¿No le preocupa a usted la situación de nuestros puentes, dado el riesgo sísmico que afronta el país?
Guatemala puede aprender de modelos novedosos que se están ejecutando en este momento para construir y reparar puentes de manera acelerada, algo vital de cara al riesgo de terremotos que afrontamos. En particular, podemos aprender de la experiencia de Pensilvania con su proyecto de reemplazo rápido de puentes (ver 1 y 2). Con este, dicho estado está logrando reparar y reemplazar 558 puentes en estado crítico mediante un solo contrato, que se firmó en 2015 y que para mayo de 2018 ya había logrado la reparación de 390 puentes, muchos en áreas rurales. Se espera que a finales de este año se haya terminado la reparación de todos los puentes. Además, la empresa que ganó la licitación se encargará de mantener las obras en buen estado durante 25 años.
En Pensilvania se decidió aplicar un contrato como los que podría aplicar la Agencia Nacional de Alianzas de Desarrollo de Infraestructura (Anadie) en Guatemala. Para hacer algo equivalente, Guatemala deberá prestar atención a varias cosas.
Primero, proyectos de este tipo no requieren peajes. En el caso de Pensilvania se decidió utilizar un pago por disponibilidad en el cual el Gobierno se vale de los impuestos para pagarle a su socio privado por mantener los puentes en buen estado y proveyendo el servicio esperado. Para ello se desarrolla un contrato sofisticado en el cual se incluyen las obligaciones que el socio debe cumplir, como la velocidad promedio a la que pueden circular los vehículos en los puentes y la capacidad de superar exámenes de verificación de la infraestructura. Así, además del contrato sofisticado, se requieren servidores públicos capacitados para realizar estas evaluaciones.
Segundo, se requerirá un buen diagnóstico de la situación de los puentes. Llevar a cabo el análisis de estos nos permitirá saber qué tan costosos podrían salirnos si el Gobierno los construye y si las empresas que coticen pueden proveer el proyecto a un costo menor.
Tercero, se requiere comprender qué otros actores están involucrados para implementar el proyecto más barato. Por ejemplo, Pensilvania tuvo que negociar y pagar dinero adicional para mover líneas del tren, así como líneas de electricidad y de drenaje, las cuales utilizan los puentes. La negociación de acuerdos y el apoyo del Congreso de Guatemala pueden ser importantes en este caso.
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Cuarto, hay que prestar atención a cómo compartir los riesgos durante la construcción y el mantenimiento de los puentes. Por ejemplo, en el caso del túnel del puerto de Miami (Port Miami Tunnel), los sectores público y privado compartieron el riesgo de huracán durante la construcción de forma escalonada: el privado pagó seguro contra riesgos asegurables y absorbió aquellos para los que no hay seguro siempre que el huracán sea moderado (algo que sucede de forma más frecuente); y en el caso de un huracán más destructivo (algo que no ocurrió), el sector público absorbió los riesgos. Algo así podría implementarse en Guatemala en caso de terremoto o de tormenta tropical.
Necesitamos construir y reparar puentes. No deberíamos esperar a que ocurra una catástrofe para empezar a actuar.
Posdata. Esta semana el Icefi presentó un estudio en el cual analiza la relación entre corrupción y el crecimiento económico creciente de Guatemala. Las debilidades del análisis económico y estadístico son notables y evidentes para cualquier economista que haya cursado maestría. No es la primera vez que el Icefi hace esto. Sin duda, en el país hacen falta espacios para discutir y elevar la calidad de nuestros análisis, especialmente cuando se tiene tanto financiamiento internacional y se intenta impulsarlos como política pública. Ojalá alguno de sus financistas se dé cuenta de que ya es tiempo de exigirles mayor calidad a los productos del Icefi. Y si no se puede hacer esto, que al menos se diversifique el financiamiento para que otras organizaciones y universidades muestren cómo sí hacer buenos estudios.
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