reduce la impunidad imaginaria de los poderosos. El equipo de Plaza Pública, los columnistas, el Consejo Editorial y la Universidad Rafael Landívar han soportado las presiones con dignidad y gallardía.
Hemos podido hacer este oficio de la forma en la que lo soñamos. Con intrepidez y curiosidad, con transparencia. Hicimos pública la forma en que se financia un medio, publicando los porcentajes de financiamiento de la Landívar, de Open Society Foundations, del instituto holandés Hivos. También explicitamos cuando alguna organización o país amigo nos ayudó para financiar viajes para coberturas.
Transparentamos la toma de decisiones. Ante críticas y preguntas de columnistas y lectores sobre el cierre de una columna que había traspasado las fronteras editoriales originales, organizamos un foro público para interpelarme como director del medio, el 19 de febrero de 2013. Debatimos y nos comprometimos a reflexionar; negociamos en el Consejo y el 9 de julio de 2013 eliminamos las fronteras editoriales.
Por estos resultados, por el empeño y las capacidades que puse a disposición de Plaza Pública, casi 40 meses después de que me confiaran esta tarea puedo decir: misión cumplida.
Contamos con un equipo de primer nivel que promedia treinta y pocos años de edad y estamos construyendo un semillero de periodistas. Contamos con publicaciones que han aportado de manera intensa para transformar y repensar las relaciones de poder en Guatemala. Desde nuestra pequeña plataforma hemos enriquecido el periodismo en nuestro país y en América Latina, en donde nos reconocen como uno de los diez medios digitales más interesantes de la actualidad. Por eso hemos sido finalistas de algunos de los más prestigiosos concursos continentales este año. Pero más importante es que nuestros lectores, que suman hasta cien mil visitas a la página cada mes, pueden encontrar textos y multimedia en los que se respira libertad, rigurosidad, crítica, nuevas ideas y optimismo.
Pero hay otros factores, no periodísticos, que desgastan las relaciones. Este último año se ha desgastado la mía con la Universidad Rafael Landívar. Ha sido un desgaste que empezó en febrero y tras nueve meses de intentar recuperar la relación, por varias decisiones y mensajes intercambiados, me di cuenta que ya no era posible.
El episodio que me hizo ver que ya no había vuelta atrás fue cuando el 31 de octubre la mayoría del Consejo Editorial decidió, sin preguntarnos a la minoría, no permitirme reproducir un texto que yo había publicado en otro medio; y esta mayoría del Consejo decidió que ya no fuera este servidor, sino otros integrantes del medio, quienes se relacionaran con otras unidades en la Universidad. Lo interpreté como el anuncio de que desde ese momento ya no tenía la capacidad como director de tomar decisiones. Este servidor no puede ser director de un medio con estas condiciones y por eso era tiempo de presentar mi renuncia y pasar la estafeta.
Es indispensable subrayar un punto: La URL nunca ha intervenido estos tres años en el contenido del medio ni nos ha vetado publicar ningún artículo periodístico.
Plaza Pública cuenta con periodistas de primer nivel. Estoy seguro de que podrán revitalizar la relación de Plaza Pública y su universidad, la URL, y continuar con la misión de reivindicar la democracia, los derechos humanos y la búsqueda de la verdad.
Esta renuncia, irrevocable, fue presentada el 28 de noviembre de 2013 y se hizo efectiva desde del 31 de diciembre de 2013. Ahora asume como nuevo director Enrique Naveda, a quien recomendé como el periodista indicado para hacerse cargo del medio.
Continuaré mi relación con la Universidad Rafael Landívar como catedrático, y que la Universidad y Plaza Pública tengan presente que pueden contar conmigo para consejos e ideas.
Es una decisión que naturalmente me tomó tiempo y reflexiones, pues he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida profesional haciendo periodismo desde Plaza Pública, creciendo como persona y aprendiendo a fundar y dirigir un medio con independencia y calidad. A la Universidad Rafael Landívar le agradeceré siempre por la confianza y el respaldo; a los integrantes del Consejo Editorial, por su valor y apertura; a Open Society Foundations, Hivos, Suecia y la FES, por la confianza y su compromiso desinteresado; a los columnistas, por oxigenar esta plaza y al debate nacional; al equipo de la redacción, por ese periodismo valiente y tozudo del que siempre estaré orgulloso; a los colegas periodistas más experimentados en Guatemala y América Latina, por sus consejos e inspiración; y a los lectores, por sus estándares altos y su generosidad para con Plaza Pública y conmigo.
Desde ahora emprenderé la aventura de fundar mi propio medio online.
Martín Rodríguez Pellecer
martinrodriguezpellecer.com
@martin_guate
www.nomada.gt (en 2014)
@nomada_gt
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