Desde la reforma de su Ley Orgánica en 2002, al Banco de Guatemala se le asignó como objetivo mantener el aumento de los precios bajo control. Esta idea, a la que se le suele denominar inflation targeting o metas explícitas de inflación, se originó en Nueva Zelanda en 1990 y adquirió cierto apoyo intelectual con los escritos de Ben Bernanke y Stanley Fischer hace dos décadas. Cuando uno ve los datos de Guatemala, es evidente que el Banguat ha logrado importantes avances en esa dirección. La inflación ha estado bajo control desde mediados de la década de 1990. De hecho, ello empezó una década antes de que la Ley Orgánica fuese reformada (ver gráfica 1).
Sin embargo, no es suficiente enfocarse en la inflación. Desde hace años la idea de las metas explícitas de inflación ha sido cuestionada desde la academia, pues ha debilitado la generación de empleo y el crecimiento de diversos países, como lo señaló hace ya casi diez años el libro editado por Epstein y Yeldan.
En el caso de Guatemala, cuestionamientos de este tipo son importantes porque, constitucionalmente, el objetivo del Banco de Guatemala nunca ha sido mantener la inflación bajo control. La Constitución establece que el objetivo de la Junta Monetaria, que maneja el Banco de Guatemala, es la estabilidad y el fortalecimiento del ahorro nacional (artículo 133). Cuando uno ve la evidencia, lo que ha ocurrido desde la entrada en vigor de la ley es una caída importante del ahorro nacional (ver gráfica 2). Esto es grave porque, con tasas de ahorro del 6 o 2 %, va a resultar imposible generar el crecimiento y desarrollo económico y social que deseamos, considerando que la experiencia histórica sugiere que debe ser del 30 o 40 %. Claro, las políticas del Banco de Guatemala no son suficientes para explicar dicho deterioro. Pero, dadas las herramientas de política a cargo del Banco de Guatemala, enfocarse en la inflación para fortalecer el ahorro es insuficiente.
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A pesar de sus falencias, el Banco de Guatemala es, por mucho, de las mejores instituciones del Gobierno del país. Por eso mismo esperaría dos cambios importantes que lleven a reconocer que algo debe cambiar. Primero, contando con tantos economistas, resulta un desperdicio de talento que no se dediquen a investigar y a proponer soluciones para las causas no monetarias del aumento de precios en el país y el escaso crecimiento de la economía y del ahorro. Segundo, esperaría que se genere un proceso de reforma que lleve a cuestionar el paradigma de política monetaria de los últimos 16 años. Discusiones y propuestas de política sobre cómo combinar una inflación bajo control y cómo acelerar el crecimiento del país deberían ser parte de las prioridades. Es evidente que estas últimas dos décadas el Banguat no ha cumplido con su objetivo constitucional. Y algo debe cambiar.
Gráfica 1. La inflación guatemalteca ha estado bajo control desde 1992.
Elaboración propia con información del Banco Mundial.
Gráfica 2. El ahorro guatemalteco se ha debilitado en los últimos 16 años.
Elaboración propia con información del Banco Mundial.
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