Pero ¿qué hace la Dirección de Análisis Criminal del Ministerio Público y quién es su director, que está más interesado en investigar a las víctimas de acoso sexual que a los responsables de este?
La DAC, como se la conoce en el MP, se creó en el año 2013 con el objetivo de ser un órgano de inteligencia del Ministerio Público tanto estratégico como en casos puntuales. Ha sido famosa en los medios por presentar gráficos e imágenes en los que se ve cómo una llamada, una transacción financiera o una evidencia están conectadas con una persona y cómo esta, a su vez, está conectada con otras por propiedades o por el análisis de las llamadas telefónicas en el que se revelan los planes criminales mas increíbles de nuestro país.
Uno de los primeros nombramientos que realizó la fiscal general María Consuelo Porras Argueta fue justamente el del señor Guerra Guzmán, hasta ese momento un agente fiscal de carrera, desconocido para quienes han trabajado en casos de alto impacto o que involucren a la Dirección de Análisis Criminal. Dicha plaza se encontraba vacante, pues su antecesora la había dejado libre al pasar a ocupar el puesto de coordinadora general de los fiscales del MP.
El historial de este fiscal pasa por haber trabajado en la Fiscalía de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal, un área donde la mayoría de los casos son flagrancias (capturas in fraganti, por llamarlos de alguna manera) de menores de edad que transgreden la ley y donde además no se trabaja casi nunca con la Dirección de Análisis Criminal. Dicha fiscalía nunca utiliza informes de análisis criminal, financieros, de estructuras criminales o de casos que contengan interceptación de llamadas telefónicas. Tampoco trabajan estructuras de narcotráfico, lavado de dinero o extinción de dominio y, aunque se enfrentan a veces a adolescentes sindicados de asesinato, tampoco realizan dichas investigaciones, pues es la Fiscalía de Delitos contra la Vida la que las hace (o la Fiscalía contra las Extorsiones en el caso de este flagelo).
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¿Cómo llega un fiscal con cero experiencia en el combate del crimen organizado a ser el director de la dependencia donde se llevan todos los casos que involucran estructuras criminales y de la cual depende en gran medida el éxito de estos casos en tribunales? La respuesta es fácil: su único y gran mérito es estar casado con la sobrina de la fiscal general, Wendy Lisseth Contreras Porras, hija de la hermana de aquella, Juanita Porras de Contreras.
Así es. Consuelo Porras, la fiscal general que en una conferencia de prensa salió cuestionando nombramientos de administraciones anteriores solo para poder sacar de nuevo a convocatoria los puestos y beneficiar a su esposo, fiscal del MP, que sin éxito había participado para dichos puestos, ahora nombra a su sobrino político, sin ninguna experiencia en criminalidad organizada, en uno de los puestos de mayor importancia del Ministerio Público.
Y hay que decirlo como es: nombrar en el puesto de director de Análisis Criminal del Ministerio Público a alguien como Abdi Ariel Guerra Guzmán, que carece del conocimiento mínimo de lo que es enfrentarse al crimen organizado o utilizar métodos especiales de investigación, es un claro acto de nepotismo, que pone en peligro las investigaciones de casos de alto impacto.
La semana pasada, una de las analistas que han sido investigadas por este señor por supuestamente filtrar información en un caso de acoso sexual dentro del MP denunció penalmente al señor Guerra Guzmán por haber expuesto su integridad sexual al mandarla a un puesto en el que claramente había riesgos para ella por su condición de mujer. Dicha denuncia tiene el numero MP001-2019-52481 y está asignada a la Fiscalía de Asuntos Internos.
¿Sera que Consuelo Porras dejará que se investigue libremente a su sobrino? Ya veremos qué rumbo toma esa denuncia y si esta fiscal, que ha demostrado claramente ser déspota y ahora corrupta, permite que se haga justicia.
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