Lutz[1], documenta con base en archivos oficiales, de Guatemala y de España, la vida alrededor de la fundación de las ciudades después de la invasión y las múltiples y complejas relaciones sociales, culturales, económicas y políticas entre indígenas, españoles y castas emergentes, (ladino-mestizas). Historia trágica que no termina: esclavitud al inicio, cruel servidumbre posteriormente y abandono y desprecio hasta nuestros días.
Un hilo histórico, dentro de tantos, son las tragedias, al inicio colonial, que tuvieron que soportar y superar nuestros antepasados y lograr paliar el hambre al que fueron sometidos desde entonces. Por ejemplo, las enfermedades epidémicas en Santiago y sus alrededores, según informes oficiales que constan en los archivos estudiados por Lutz, documentan casi 50 epidemias, acompañadas de hambre, en 250 años (1519-1769); una cada 5 años y cuyas víctimas mayoritarias eran los pueblos indígenas: cólera, viruela, sarampión, peste bubónica y hambre, pestilencia (tabardillo y tifus), plaga pulmonar, sequía, plaga neumónica, enfermedad severa (?), calenturas, langostas, erupciones volcánicas que provocaban graves enfermedades, son los hechos documentados por las autoridades coloniales que organizaban rogativas y procesiones para alejar las enfermedades, culpando a los indígenas de ser causantes de esas tragedias por su paganismo.
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Lo que más preocupaba a dichas autoridades no era la pérdida humana, sino la pérdida de tributarios que al morir disminuían la cantidad contabilizada por el gobierno y, muchas veces, las autoridades indígenas tuvieron que vender terrenos para completar el tributo faltante por los fallecidos o huidos. La disminución de la población indígena fue severa, quienes se quejaban del trabajo excesivo al que estaban obligados para cumplir con los tributos a la corona, a los funcionarios locales, a la iglesia, el servicio doméstico a españoles y el cumplimiento de la obra pública en beneficio de las ciudades españolas. El régimen severo, obligaba a los convalecientes o sobrevivientes a incorporarse inmediatamente a sus obligaciones para no dejar de tributar y eso los volvía a enfermar y morir.
Los funcionarios coloniales, se congratulaban de que las enfermedades mataran más a los niños porque no eran tributarios aún, (al cumplir 16 años empezaban a tributar). El sentimiento y discurso racista es evidente en los informes, donde el odio y el desprecio se mezclan.
Las siguientes son algunas citas textuales de funcionarios de la corona, en el libro de Lutz, que describe cada una de las epidemias sufridas:
Los frailes franciscanos se quejaron al rey: «Los naturales son cada día menos, los españoles cada día más».
«En lo que toca morirse a los indios e ir en disminución son juicios secretos de Dios…».
«Ha sido una peste o epidemia que con la mucha brevedad en dos o tres días y algunas veces de repente morían estos indios míseros…».
“La noticia que esta ciudad tiene en los pueblos de indios ay (sic) poca disminución de tributarios porque los que falezieron (sic) en mayor número eran niños y muchachos».
«Los pueblos indígenas perdieron tantos tributarios que apelaron a la Audiencia para que acudiera en su ayuda».
«El presidente de la Audiencia informó que el hospital Real de Santiago sólo tenía 24 camas, pero necesitaba 200 para atender a los enfermos».
«En Santa Lucía Milpas Altas, las muertes de los tributarios dejaron al alcalde del pueblo (indígena) con una deuda tributaria que pagó… vendiendo un terreno a un español».
«Despoblación masiva, 20 pueblos indígenas…casi totalmente acabados, algunos han quedado con treinta personas y otros con menos de siete, de manera que ya no merecen el nombre de pueblos sino despoblados».
«Un clérigo escribió que 250 infantes habían muerto durante la epidemia, además, 100 criaturas que habían sido enterradas clandestinamente en varias iglesias de la ciudad».
La colonialidad oculta, niega, normaliza y justifica religiosamente las tragedias por tratarse de «indios». Para los pueblos, son memoria, historia viva y fuente de inspiración para la resistencia y sobrevivencia, especialmente, ante el hambre. A pesar de todo, los pueblos aun con el peso colonial emergen del otro lado del silencio, con dignidad, paso seguro y por caminos blancos.
[1] Lutz, Christopher H. SANTIAGO DE GUATEMALA. Historia social y económica. 1541-1773
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