La narrativa de la colonialidad, que se convierte en historia oficial sesgada, define la invasión de 1524 como un «encuentro de dos mundos», un «beneficio para los indígenas» que, supuestamente, se encontraban en sangrientas guerras intestinas, trayendo así la paz. Cualquier cosa que contradiga esa versión benigna del colonialismo es tachada de elucubración, ideas sin fundamento o simples especulaciones, aunque la historia escrita en los últimos años demuestra lo sanguinaria que realmente fue la invasión.
Hernán Cortés envió a Alvarado a «pacificar las tierras» a Guatemala. Sin embargo, este informa que se dedicó a atemorizar la tierra, matando o esclavizando, e incendiando poblados, incluyendo a los altos dirigentes, como ocurrió en Utatlán. Y esto no es elucubración; lo escribió el mismo invasor.
Los invasores refieren las guerras entre indígenas, y otros documentos post invasión apuntan lo mismo, la mayoría desde la narrativa de los primeros. Estudios internacionales han demostrado que mucho de lo descrito por los invasores se exageró más de la realidad como «probanzas», que eran para justificarse ante el rey como héroes y obtener mercedes, premios, tierras y población para explotarla económica y culturalmente.
Se puede poner en duda la magnitud de las «sangrientas guerras entre indígenas». Sí, hubo conflictos y sí, se derramó sangre muchas veces, pero lo demostrado o escrito en estos casos ni siquiera llega a una milésima parte del horror de las guerras europeas, que fueron extremadamente sangrientas. Y eso no justificó en ningún momento que otro pueblo, autodenominado iluminado, se sintiera con el derecho de invadirlos para pacificarlos, aunque lo merecían. Esa violencia se aplicó acá.
Libros de historia occidental documentan guerras en la época medieval por motivos religiosos, la mayoría. Por ejemplo:
[frasepzp1]
Las Cruzadas (1095-1291) convocadas por la Iglesia Católica para recuperar Tierra Santa (Jerusalén) del control musulmán, para reforzar la autoridad papal y unir a los cristianos de Europa. Fueron varias, a lo largo de dos siglos, provocando miles de muertes, genocidios y saqueos, dejando un legado de hostilidad entre cristianos y musulmanes. Las masacres que ejecuta actualmente Israel contra el pueblo palestino, se inscribe en esos conflictos religiosos.
La Guerra de los Cien Años (1337-1453) enfrentó a Inglaterra y Francia debido a cuestiones dinásticas y religiosas, en un contexto marcado por el nacionalismo y la creencia en la legitimidad divina de los monarcas. Duró 116 años con millones de muertos.
La Inquisición (siglo XIII en adelante), aunque no es una guerra en el sentido convencional, llevó a conflictos violentos contra herejías en Europa Occidental. Se extendió durante varios siglos con resultados de miles de muertos y un clima de miedo e intolerancia religiosa.
Las Guerras Religiosas en Francia (1562-1598) fueron provocadas por los conflictos entre católicos y hugonotes (protestantes franceses), exacerbados por las luchas políticas por el control del trono. Durante 36 años, dejaron miles de muertos. En la actualidad, en algunos lugares del mundo, la lucha entre católicos y protestantes sigue siendo violenta.
La Guerra Civil Inglesa (1642-1651), aunque tuvo componentes políticos, también incluía tensiones religiosas entre anglicanos y puritanos. Duró 9 años con una cauda significativa de muertes.
Superada la Edad Media, ocurrieron:
Las Guerras Napoleónicas (1803-1815) fueron causadas por el deseo de Napoleón Bonaparte de expandir el imperio francés, así como por las reacciones de otras potencias europeas frente a su ambición. Estas guerras duraron 12 años y provocaron aproximadamente seis millones de muertos.
La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), por conflictos religiosos entre católicos y protestantes, así como luchas políticas en Europa central. Dejó aproximadamente ocho millones de muertos.
La Guerra Civil Española (1936-1939), por tensiones políticas y sociales entre republicanos y nacionalistas y la influencia del fascismo y el comunismo. Duró tres años y causó aproximadamente 500,000 muertes.
Y, en el pasado reciente:
La Primera Guerra Mundial (1914-1918), causada por tensiones nacionalistas, alianzas militares, imperialismo y el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria. Duró cuatro años y murieron aproximadamente 16 millones.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuyas causas fueron el Tratado de Versalles, la expansión del nazismo, la Gran Depresión y la ambición territorial de las potencias del Eje. Duró seis años, murieron entre ¡70 y 85 millones, incluyendo el Holocausto!
¿En dónde fueron más sangrientas y extensas las guerras? Acá no; pero el discurso conservador/colonialista/racista nos tuerce la historia para ocultar la violenta dominación a los pueblos indígenas e inmoralmente busca desviar y suavizar la responsabilidad de la invasión.
Más de este autor