Tomás Gage, cura irlandés que estuvo en los alrededores de la actual área metropolitana de Guatemala, documentó la persecución a autoridades indígenas que resguardaban el sistema de conocimientos y creencias, tachándolos de aliados y poseídos del y por el demonio. Por ejemplo, relata el caso de una mujer, de repente comadrona con conocimientos ancestrales, quien era señalada de bruja. Gage cuenta que le estaba haciendo brujería, por lo cual él tenía miedo (aun cuando proclamaba la omnipotencia del Dios cristiano). La apresaron y la condujeron ante las autoridades superiores, quienes la castigaron causándole la muerte.
La doble moral de la institución religiosa terrenal se manifiesta con los profundos estudios que hicieron de las lenguas ancestrales, generando diccionarios y otros documentos que dieron cuenta de la estructura científica de dichas expresiones lingüísticas. Sin embargo, el motivo no era preservarlas, sino aplicar más eficientemente la indoctrinación.
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Los relatos actuales —racistas y colonialistas— presumen que esos estudios lingüísticos contribuyeron a mantener los idiomas. En documentos sí, pero no en la práctica, porque ese conocimiento de las estructuras gramaticales no se convirtió en un elemento pedagógico para que los pueblos desarrollaran sus expresiones idiomáticas. Al contrario, los hablantes en lengua propia fueron perseguidos para hacer desaparecer los idiomas, incluso, legalmente. Hoy, sucede lo mismo con métodos más sofisticados como la castellanización y la máscara superficial de la educación bilingüe intercultural.
En Mesoamérica, la supervivencia de las lenguas fue por la resistencia permanente de los pueblos, y no como consecuencia de los estudios que hicieron algunos curas. Para algunos lingüistas sí ha sido útil, pero para el pueblo fue la práctica cotidiana ante el acoso y la persecución del Estado.
Un instrumento que se aduce como el mejor ejemplo de estudio y preservación de las lenguas, es la obra de Fray Domingo de Vico,[1] escrita en 1545. No obstante, su propósito fue más evangelizador que preservacionista en las Verapaces. Se trataba de un intento forzado, interesado y carente de objetividad al comparar el cristianismo con la espiritualidad maya. Estos intentos persisten hasta la fecha por parte de la Iglesia, ahora, utilizando los idiomas, el calendario maya y los nawales como «expresión cristiana»[2] además de la traducción de la Biblia al K'iche'
De Vico se preguntaba si el dios que se veneraba acá era el mismo que el Dios cristiano, lo identificaba con el K’ab’awil antiguo. Así, como consecuencia decía que «si lo respetan subirán al cielo». Esta identificación se contrapone a la opinión de Ximénez, para quien ninguno de los «dioses mayas» coincidía con el cristiano, porque todos eran obra de Satanás.
Por su parte, Fray Bartolomé de las Casas decía que en las Verapaces el nombre de Dios era K’ab’awil. Sin embargo, Ximénez, en el Popol Wuj al traducir K’ab’awil, no usa la palabra Dios, sino que lo llama «aquel ídolo». Todo esto manifiesta contradicciones, por ignorancia de la Iglesia católica, ante la portentosa espiritualidad maya. No obstante, De Vico utiliza, sin pena, otras palabras mayas para las características divinas: Tz’aqol, B’itol, Tz’aqol re Winaq, etc.
Hace varios años, en un congreso sobre el Popol Vuj en Santa Cruz del Quiché, el padre Ricardo Falla planteaba la similitud del libro Kiché y sus relatos con el cristianismo (¡!).
Es decir, los mitos sobre las supuestas bondades de la invasión —que afirman fue un encuentro, que los castellanos no fueron conquistadores, que pacificaron violentamente, que ayudaron a preservar los idiomas y que nos beneficiaron con el cristianismo que practicaban— se suman a los diversos intentos a lo largo de 500 años por mantener a los pueblos en la sumisión colonial, siempre dependientes de los intereses materiales de los colonizadores y de las estructuras religiosas, ahora también evangélicas.
En medio de tanta negación y rechazo a la fortaleza civilizatoria de los pueblos, estos se mantienen firmes en su resistencia, viviendo para resistir y resistiendo para vivir. Demuestran en la práctica que las derrotas de 1524 no lograron vencerlos, y que hoy, se asoman al umbral de nuevos tiempos de dignificación y de Buen Vivir.
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[1] THELOGIA INDORUM (Teología de los Indios). Tomo 1. 2ª. edición. Universidad Rafael Landívar.
[2] Castillo Gonzalez, Victoriano. PARA LOS NACIDOS EN CLARIDAD. Discernimiento y calendario maya. Asociación QAJB´AL Q´IJ. 2024.
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