De los 158 congresistas por los cuales votamos hace dos años se eligieron 9 impresentables como miembros de la junta directiva. Tal y como nos pasó con la elección del presidente Jimmy Morales, la junta directiva del Congreso es de lo peor que la democracia nos pudo haber ofrecido.
Dada nuestra historia de dictaduras y gobiernos militares, estamos acostumbrados a pensar que la democracia ha sido nuestra mejor solución. En el colegio o la escuela se nos enseñó que la civilización misma se originó con la llegada de la democracia a Atenas y que fue gracias a esta que la civilización moderna existe actualmente. Sin embargo, a veces olvidamos que Sócrates, el padre de la filosofía griega, fue muy temeroso y pesimista de la democracia como sistema de gobierno.
En el libro VI de La república, Platón narra cómo Sócrates, hablando con un personaje llamado Adimanto de Colito, intenta explicarle las fallas de la democracia comparando una sociedad con un barco.
Sócrates le pregunta a Adimanto: «Si se dirigiese en una travesía por el mar, ¿a quién, idealmente, le gustaría poner a cargo de la nave? ¿Pondría a cualquier persona o a personas educadas en las reglas y exigencias del mar?». Adimanto le responde que preferiría a los últimos, por supuesto. Ante tal respuesta, Sócrates le pregunta: «Entonces, ¿por qué seguimos pensando que cualquier persona está en condiciones de decidir quién debería ser el gobernante de un país?».
El punto al que Sócrates quería llegar era que votar en un proceso electoral es una habilidad y un arte, no una intuición aleatoria, y que, como cualquier habilidad, necesita ser enseñada sistemáticamente a las personas a través de un proceso educativo integral. Según Sócrates, permitir que los ciudadanos voten sin una educación es tan irresponsable como ponerlos a cargo de un barco que navega directamente al ojo de un huracán.
La elección del señor Jimmy Morales en el 2016 como presidente de la república y la conformación del actual Congreso de la República de Guatemala son el resultado de una proceso electoral que careció de una población educada, bien alimentada y consciente de sus responsabilidades como ciudadanos y ciudadanas.
Como es por todos conocido, Sócrates murió víctima de la democracia, como resultado de una votación que lo declaró culpable de corromper la mente de los jóvenes de Atenas. Para Sócrates, la solución no era establecer un gobierno de una pequeña minoría educada o de herederos de las clases más ricas y educadas. Sin embargo, sí insistió, de forma recurrente en distintos libros de Platón y en conversaciones narradas por este, en que el derecho al voto debería ser solo para ciudadanos que han razonado y meditado su elección.
Mientras Guatemala siga siendo un país con los peores índices de educación y salud, seguirá siendo gobernada por las mismas élites corruptas que durante generaciones la han dominado. Si el presente está ya casi perdido, debemos rescatar a los jóvenes para que conozcan la distinción entre una democracia de ciudadanos y una democracia por derecho de nacimiento. Mientras tanto, populistas, demagogos y corruptos seguirán endulzando los oídos y bolsillos de los votantes. Recordemos que la democracia será tan buena como la educación de los electores. El año 2018 se nos presenta como un año muy muy difícil.
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