El ataque a los incentivos a sectores económicos proviene tanto de la izquierda como de la derecha y es, en parte, producto de una visión retrógrada de la división internacional del trabajo. Muchos creen que con estos incentivos se desperdician recursos porque podríamos obtener productos más baratos si simplemente los compráramos del exterior. Es algo que muchos aprenden en la primera clase de economía: el comercio es valioso para todos porque podemos aprovechar las ventajas que otros países tienen para producir distintos productos de una manera más barata. Sin embargo…
Sin embargo, parece que esta es una estrategia perdedora. Especializarse en un sector de baja tecnología, en el cual tenemos ventaja y es fácil que otros competidores entren, solo es una receta para el fracaso. ¿Acaso Guatemala no ha sufrido tantas veces por apostar a sectores agrícolas de baja tecnología? Perdimos con el añil, con la cochinilla, con el algodón. Y hemos perdido tantas veces con el café. Parece que contentarnos con las ventajas comparativas de ser un país tropical ha sido una mala receta económica.
Por lo mismo, hay dos razones para cuestionar esta versión ingenua de la división internacional del trabajo. Primero, la evidencia estadística reciente muestra que, para desarrollarse, los países no se especializan en sus exportaciones. El camino al desarrollo empieza por diversificar las exportaciones. Es hasta que las economías llegan a tener un ingreso promedio cercano a $20 000 de hoy cuando los países empiezan a buscar nichos de mercado especializados. Guatemala está aún por los $7 000. Así, la diversificación, no la especialización, es lo relevante. ¿Por qué? Porque los países no nacen sabiendo para qué son buenos. Por eso mismo tiene mucho sentido la preocupación por identificar nuevos sectores económicos, algo que ha justificado la existencia del Programa Nacional de la Competitividad (Pronacom) y propuestas como la Zona Libre de Industria y Comercio (Zolic) y el acuerdo 29-89. Es obvio que con las apuestas en café, banano y similares no vamos a desarrollarnos, pues llevamos décadas con ellos.
Segundo, la evidencia histórica muestra que las ventajas que un país tiene para producir un producto no son estáticas. No solo porque las condiciones domésticas e internacionales cambian constantemente, sino porque, sobre todo, es posible aprender nuevas habilidades. No solo los trabajadores (vía educación y capacitación), sino también los empresarios y gerentes (vía nuevas empresas, experimentos y educación) y el Gobierno (vía mejores prácticas de otros países o experimentos), pueden aprender a ser parte de nuevos sectores económicos exitosos. Al aprender sobre nuevos sectores, la economía de dichos países cambia y permite mayores niveles de ingreso. Eso permitió el primer florecimiento inglés a partir de la decisión del rey Eduardo III de promover la industria de la lana en el siglo XIV, lo que le permitirá eventualmente desplazar el eje económico europeo lejos de Venecia. Eso permitió el desarrollo coreano de la mano del gobierno de Park, que incentivó la producción de acero, barcos y automóviles, algo que nadie habría creído posible. Tanto así que hasta el Banco Mundial se opuso a dar apoyo para la industria acerera coreana hace 40 años. Lo mismo sucede con Estados Unidos y su sector tecnológico, el cual tuvo un apoyo increíble del sector público.
La lección es clara. Si países como Guatemala quieren desarrollarse, no tienen que dar por sentado que lo que hacen hoy es para lo que son buenos. Es necesario dedicar recursos para crear nuevos sectores económicos que gocen de economías de escala y así generar más empleo con mayores salarios y con mayor capacidad de competir internacionalmente. No comprender el rol del aprendizaje (ventajas comparativas dinámicas) en la economía es no comprender cómo funcionan las economías modernas. En lugar de creer que cruzándonos de brazos vamos a lograr desarrollarnos, tenemos que reconocer que el reto es actuar: mover nuestras instituciones privadas y de gobierno para aprender a construir nuevas industrias que generen más beneficios para el país.
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