Infancia guatemalteca: sola en México

Las cifras de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación indican que para 2014 se presentaron ante autoridad competente un total de 10,943 menores de edad que viajaban solos a Estados Unidos, cifra que permanecía prácticamente invariable en 2019, con 11,866 de ellos.

Se puede ahondar más en las cifras mencionando que durante 2014, del total de menores no acompañados que fueron presentados ante autoridad competente, el 39.8 % fueron guatemaltecos y que en 2019 esa proporción fue del 38.7 %. En otras palabras, en términos tanto absolutos como relativos, las cifras son constantes, es decir, no hay un cambio que permita revertir esa tendencia.

Ante esta calamidad, en 2016 el Estado mexicano reformó la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, la cual tiene un capítulo específico para la infancia migrante.

En principio, esta ley reconoce los derechos que tiene este grupo poblacional en territorio mexicano, a la vez que indica que se debe crear una base de datos para construir la ficha demográfica de las niñas, los niños y los y las adolescentes.

Es de reconocer que el artículo 96 habla sobre la prohibición de devolver cualquier menor de edad cuando su vida, seguridad o libertad esté en peligro. De igual manera, el artículo 97 indica que cualquier decisión sobre la devolución de un niño, de una niña o de un adolescente a su país de origen o a un tercer país seguro solo podrá basarse en los requerimientos del interés superior de dicho menor de edad.

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Sin embargo, aquí cabe cuestionar las decisiones de las autoridades mexicanas, pues solamente durante 2019 devolvieron a sus países de origen a un total de 9,576 menores que migraban no acompañados.

Pero ¿por qué los menores migran en solitario a Estados Unidos?

Esta pregunta, en principio, debe responderse indicando que, cuando una niña, un niño o un adolescente toma la decisión de dejar su hogar, no lo hace en medio de una celebración, sino que es la única opción que tiene, pues huye del horror de la violencia provocada por las maras, así como del hambre provocada por los salarios de miseria que devengan sus padres o por sequías prolongadas.

Cifras del Unicef detallan que Guatemala es el país de América Latina con la mayor tasa de desnutrición aguda y que, de acuerdo con el Ministerio de Público de este país, cada día desaparecen en él cuatro mujeres.

Con esos indicadores cabe cuestionar el papel de las autoridades mexicanas. ¿Bajó qué criterios se toman esas decisiones? ¿México devuelve a estos menores de edad a un lugar seguro a sabiendas de que los devuelve para ser presa fácil de la miseria, del hambre y de la inseguridad, contexto del cual huyeron? ¿Actúa México como el policía de Estados Unidos?