El índice comienza afirmando que el nuevo gobernante de seguro barrerá con políticas comerciales y de seguridad. El TRI trabaja con indicadores cuantitativos para medir la exposición de los 70 socios más estrechos de los Estados Unidos de América.
Las grandes áreas de medición incluyen comercio, inmigración y seguridad, donde se anticipan cambios significativos. México es el país más expuesto a estos cambios, seguido por los países centroamericanos y República Dominicana, que también enfrentan nuevos riesgos en estas áreas.
En cuanto a inmigración, se enfatiza la asignación de fondos para reforzar el muro fronterizo y aplicar otras estrategias de disuasión. Además, se consolidará una política de expulsión de migrantes. Mientras tanto, Mr. Trump ya ha anunciado el inminente nombramiento de Tom Homan como el zar antiinmigración, quien ya ocupó ese mismo puesto en su anterior administración.
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En el ámbito de los pesos pesados del comercio mundial,una de las políticas económicas clave de Mr. Trump apunta a reducir el desbalance comercial, empezando con China continental y luego extendiéndose al sudeste asiático, Alemania y Canadá, entre otros. Se nos viene entonces un mundo de barreras arancelarias y nuevas guerras comerciales, quebrando así los sueños de la dorada burocracia internacional aposentada en la Organización Mundial de Comercio (OMC). A propósito de la OMC, sí que sería prudente que el gobierno del Sr. Arévalo renovara su representación en dicha organización, donde actualmente se encuentra el sempiterno patriarca de la familia Sperissen.
En todo esto, el impacto para Guatemala probablemente será limitado, ya que, a diferencia de Costa Rica y República Dominicana, los emprendedores exportadores locales persiguen aún una primitiva política de exportaciones tipo bananeras. El aguacate, convertido hoy en un símbolo emblemático, representa esta visión de agricultura de plantación, como si fuera el último grito de la moda. El denominado sector de agribusiness (agronegocios), no es más que un síntoma de primitivismo económico y comercial, que países como Colombia y Brasil están intentando abandonar lo más pronto posible.
Por otro lado, Guatemala se perfila como uno de los países más vulnerables a las políticas de inmigración,siendo solo superado por El Salvador, República Dominicana y Honduras, y mostrando incluso mayor sensibilidad que México.
También es relevante observar que en otras investigaciones sobre remesas y migración se destaca que los países con grandes diásporas tienden a experimentar un impacto inverso en el crecimiento de su economía (como el PIB). Aunque las remesas contribuyen al consumo interno del país receptor, la descomposición de su población y los variados efectos económicos y sociales terminan afectando su crecimiento.
Y más bien, diría este escribiente, estas dinámicas favorecen más a los comerciantes importadores que a los industriales, ya que acceden a un tipo de cambio más barato, lo cual acaba perjudicando las plantas productivas locales. Este tema se volverá especialmente delicado a mediano plazo si las remesas y las políticas de deportación masiva dejan de sostener el frágil aparato económico interno, como sucede actualmente.
Las pequeñas economías centroamericanas, dice el informe, en donde las remesas participan con un peso mayor al 15 % del PIB, tienen significativa exposición al riesgo. De manera similar al período anterior de Mr. Trump, se incrementarán las restricciones sobre el trabajador calificado tipo H1-B, y otras visas de inmigración. Se cortará así, incluso, un importante canal de la inmigración legal, que ha sido sugerida por diversos expertos como una forma lógica de lidiar con la disparidad salarial entre ambas regiones.
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