El descontento y hartazgo por la situación en la que se encontraban los estudios de psicología venía de tiempo atrás. Los estudiantes se quejaban de la situación que se caracterizaba por el atraso en los contenidos, la inexistencia de prácticas para poner a prueba el conocimiento adquirido, la desigual distribución del presupuesto (la mayoría de la población cursaba psicología, pero el departamento recibía un mínimo de recursos), la posición conservadora de la decanatura de Guillermo Putseys Álvarez y del claustro docente de la Facultad de Humanidades. Todos estos factores motivaron la organización del Movimiento de Transformación de Psicología.
De acuerdo con Norberto Villatoro y Luis Vallejo, dos de los líderes de dicho movimiento, la ruptura llegó después de que las autoridades convocaran a un congreso que resultó una farsa que no daba respuestas a las demandas estudiantiles, la destitución del director del departamento de psicología y la solicitud de renuncia de un catedrático por parte de los estudiantes. Desde 1973 se había preparado una propuesta de reforma del departamento de psicología y en una asamblea convocada para el 23 de julio de 1974, una estudiante propuso la separación del departamento de la Facultad de Humanidades. Entre ovaciones, dicha propuesta se vio respaldada por la asamblea estudiantil que resolvió trasladar escritorios y pizarrones de los que servían para recibir sus clases en Humanidades y llevarlos al edificio «J», reclamándolo como sede de una nueva unidad académica.
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Un periódico de aquel tiempo presenta un titular en el que se lee: Psicólogos toman por asalto un edificio (La Nación, 24 de julio de 1974). Puesto que, en efecto, el movimiento estudiantil se apoderó de esas instalaciones (sin electricidad y sin terminar de construir) y el 24 de julio se hace presente en la reunión de Consejo Superior Universitario (CSU) para presionarlo y que diera una resolución favorable a sus peticiones. Presidido por el rector Roberto Valdeavellano, el CSU resolvió la creación de una nueva Escuela no facultativa, dependiente de la rectoría. Los estudiantes celebraron quemando cohetillos y paseando por la universidad un ataúd con la leyenda «Aquí yace tieso quien en vida fuera el aguado departamento de psicología».
Se nombró una comisión administradora conformada por algunos docentes que simpatizaron con el movimiento estudiantil (entre los que se encontraba el Dr. Julio Ponce Valdéz, desaparecido a los años) y los líderes del movimiento. Esta ruptura con la Facultad de Humanidades sirve como ejemplo y posteriormente se crean las Escuelas de Historia, Ciencias de la Comunicación y la Escuela de Formación de Profesores de Educación Media (EFPEM).
Esta inédita ruptura y formación de una nueva unidad académica se explica por el contexto existente. El movimiento estudiantil de psicología era parte del movimiento estudiantil universitario que en ese momento buscaba una mayor participación en el gobierno de la Universidad y la vinculación de la academia con la transformación social (influido por el movimiento revolucionario). Específicamente, planteaba que la psicología se dedicara al estudio concreto de la población guatemalteca y que la profesión estuviera al servicio de dicha población, sin caer en prácticas alienantes y desconectadas de la realidad.
En el contexto actual de crisis universitaria, con autoridades espurias y que han formado parte del llamado «pacto de corruptos», es conveniente recordar las luchas efectivas del movimiento estudiantil y el alcance de sus logros. La recuperación de la universidad pasa por el ejercicio de la memoria y la valoración del ejemplo de lucha y dignidad de sus integrantes.
También sirve como llamado para la reflexión de docentes y profesionales de la psicología sobre la historia de la profesión en el país y de los horizontes científicos, políticos y éticos que fueron planteados hace ya medio siglo.
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