Desde el surgimiento de la Internet y de las redes sociales se han generado una serie de experiencias y acciones que han demostrado lo pernicioso que pueden llegar a ser estas nuevas formas de comunicación. Sin poner en duda sus grandes beneficios y la forma en que se ha modificado la lógica de la comunicación, estas nuevas herramientas han generado prácticas utilizadas para dañar a personas, instituciones e incluso gobiernos y medios de comunicación.
Esta semana, un grupo de colegas periodistas de diversos medios de comunicación hizo una denuncia pública respecto a una serie de acciones provenientes de los denominados netcenters, las cuales han vulnerado y puesto en riesgo sus sistemas de comunicación y han generado una serie de ataques a la labor periodística, que incluyen amenazas a periodistas, sobre todo mujeres.
En los últimos años, estos netcenters han ido avanzando y variando su forma de ataque y de organización. Son una especie de crimen organizado, pero en el mundo digital. Pero ¿por qué es relevante la denuncia de los periodistas? Por otra parte, ¿son válidas las críticas que se les achacan por dicha denuncia? Acá algunas reflexiones.
Primero. La interrupción, la manipulación o cualquier tipo de acción que dificulte el ejercicio periodístico implica una grave violación de la libertad de expresión. Y no solo de quienes ejercen el periodismo. Es extensiva a toda la sociedad por la capacidad informativa que generan los medios de comunicación. Basta leer toda la doctrina jurídica que en esa materia ha generado la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La libertad de expresión es uno de los pilares de la democracia. La libertad de pensar, expresar y opinar es no solo un derecho fundamental, sino parte esencial del desarrollo de otros derechos, entre ellos el de elegir y ser elegido. Un sistema que no permite la deliberación, la crítica y la libre circulación de ideas está muy alejado de ser democrático y permite el cultivo de sistemas autoritarios, arbitrarios y con grandes márgenes de opacidad y secrecía.
Segundo. Es importante que las investigaciones de las autoridades permitan demostrar el origen de los fondos con los que funcionan estos netcenters. Si son privados, lo que procede es ver cuáles son los intereses de quienes entregan fondos para esas causas. Sin embargo, si los recursos son públicos, eso ilegítimo e ilegal. No se puede disponer de fondos que provienen de los impuestos de las personas para acallar la crítica, estigmatizar personas y, sobre todo, amenazar y amedrentar. El ejercicio del poder no puede estar revestido de este tipo de acciones que desnaturalizan su esencia.
Tercero. Se argumenta que la denuncia presentada es una violación de la libertad de expresión de los netcenters. En este sentido, es preciso aclarar que los denunciantes no están pidiendo que se silencie a estas personas. Lo que están exigiendo a las autoridades es que se investigue el accionar de estos grupos de personas, que, a diferencia de los medios de comunicación, trabajan cobijados en el anonimato, la falsedad de identidad, la coacción y la amenaza, lo cual es ilegal. El meollo del asunto es que el derecho tiene límites y que, debido a sus características y a su perfil, estos grupos de personas los sobrepasan.
Cuarto. Se argumenta que existen medios y periodistas que han caído en prácticas similares a las denunciadas. Ciertamente, no tengo duda de eso. Pero el asunto es que toda la sociedad tiene conocimiento de cuál es el medio y de quiénes son los periodistas que han incurrido en esas acciones. Por lo tanto, si usted ha sido víctima de esto, tenga el valor y presente una denuncia, como lo hicieron los periodistas, para que las autoridades investiguen.
Quinto. Se señala que, en el fondo, los periodistas quieren mantener el monopolio de la información. Este planteamiento es completamente miope, mezquino, y está arropado de ignorancia. El desarrollo tecnológico y del derecho del acceso a la información pública ha precipitado el desvanecimiento de esta condición, la cual existió durante mucho tiempo. Ahora cualquier persona es generadora de contenidos.
Sexto. Algunos dicen que los medios y los periodistas son iguales a los netcenters. Falso. Los medios y los periodistas son conocidos en el espacio público. La ley establece la autoría y la responsabilidad de lo que se publica. Caso distinto es el de los netcenters y los perfiles falsos, sistemas gestionados por personas cuya identidad se mantiene en el anonimato y que caen en acciones cuya característica es la vileza y la cobardía.
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