Lo que describe el artículo de Elsa Cabria y del equipo de Plaza Pública es valioso para comprender por qué muchas familias guatemaltecas encuentran difícil llegar a fin de mes. Elsa encuentra que muchas familias pobres podrían lograr ahorros de hasta el 4 % si pudieran comprar en supermercados los productos de la canasta básica. No es mucho, pero, cuando se toma en cuenta que el Banco Mundial calcula que el ahorro total del país es del 14 %, esto indica que se podría incrementar el ahorro casi a un 30 %. Sin embargo, estas familias no pueden aprovechar este beneficio por varias razones:
- Estas familias solo pueden hacer compras en las tiendas del barrio porque para ir a supermercados dependen de transporte público para regresar a casa. En la mayoría de los casos, este transporte es inseguro e incómodo y, encima, les queda lejos.
- Son familias con bajos ingresos, que no ganan el salario mínimo, lo cual les dificulta hacer compras al por mayor. A ello se suma el no tener recursos para comprar o reparar una refrigeradora para mantener los alimentos en buen estado por más tiempo.
- Viven en vecindarios con problemas de inseguridad, que las limitan no solo en cuanto a dónde ir a comprar, sino también en cuanto al dinero y a las compras que cargan encima.
En resumen, lo que encuentra Elsa es que no hay un mismo precio de las piñas a lo largo de la ciudad de Guatemala. Esto es obvio para muchos. Al fin y al cabo, los supermercados de la zona 15 le cobran altos precios por las piñas a la población de mayores ingresos. Al fin y al cabo, en esas tiendas exclusivas cobran por tres cosas: 1) un mayor cuidado del producto, 2) la conveniencia y la seguridad de no tener que pasar una hora en el tráfico para llegar a la Terminal o a la Cenma y 3) el pago de la formalidad, incluyendo salarios mínimos y el pago de impuestos. Los pobres, en cambio, sufren ineficiencias de los Gobiernos central y municipal que no les permiten acceder a precios menores: el tráfico, la inseguridad y mercados cantonales poco limpios.
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Pero esa no es la historia relevante. Al fin y al cabo, las familias con mayores ingresos pueden pagar piñas de Q15 cómodamente. El problema es que las familias de menores ingresos también afrontan altos precios debido a distintas ineficiencias en el funcionamiento de los Gobiernos central y municipal. La misma semana que Miguel Gutiérrez compraba una piña en la Terminal a Q4.33, mi familia en Metronorte, en la zona 18, compraba una piña a Q11.
Para las familias de ingresos bajos y medios, las medidas para ayudarlos a tener acceso a una canasta básica más barata parten de acciones que el mismo artículo sugiere:
- Impulsar una política para incrementar los ingresos de la población. Si los ingresos crecen más rápido que los precios de la canasta básica, la situación familiar mejora. Hay que facilitar la educación técnica porque, como dice una de las entrevistadas: «Me ha costado bastante conseguir trabajo porque el sexto [grado de primaria] no vale nada».
- Trabajar en una estrategia de mejor transporte público para que más gente pueda usarlo y sea conveniente.
- Trabajar en la seguridad de los vecindarios para que la población pueda usar transporte público y caminar a lugares donde hay mejores precios.
- A largo plazo, lo anterior debe ir de la mano con políticas de desarrollo urbano, con el incremento de la densidad habitacional, con apartamentos y con vecindarios con calles más anchas para que el transporte público pueda transitar.
Los temas 1 y 2 son más fáciles de resolver en el corto plazo. Para los otros se requiere una estrategia de más largo aliento. Espero que las próximas autoridades tomen esto en cuenta.
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