También el colonizador, sin notarlo, contribuye a fortalecer la memoria histórica reivindicativa, con sus acciones, interpretaciones y testimonios realizados en el proceso violento de dominación colonial y, en el presente artículo, de adoctrinamiento religioso.
Los religiosos que acompañaron la invasión, al contrario de la ignorancia de las huestes militares, tenían una tradición de siglos de estudio, de recopilación y resguardo de información generada por la humanidad y acostumbrados, por disciplina de la iglesia católica, a documentar e informar a la jerarquía para la eficacia de la propagación del cristianismo en los pueblos, utilizando la violencia subjetiva y material. Intereses ideológicos y económicos se anudaron en la relación de los religiosos invasores con la población colonizada.
Tomás Gage, monje dominico irlandés, llega a Guatemala 100 años después de la invasión de 1524 por Alvarado y concentra su actividad religiosa en el valle de las vacas, Mixco, Pinula y Amatitlán, dejando una crónica1 de importantes hechos que marcan la tragedia y explotación de los «indios» con los cuales se relacionó. Estos hechos dolorosos, han quedado en la memoria de los pueblos y se ha transmitido durante generaciones a pesar del miedo provocado por la imposición religiosa, con sus castigos en el más allá.
Relata que aprendió algunos de los idiomas de los alrededores de Guatemala, considerando la riqueza de los pueblos y la «buena voluntad» de los indios para suplir las necesidades de los curas. Estaba empeñado en acumular dinero que le permitiera regresar a Inglaterra porque acá no le agradaba y no veía sitio donde juntar los fondos suficientes para el retorno, garantizando su futuro económico.
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Apunta que los religiosos tenían demasiada libertad y que no entregaban completo lo que recaudaban de los indios a sus superiores. Aparte, descontaban los gastos para su manutención, quebrantando, apunta, el voto de pobreza que habían hecho. Cada mes recibía una cantidad de dinero que le pagaban los alcaldes y regidores indígenas que obtenían sembrando trigo o maíz. También recibía cada semana, dinero de las cofradías por las misas y otros rituales. Aparte gozaba de ofrendas en plata, gallinas, cirios, pavos, cacao y dinero que producía cada santo a cargo de los indígenas, contabilizando treinta y ocho imágenes en Mixco y Pinula.
Relata que también obtenía buen dinero en la celebración de las fiestas patronales, en la navidad, aniversarios, sepelios, bautismos, etc., y que en los cinco años que vivió en estos lugares se le presentaron otras ocasiones mucho más favorables para su provecho, tal como el caso que dice que Dios envió «una de las siete plagas de Egipto», plaga de langostas que arrasaron con los cultivos de los indígenas y que mientras todos estaban afligidos, «los curas hicieron bien su negocio, porque por todos lados se hacían procesiones y se mandaban decir misas para alejar la plaga». Cuando esta se retiró, se consideró un milagro e igual se hicieron misas que le valió más dinero que el que recibía ordinariamente de las cofradías.
Al año siguiente, se dio la peste de Tabardillo que mató más a los indígenas que a los españoles. Después las lluvias fueron tan grandes que se perdieron muchas cosechas. El verano siguiente, menciona, hubo temblores de tierra extraordinarios que causaron más muertes. Todo provechoso para los curas ya que, por las misas para sacar del purgatorio a las almas, obtuvieron buen provecho económico. Narra que la disminución de tributarios muertos afectó el ingreso, por lo que aumentaron el empadronamiento obligando a los indígenas, que habían cumplido 12 años, a casarse porque casados pasaban a ser tributarios de la iglesia.
Este anudamiento perverso de fe, manipulación y explotación que narra, se grabó en la memoria de los pueblos. Para algunos, se normaliza, acepta y justifica esa dominación; para otros, sustenta y legitima en permanencia las luchas reivindicativas para la descolonización liberadora y para la resistencia cultural, social y política ante las estrategias colonizadoras, ¡aún en práctica bajo otras modalidades!
1 Los viajes de Tomás Gage a la Nueva España. Parte tercera, Guatemala. Editorial Artemis-Edinter. Año 2,000
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