La Conferencia de las Partes (COP), compuesta por todos los Estados «Partes» e impulsada por Naciones Unidas, se reúne anualmente en conferencias mundiales donde se adoptan decisiones para alcanzar los objetivos en la lucha contra el cambio climático.
La COP 27 se realizó en Egipto en 2022. Este evento buscó renovar la solidaridad entre países para cumplir con el Acuerdo de París y abordar la emergencia climática. Durante el evento, los líderes se reunieron para discutir y tomar medidas sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la adaptación y resiliencia ante el cambio climático, y la financiación de la acción climática en los países en desarrollo, siendo este último tema el foco de la COP 29.
Entre los logros triunfalistas de la COP 27, según informes oficiales, se destaca la creación de un fondo destinado a reparar a los países más afectados por el calentamiento global, aquellos que menos contribuyen a él. Además, se subrayó la importancia de cuidar la naturaleza y proteger la biodiversidad para lograr el objetivo de controlar el aumento de la temperatura global.
El agua, por su parte, parece haber adquirido un mayor protagonismo que en cumbres anteriores. Se debatió sobre el impacto del calentamiento global en los recursos hídricos y sobre las medidas de adaptación necesarias para proteger la gestión del agua frente a los efectos del cambio climático.
[frasepzp1]
Actualmente, el mundo enfrenta problemas hídricos como la escasez de agua, la sequía y la necesidad de mejorar los sistemas de alerta temprana ante desastres climáticos. Más del 90% de los grandes desastres naturales ocurridos en los últimos diez años están relacionados con este recurso. El agua es el canal a través del cual la sociedad percibe muchos de los impactos de la crisis climática.
Todo lo anterior se derrumba ante la retórica y falta de acuerdos vinculantes. Los únicos acuerdos que se toman dependen de la voluntad de los gobiernos, pero aún más de los dueños del capital mundial, quienes basan su éxito económico en la explotación de la madre naturaleza, el sobreuso de los combustibles fósiles y el acaparamiento del agua para procesos industriales y agroindustriales de gran escala, como la palma africana, la ganadería, las bebidas, entre otros. De esta manera, el consumo humano del agua queda en segundo plano. Por eso, todavía no existe una ley de aguas que esté en sintonía con la biodiversidad biológica y cultural.
Desde la filosofía de los pueblos originarios, la naturaleza no está separada del ser humano, como lo plantea la visión aristotélica que inspira estas conferencias mundiales, que ven a la naturaleza como una mercancía, productora de ganancias económicas.
A los gobiernos, como el nuestro, que dependen de los dictados de los dueños del capital, no les queda más que alardear logros intrascendentes que no se cumplirán. Ya van decenas de COP, y la crisis ambiental aumenta cada día, llevando a la humanidad al borde del desastre total.
El problema no es cuidar la naturaleza, el problema, parafraseando a Arjona, es que perdimos la ética humana para garantizar la vida. El problema no es respetar la naturaleza, el problema es lograr que la naturaleza nos respete y eso se logra si no la matamos por la ambición material del desarrollo que protegen, precisamente, las COP.
Los pueblos entienden que todo tiene vida, no solo el ser humano, sino también las montañas, los animales y lo que comúnmente consideramos inanimado. Es una lógica elemental, sabiduría ancestral: nuestro cuerpo contiene 70 % de agua y varias decenas de minerales proporcionados por la madre naturaleza. Además, la ciencia cuántica ha comprobado las infinitas relaciones-vinculaciones que existen entre cada uno; los elementos de la naturaleza, el Cosmos y el ser humano.
Que los gobiernos, que presumen estar presentes en las COP, entiendan que esto es difícil. Nuestros gobiernos coloniales y colonizados solo comprenden el extractivismo y ven a la naturaleza como objeto y no como sujeto.
[1] https://www.facebook.com/share/p/1GUo5dzWUa/
Más de este autor