Sara Curruchich: «Me dicen que soy un orgullo guatemalteco, pero me señalan de generar conflicto y división cuando hablo de racismo»
Sara Curruchich: «Me dicen que soy un orgullo guatemalteco, pero me señalan de generar conflicto y división cuando hablo de racismo»
Sara Curruchich, cantante maya kakchiquel de 26 años, denunció que le escribieron por su crítica al racismo en Guatemala para decirle que deseaban darle «un plomazo». En esta entrevista habla sobre las amenazas que recibió y sobre la importancia de sus canciones para reivindicar su identidad y los derechos de los pueblos indígenas.
Nació en San Juan Comalapa, Chimaltenango, un municipio que se caracteriza por la expresión artística de sus habitantes: pintura, escultura, poesía, música. «Soy una mujer soñadora que me siento acompañada por la voz de mis abuelas», se define Sara Curruchich. En sus canciones, ya sea en español o en kakchiquel, se identifican los rasgos de su cultura. Están llenas de imágenes sobre los pueblos, el territorio, la memoria y la lucha por construir una sociedad en donde haya respeto por los pueblos originarios
«A veces surge primero la palabra y otras veces la música o el ritmo. Me gusta mucho experimentar», asegura Sara sobre su proceso creativo. Graba, dice, sus canciones con su teléfono para escucharse y decidir si cambia algo. Su primera pieza es de 2014 y ahora promociona Somos, un álbum que mezcla varios géneros musicales como el rock, folk y la música tradicional kakchiquel. Ha hecho giras por varios países de Europa y América y fue una de las invitadas del festival Tiempos de Mujeres, que se realizó este año en la Ciudad de México.
Ahora, en tiempos de pandemia por COVID19, trabaja en las canciones de su segundo disco y en fortalecer una red de mujeres cantantes. «Me gustaría que luego fuera mundial», dice Sara Curruchich. Afirma que en el futuro que se imagina los niños y las niñas de los pueblos originarios tienen acceso a la salud, a la educación y a que puedan ejercer el derecho de hacer música, de estudiar o de hacer lo que quieran. «Sueño con aportar algo desde mi espacio musical», dice.
¿Qué cambios has visto que provocan tus canciones?
Alguna vez leí que reconocernos y utilizar nuestra indumentaria no es solo un acto de resistencia sino también de amor. A mí me hubiera gustado escuchar a más personas hablar de eso. La música puede hacer que muchas personas que niegan que haya racismo y que lo reproducen, cuestionen sus pensamientos y su comportamiento. He recibido mensajes de gente que me dice que ahora reconoce los actos de racismo en donde antes no lo veía. Eso alegra mi corazón porque la música no solo traslada vivencias colectivas, también es un canal para reflexionar sobre nuestras acciones.
Recientemente publicaste que te mandaron una amenaza de muerte. ¿Qué impacto tiene para ti este tipo de hechos?
He recibido muchos mensajes privados con insultos racistas y misóginos, pero también comentarios públicos. Ambos son graves y no deberían pasar ni a mí ni a los compañeros y compañeras que se pronuncian por los problemas coyunturales e históricos de nuestro país. El mensaje que compartí en redes me impactó, aunque no fue el primero. Cuando lo recibí no supe qué hacer ni cómo reaccionar y por eso no puse le denuncia. Las redes son un buen canal de comunicación, pero también permiten este tipo de agresiones contra quienes nos posicionamos contra el racismo. La experiencia me hace pensar cómo es posible que a estas personas no les pese escribir este tipo de cosas en redes sociales. Muchas veces se les puede identificar con sus nombres, tienen fotos con su familia o también escriben desde el anonimato, pero es sorprendente que no tienen sentir o no les provoca nada escribir algo así.
¿Qué te motivó a hacer público este mensaje?
Fui invitada por un movimiento de jóvenes indígenas a compartir experiencias en redes sociales en las que hemos sido víctimas de racismo. Lo hicimos con la etiqueta #GuateRacista. Yo compartí este mensaje porque fue una de las vivencias más impactantes que tuve cuando hablé sobre los derechos de los pueblos indígenas y el racismo. Es algo que nunca esperé. No debemos acostumbrarnos a la violencia porque no está bien. Agradezco mucho los mensajes de solidaridad. Ahora estoy acompañada por Udefegua, pero estas amenazas y mensajes racistas, misóginos y violentos los sigo recibiendo.
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¿Te enfrentas seguido a este tipo de situaciones?
Hay algo que sucede y es una de las consecuencias del racismo: como mujeres indígenas estamos colocadas como un objeto de atracción. Está bien si nos mantenemos calladas, pero está mal si hablamos o abordamos algún tema que vivimos nosotras o nuestras comunidades y pueblos frente a la exclusión y la estigmatización. Hay mucha gente que me apoya, que me felicita cuando comparto alguna canción o video, que me dice que soy un orgullo guatemalteco, pero que me señala de generar conflicto y división cuando hablo de racismo o discriminación. Me dicen que en Guatemala todos somos guatemaltecos y que no importa nada más. Sin embargo, los pueblos originarios han sido excluidos, violentados y reprimidos.
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Esto no sucede solo en las redes sociales.
Así es, también en mi vida cotidiana. Es un poco complicado explicarlo, pero existe rechazo contra la ola de mujeres indígenas y cantautoras que hablamos de nuestros derechos. Me encuentro con personas que llegan a mis conciertos y me dicen que mejor no hable de política o de racismo porque destruiré mi carrera. Me han dicho que me cambie de ropa porque ya estuvo bueno de subir al escenario con ese traje de pueblo. Me asombra que critiquen mis trenzas o que me pregunten si no me da vergüenza parecer una india. Reflexiono y cuestiono estas actitudes porque son iguales a las que encuentro en las redes sociales. Me doy cuenta de qué es lo que la gente piensa.
¿Cómo decidiste que tu música es un medio para la resistencia y la reivindicación de tu identidad y los derechos de los pueblos?
No soy la primera ni la última ni la única que ha vivido situaciones muy dolorosas por racismo. Como mujeres originarias no solo nos enfrentamos con el machismo y el clasismo, sino también contra el racismo que nos excluye. Es una agresión contra nuestros cuerpos y nuestro espíritu que pretende borrar nuestra identidad. Por eso, al igual que muchas otras mujeres, pasé por no querer utilizar mi traje ni hablar mi idioma. Esto es lo que yo sentía. Entonces me di cuenta de lo que hacía. Entendí que no era la única. Veía a todas las mujeres indígenas que me rodeaban y empecé a cuestionar lo que yo hacía mientras ellas y los pueblos luchan tanto en contra del racismo. Tuve un proceso de reconocimiento y fortalecimiento de mi identidad. Antes de comenzar a escribir me di cuenta de que la música ha sido fundamental para sanar y para reencontrarme y reivindicarme como mujer indígena. Hay voces que nos dicen cómo deben ser las cosas y que lo bello no somos nosotros y nosotras. Pero la música nos permite dar la vuelta para decirles a las niñas y las juventudes que los pueblos originarios tenemos una raíz muy fuerte, una cultura milenaria con una sabiduría muy grande que nos permite conectar con las abuelas y abuelos.
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¿Qué te provoca más alegría?
Es la primera vez que me preguntan esto. A mí me da mucha alegría estar en el campo y en medio del bosque, estar en conexión con la tierra y sembrar. Me da alegría abrazar a mi mamá. Me vas a hacer llorar… (hace una pausa, suspira y sonríe para continuar). Me da mucha alegría poder cantar, convivir con la gente, estar con las comunidades. Me mueve completamente ver cantar a niñas y niños. Eso me da mucha alegría, convivir y aprender de mis compañeras.
San Juan Comalapa, Chimaltenango, donde naciste, se caracteriza por su expresión artística. ¿Cuál es la importancia de tu comunidad en tu trabajo?
Este pueblo es maravilloso. Hay muchas expresiones artísticas, no solo con la pintura. Hay textiles y mujeres que se dedican a fabricar comales y a pintar. Esto es algo que sin duda influyó en mí. Ellas son un gran ejemplo para las niñas y la juventud, sobre todo porque la mayoría de los espacios artísticos los han ocupado hombres. Encontrar mujeres que pintan y tejen me dio mucha fuerza. Me siento inspirada y acompañada por ellas, porque sus luchas han sido grandes. Comalapa me influyó a través de sus colores, en el deseo de querer hablar sobre la tierra, sobre nuestras vivencias y cosmogonía.
¿Qué importancia le das a la formación artística?
Todo el conocimiento que se pueda generar y obtener no siempre estará en la escuela o en la universidad. Debemos romper esta idea porque hay muchos saberes que están en otras partes y nos ayudan a comprender de una manera más profunda nuestra existencia y el mundo que nos rodea. En Guatemala la educación está reconocida como un derecho, pero no llega a todas y todos porque realmente es un privilegio. De manera privilegiada estudié en la Escuela Superior de Arte de la USAC. Comprendí que podía tomar muchos elementos de esta construcción musical occidental, pero no quería dejar de hacer lo que aprendí de los pueblos. Lo que estudié en la universidad tiene muchos elementos que me ayudan a construir algo mucho más grande si lo uno con los conocimientos musicales tradicionales. Esto es algo maravilloso. Es importante que podamos tener el acceso a la educación, tomar los elementos que consideremos que nos ayudarán a comprender y a profundizar sobre algún tema. Así se construye una complementariedad bastante buena.
Esta semana estrenaste el video de Tukur. Fue dirigido por el cineasta Jairo Bustamante. ¿Qué significa esta canción para ti?
Hemos escuchado que hablan sobre el tukur, el búho o el tecolote, con miedo, porque creen que trae mala suerte. Para muchos pueblos el tukur es un mensajero que canta a la vida y a la muerte. La muerte no es dejar de existir sino existir de otra manera, es trascender. Tukur nació con la idea de agradecer a este animalito por ser un mensajero y por permitirnos escuchar a nuestras abuelas y abuelos que trascendieron y nos acompañan de una manera espiritual. Esta canción es una manera de decir que el tukur no es malo porque nos transmite el sentir de los seres que amamos. A través de esta canción digo que nuestros seres nos acompañan durante el día y la noche. Trabajar con Jairo Bustamente fue una experiencia muy linda porque él es muy sensible y fue respetuoso cuando hablábamos sobre el significado del tukur. Junto con el equipo de producción y los danzantes fue una experiencia maravillosa. Estoy muy agradecida con el video. Sé que logramos el objetivo de compartir el sentir que está en nuestro corazón.
Has ocupado escenarios muy importantes y hecho giras por varios países del mundo. Estuviste en el festival de México, Tiempos de Mujeres, por ejemplo. ¿Qué significado tienen para ti estas experiencias?
Cada uno de los conciertos ha tenido una magia y una esencia que se quedan sembradas en mí. Me gustaría que todas las mujeres de Comalapa que empezaban a cantar en la década de 1980, pero que se vieron obligadas a callar por el temor de ser perseguidas y asesinadas porque fue la época más dura de la guerra, hubieran tenido la misma oportunidad. En cada concierto las recuerdo a ellas y a mi mamá. Cuando estoy en un escenario recuerdo que gracias a la lucha de otras mujeres yo puedo hacer lo que hago, puedo hacer música y puedo cantar. Esta oportunidad y este regalo ha sido gracias a ellas. Las rememoro con mucho respeto y agradezco cada espacio en el que he estado, porque ha sido un recordatorio de mis abuelas de sangre y de mis otras abuelas, que son las de mi pueblo. He conocido a mucha gente maravillosa que me hace cuestionar mis propias actitudes y me deja una fuerza muy linda en mi espíritu. Trato de tomar de cada uno de estos espacios algo que pueda hacerme sentir en armonía, en equilibrio y ayudarme a mejorar no solo como música sino también como humana.
En pocas palabras, ¿podrías definir las siguientes de tus canciones…?
Ser del viento… Montañas
Somos… Comunidad.
Tukur… Abuelas y abuelos.
Resistir… Los pueblos de Guatemala.
La Siguanaba… Mujeres que luchan.
Niña… Fuerza y ternura.
Corazones de flores… San Juan Sacatepéquez.
Entre la gente… Compartir en colectividad.
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