Para sorpresa de muchos de ellos, el mensaje que recibieron de parte de la Casa Blanca, del Congreso y del Departamento de Estado es que Estados Unidos continúa apoyando la lucha por la justicia y, en particular, el trabajo que realizan la Cicig y el comisionado Iván Velázquez.
Con ese claro mensaje, cada uno de los participantes en dicha visita fue a compartir sus impresiones con otros líderes en el país. En general, la reacción de las diversas audiencias fue muy positiva, y la señal ...
Para sorpresa de muchos de ellos, el mensaje que recibieron de parte de la Casa Blanca, del Congreso y del Departamento de Estado es que Estados Unidos continúa apoyando la lucha por la justicia y, en particular, el trabajo que realizan la Cicig y el comisionado Iván Velázquez.
Con ese claro mensaje, cada uno de los participantes en dicha visita fue a compartir sus impresiones con otros líderes en el país. En general, la reacción de las diversas audiencias fue muy positiva, y la señal unívoca de apoyo de Estados Unidos fue comprendida como un dato a favor de los cambios institucionales que el país requiere para consolidar el Estado de derecho.
En muchos sectores se escucharon comentarios positivos, menos en uno: el sector privado. Copada su agenda por troles dinosáuricos que creen que la lucha por la justicia y el comisionado Velázquez son la cabeza de playa del socialismo del siglo XXI, se decidieron a dispararles a los mensajeros que les explicaron con claridad que la Cicig tiene el respaldo del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, así como de la Casa Blanca, del vicepresidente Pence, del Congreso de Estados Unidos (tanto republicanos como demócratas) y del Departamento de Estado. Y ahora que se anuncia la visita de la embajadora Halley a Honduras y a Guatemala, se desayunarán algo que todo mundo sabe: también la embajadora de Estados Unidos ante la ONU apoya a la Cicig.
Yo, personalmente, he sido muy escéptico de ese apoyo estadounidense a la Cicig y a la lucha contra la corrupción en los últimos dos meses. Pero aprendí hace mucho tiempo que el mejor juicio político es el que se basa en evidencia concreta, sin importar adónde apunta esa evidencia. Así que, luego de escuchar a varios de los participantes de la gira a Washington, me pareció más que evidente que mi percepción estaba equivocada y que el respaldo a la Cicig y al cumplimiento de la ley se mantiene intacto en las altas esferas políticas de Estados Unidos.
Quizá por ese proceso personal de tener que atender evidencia distinta a lo que yo pensaba, me parece aún más inverosímil que líderes del sector privado sigan respondiendo a discursos trasnochados y jurásicos, en vez de escuchar a otros líderes empresariales que con claridad e inteligencia les advierten de lo que se debe hacer: apoyar sin titubeos y excusas la construcción de una cultura de legalidad en Guatemala.
Dichosamente para nuestro país, hay empresarios y empresas que sí creen en el camino de la justicia y no tienen dudas de que la cultura de legalidad debe ser fortalecida combatiendo la corrupción y la impunidad. Puede que algunos tengan temores, ya que el sistema de corrupción los llevó a ser parte de esquemas de financiamiento electoral ilegales (mas no ilícitos) y porque han sido parte de esquemas de fraude tributario y aduanal. Pero, incluso en el marco de esos temores, se sabe que no debe haber marcha atrás y que la Guatemala del siglo XXI requiere un Estado de derecho sólido, que combata con efectividad la corrupción y la extorsión de una clase política rentista y abusiva.
El dilema para el sector privado es claro: o se suma a la lucha por la legalidad, o se alía con un nuevo pacto de corruptos en el cual serán solamente vagones atados a la locomotora de los negocios ilícitos. Del lado de la legalidad tienen mucho que ganar y muy poco que perder. Del lado del pacto de corruptos, pronto los cantos de sirena se convertirán en mordidas de políticos abusivos, cuya voracidad por alcanzar poder económico de manera ilícita no tiene límites.
Los líderes empresariales que viajaron a Washington deben ser escuchados. El mensaje de Estados Unidos no va a cambiar tan solo porque unos dinosaurios locales así lo sueñan. No les disparen a los mensajeros aunque el mensaje contradiga sus prejuicios. Y es importante que la Agexport, el Cacif y tanques de pensamiento como la Fundesa se pronuncien claramente a favor de construir una Guatemala próspera, guiada por la ley y la justicia.
Súbanse al carro de la cultura de legalidad y díganle no al pacto de corruptos.
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