Se trata de una pelea pactada a dos asaltos: primero, la elección de la lista corta por parte de la comisión de postulación y, posteriormente, la decisión final del presidente. En el primer asalto, los poderes fácticos se darán de codazos para incluir a sus favoritos y excluir a quienes consideran indeseables. De ese conflicto político ataviado de ropaje institucional saldrán 6 nombres y quedarán fuera 23 profesionales, del total de 29 expedientes que finalmente han sido aceptados por la comisión de postulación como elegibles. En razón de eso, tan importante será conocer cuáles son los seis nombres privilegiados por la comisión como saber quiénes serán aquellos a los que el presidente no tendrá la oportunidad de elegir.
En el mejor de los escenarios, los poderes fácticos querrán tener más de un nombre entre los seis finalistas para jugar su influencia ante el presidente con al menos dos nombres potables. La realidad es que el poder de cada uno de los grupos se reflejará en cuántos nombres tienen dentro de esos seis. Y el peor escenario es no tener ninguno. Por eso el primer round de la contienda, la elección de la comisión de postulación, es tan estratégico.
¿Quiénes pueden ser esos poderes fácticos que moverán sus piezas en este tablero? La verdad, no hay muchas sorpresas porque son casi los mismos que han estado en estas contiendas anteriormente. El único participante veterano que verá su influencia muy disminuida o totalmente ausente es el llamado Rey del Tenis. Fuera de esto, será una batalla entre los operadores del sector privado organizado, los de la sociedad civil, los de las mafias enquistadas en el Estado al servicio de actividades ilícitas y los que operan a través de vender su ficha porque tienen una silla en la comisión, pero no están interesados en el resultado, sino en rentabilizar su poder temporal.
Hasta allí el escenario doméstico. Pero esta elección es particularmente relevante a nivel geopolítico, tanto que el jefe de gabinete de la Casa Blanca dará seguimiento a lo que sucederá. Eso nunca había sucedido en el pasado, pues las personas que ocupaban dicha posición en el Gobierno de los Estados Unidos normalmente no tenían ningún conocimiento de la realidad latinoamericana, mucho menos la centroamericana. Claramente no es el caso del general retirado John Kelly. Eso, para desgracia de los operadores locales que desean tomar control del Ministerio Público a fin de poder echar por la borda la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Desde hace tres meses, el principal estratega de los operadores en contra de la Cicig no es otro que el expresidente y actual alcalde Álvaro Arzú. Así que, en esta batalla por el liderazgo del Ministerio Público, podemos asignarle al señor alcalde el calzón negro, mientras en la esquina contraria y con calzón blanco se sentará el general Kelly.
La última vez que se vio una pelea de este tipo, el contrincante del general Kelly salió bastante vapuleado. El alcalde Arzú es un peso pesado por derecho propio y por eso no lo veo tan mal parado frente al general. Pero es de sabios conocer las fortalezas y debilidades propias. Y por eso creo que la mejor opción del alcalde probablemente sea la negociación. Y podrá negociar varias cosas, pero difícilmente podrá pedir la cabeza del comisionado en un plato, como Salomé le pidió a su padre Herodes la de san Juan Bautista.
El presidente Jimmy Morales hará bien en guardar distancia en esa pelea y al final decidir salomónicamente sobre un nombre que no sea vetado por el general Kelly, quien quizá pueda concederle un oxígeno suficiente para terminar su mandato en paz y sin mayores sobresaltos. Que tanto complacerá ese nombre al alcalde Arzú está por verse, pero Jimmy todavía tiene espacio para jugar su propio juego y dejar al alcalde continuar el suyo. A favor del presidente Morales opera un hecho indiscutible: ya hay dos expresidentes en la cárcel y no existe gran apetito en la geopolítica para encerrar a un tercero.
Así puestas las cosas, el gran elector final no la tiene tan difícil. El nuevo jefe del MP será una persona de nombre respetable, amigo de él y del general Kelly, que trabajará para sacar adelante los casos de la lucha contra la corrupción y la impunidad sin desmoronarle su gestión presidencial durante los últimos 18 meses de este gobierno. Si al final el presidente Morales genera una crisis en donde ya tiene una solución, será porque la miopía ya se convirtió en ceguera.
Al entendido, por señas. Y las señas están muy claras.
Ánimo, presidente. Ya le falta poco.
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