En esta columna plantearé los que, a mi criterio, serán los mayores desafíos que el binomio electo y su equipo de gobierno deben enfrentar. El primero de ellos creo que es la inseguridad alimentaria y la desnutrición aguda que se han profundizado en Guatemala desde 2020.
De acuerdo con The Integrated Food Security Phase Classification (IPC) en el período de junio a agosto 2023 hay en Guatemala un estimado de 4.2 millones de personas que no tienen suficientes ingresos para llegar a fin de mes. Los datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y del Instituto Nacional de Estadística (INE) develan que la tasa de desnutrición aguda por cada 1,000 niñas y niños menores de cinco años, a la semana epidemiológica 27 de 2023 se situó en 7.9, cifra superior al 5.6 de la referida semana, pero en 2022.
Este incremento del hambre en Guatemala principalmente ha ocurrido en el área del Polochic y en la región Ch’orti’ (donde menos votos obtuvieron Bernardo y Karin). La cifra aumentaría por el fenómeno de El Niño, el cual ha elevado la temperatura de los océanos y para nuestro país significa sequía, plagas, menos cultivos, menos cosechas, menos ingresos y, consecuentemente, más hambre.
Hoy, el binomio presidencial electo está a tiempo para identificar las medidas urgentes que en su gobierno pueden implementar, entre ellas:
Eliminar el programa de comedores sociales que funciona dentro del Ministerio de Desarrollo, que tiene una lógica de funcionamiento obtusa y no llega donde más se necesita. Posteriormente, trasladar esos recursos al programa de transferencias condicionadas de ese Ministerio. Además, resolver la inseguridad alimentaria no precisamente se hace entregando comida. De hecho, Plaza Pública hizo un excelente reportaje al respecto donde encontró que en el país hay 102 municipios en donde la pobreza es mayor al 70% y en donde el gobierno no ha instalado un comedor social de este tipo.
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Con la excepción del gobierno de Otto Pérez Molina, los sucesores han disminuido año con año el presupuesto del programa de prevención de la desnutrición crónica del Ministerio de Salud, y para el binomio electo ello sería imperdonable porque una de las premisas en su plan de gobierno es que nadie muera de hambre.
Evitar, en la medida de lo posible, la alta rotación de viceministros de las carteras clave que ha caracterizado al actual gobierno, de hecho, el promedio de duración es de 8 meses.
El punto anterior lleva al siguiente: poner al frente del Maga, Mides y el Ministerio de Salud a personas conocedoras de la temática y con experiencia en la misma, o al menos que tengan una de estas dos variables. Nombrar personas sin el conocimiento y experiencia requeridos, sino solamente “por la confianza”, es equivalente a darle el tiro de gracia a estas instituciones.
Ojalá que el equipo de gobierno de Bernardo y Karin tengan como prioridad enfrentar la crisis alimentaria que se viene y hacer los cambios trascendentales que el país requiere en esta materia.
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