Para cierta izquierda chapina, las mipymes y el autoempleo representan la alternativa salvadora para los trabajadores frente al monstruo de la gran empresa explotadora. Para cierta derecha chapina, las mipymes y el autoempleo ejemplifican al empresario, ese héroe mitológico que lucha contra los obstáculos en su entorno para satisfacer al consumidor.
La realidad es que, en promedio, el autoempleo y las mipymes no son una buena alternativa de ingresos económicos ni para sus dueños ni para sus empleados. Usando la información que nos provee la Encuesta Nacional de Empleos e Ingresos (ENEI), mi coautora, Mónica Rivera, y yo analizamos el comportamiento de las mipymes y del salario mínimo desde el año 2002 (aunque no hay información para el período 2005-2009). ¿Qué fue lo que encontramos? Aquí quiero enfocarme en tres hallazgos: i) solamente el 30 % de los empleados del sector privado ganan más del salario mínimo, ii) solamente el 20 % de los autoempleados ganan más del salario mínimo y iii) la proporción de trabajadores y de empresarios de mipymes que ganan al menos el salario mínimo ha caído respecto al período 2002-2003.
La gráfica 1 nos muestra la proporción de trabajadores de mipymes que ganan al menos el salario mínimo. En específico, aquí muestro a los trabajadores y jornaleros del sector privado no agrícola a tiempo completo, -31 % y 4 % de la fuerza laboral. ¿Qué vemos? Primero, hoy en día solo un 30 % de los trabajadores del sector privado y un 10 % de los jornaleros ganan el salario mínimo. Segundo, que la proporción ha caído con el tiempo: de casi 70 % y 20 %, respectivamente, en el 2002 a solo 30 % y 10 %.
Gráfica 1. Proporción de trabajadores y jornaleros del sector privado no agrícola a tiempo completo con ingreso igual o mayor al salario mínimo (2002-2016)
La gráfica 2 nos muestra la proporción de empresarios de mipymes y de autoempleados no agrícolas que ganan al menos el salario mínimo, -3 % y 18 % de la fuerza laboral. ¿Qué vemos? Primero, que cerca de un 70 % de los empleadores de mipymes tienden a ganar por arriba del salario mínimo. Segundo, que solo cerca de un 20 % de autoempleados (empresarios sin trabajadores) ganan arriba del salario mínimo. Tercero, vemos que también los empleadores han experimentado una leve caída en su capacidad de generar ingresos, pues la proporción de los que ganaban más del salario mínimo en el período 2002-2003 estaba arriba del 80 % y ahora está por debajo del 70 %.
Gráfica 2. Proporción de empleadores y autoempleados no agrícolas con ingreso igual o mayor al salario mínimo (2002-2016)
¿Qué podría estar ocasionando que las mipymes no ofrezcan mejores ingresos como lo prometen las mitologías de izquierda y de derecha? Aparte de la regulación, que podría estar afectando, el problema es su tamaño. Las pequeñas empresas no pueden aprovechar economías de escala: técnicas de producción que les permitan ser más productivas cuando producen mayores cantidades. El resultado encontrado para Guatemala refleja lo que Chang-Tai Hsieh y Benjamin Olken encontraron para otros países en desarrollo: estos países son menos productivos porque, comparados con los desarrollados, tienen una menor proporción de empresas medianas y grandes. Por lo mismo, economistas como Mariana Mazzucato consideran necesario repensar el apoyo a las mipymes.
Por último, las gráficas nos llevan a preguntarnos qué ha llevado a que menos trabajadores (e incluso empresarios) estén ganando por arriba del salario mínimo en esta década y media. Dos son mis hipótesis favoritas: a) que la competencia de China y Vietnam para ciertos productos de exportación ha hecho que pasemos de exportar menos productos de manufactura (de mayores salarios) a más productos agrícolas (con menores salarios) y b) que los aumentos del salario mínimo que empezaron con el período de Portillo, y que han continuado a la fecha, han llevado a más mipymes a incumplir con el salario mínimo (tema que se discute en el estudio haciendo comparaciones internacionales).
Ver la evidencia más allá de los mitos es importante. Si realmente queremos mejorar los ingresos de la población guatemalteca, tenemos que comprender que, más que promover la empresarialidad como la solución del país, lo que necesitamos es apoyar a las empresas con la mayor capacidad de crear mejores empleos.
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