Los responsables de su secuestro, así como de la detención ilegal y vejámenes contra su hermana Emma, fueron llevados ante los tribunales, 35 años después de los hechos. En 2018, cuando se cumplirían 37 años del secuestro y desaparición de Marco Antonio, sus verdugos fueron condenados en primera instancia por ese crimen y los delitos contra Emma Guadalupe.
Cuatro militares de alto rango, en situación de retiro al momento del juicio, escucharon las voces de Emma Theissen Álvarez —madre de Marco Antonio y Emma—, así como de María Eugenia, Ana Lucrecia y la propia Emma Guadalupe. Las voces de estas cuatro mujeres resonaron en las paredes del tribunal para enfrentar con gran dignidad a cuatro hombres que más de tres décadas atrás usaron su poder para delinquir contra la integridad y la vida de Emma y Marco Antonio.
La culpa por los delitos de desaparición forzada, así como contra deberes de humanidad por tortura, violencia sexual y agresiones fue lanzada como un dardo de profunda valentía contra quienes pretendieron quedar impunes. Al final de una madrugada de mayo en 2018, el tribunal dictó sentencia condenatoria contra Benedicto Lucas García, Jefe del Estado Mayor General del Ejército; Manuel Callejas y Callejas, Director de Inteligencia Militar; Francisco Luis Gordillo Martínez, Comandante de la Zona Militar de Quetzaltenango y Hugo Ramiro Zaldaña Rojas, Oficial de Inteligencia de la Zona Militar de Quetzaltenango.
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Luego de escuchar los testimonios, analizar las evidencias y los peritajes, el tribunal no tuvo dudas y condenó a los acusados por su responsabilidad en los hechos. Sin embargo, seis años después la sentencia aún no está en firme y los restos de Marco Antonio no han sido entregados a su familia. A la tortura vivida por la desaparición de Marco Antonio, la familia Molina Theissen añade una afrenta más producida por la abogada Karen Marie Fisher Pivaral, devenida en defensora de militares violadores de derechos humanos.
La abogada se ha empecinado perversamente en afirmar que Marco Antonio está vivo y que, incluso, estuvo presente durante la lectura de la sentencia. En su afán por congraciarse con los condenados, Fisher Pivaral se ha convertido en verduga y atizadora del dolor de la familia del niño secuestrado por el comando dirigido por Zaldaña Rojas. Ya ha requerido tres exámenes de ADN —incluyendo uno del Instituto Forense de Costa Rica—, sin aceotar que miente al aseverar que Marco Antonio es el actual esposo de María Eugenia Molina Theissen. Tan torcida está su mente que no escatima en crueldad para profundizar aún más la herida en el corazón de una familia torturada por el dolor.
Los condenados han recurrido a esa artimaña y a cuanta alternativa les ofrece el sistema cooptado. Han pretendido revertir la sentencia a pesar de las pruebas contundentes en su contra. Se valen de cuanto recurso se les pone al alcance para volver a la impunidad en la que se mantuvieron a pesar de sus delitos. Y pese al poder que han esgrimido, la verdad no puede ser ocultada: la culpa y la vergüenza son sus acompañantes. Ellos tienen la responsabilidad por esos y otros muchos crímenes contra la humanidad. Ellos se valieron de su posición en altos cargos en el Ejército de Guatemala para violentar derechos humanos y saltarse la ley que los obligaba a respetar la integridad de las personas. Es mentira que protegieron a Guatemala, es mentira que cumplieron con su deber, es mentira que respetaran la ley. Los perpetradores merecen la condena emitida y el repudio social.
Marco Antonio, el niño de octubre, Emma Guadalupe, la joven dirigente, merecen nuestro acompañamiento en su búsqueda de justicia. Al cumplirse 43 años de los hechos, la familia Molina Theissen nos convoca a una jornada de Diez días por la memoria, por la justicia para Emma y Marco Antonio. Nos convoca a conocer el Viaje a la Verdad y a luchar por encontrar a Marco Antonio. A mantener viva la memoria para demandar que se haga justicia. Durante diez días, a partir de este viernes 27, día con día habremos de insistir en reclamar justicia por Emma y Marco Antonio. Habremos de insistir en exigir que cese la persecución espuria contra su familia, que tan solo ha procurado encontrar justicia.
Abracemos a doña Emma y a la familia Molina Theissen en esta jornada por la memoria y la justicia para Emma y Marco Antonio, el niño que escribía en el aire.
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