Con una dignidad a toda prueba, Emma Theissen Álvarez y sus hijas Ana Lucrecia, María Eugenia y la propia Emma Guadalupe, han alzado la voz para denunciar los crímenes que enfrentaron. La detención y violencia sexual contra Emma y la desaparición forzada de Marco Antonio son el punto de partida de las acciones que han vivido. A la persecución siguió el exilio y el esfuerzo titánico por la reconstrucción del tejido familiar y personal.
No han sido décadas fáciles. Al contrario. Quienes han vivido o viven en el exilio saben, sabemos, que el tiempo transcurre sin transcurrir. La vida continúa y toca levantarse a diario para trabajar, sobrevivir y sostener la fuerza necesaria para seguir respirando. A la vez, como en el caso de la familia Molina Theissen, mantener encendida la llama de la lucha por la justicia y la memoria.
Las cuatro mujeres, hermanas y madre de Marco Antonio, sacaron energías de su propio dolor para sostener el proceso. En un inicio, ante la justicia guatemalteca buscando a Marco Antonio, sin obtener respuesta. Luego, ante el sistema Interamericano de Derechos Humanos hasta obtener una sentencia que obliga al Estado a procurar justicia y buscar los restos del niño desaparecido por miembros del Ejército.
[frasepzp1]
En ese esfuerzo tesonero, llegaron a las cortes nacionales a declarar su verdad. A narrar los hechos enfrentados y a ratificar la identificación de los perpetradores. La verdad es una: Marco Antonio fue secuestrado por un comando militar conducido por Hugo Ramiro Zaldaña Rojas, en ese entonces oficial de inteligencia de la zona militar de Quetzaltenango. Desde entonces, el paradero de Marco Antonio no se ha revelado y, tanto Zaldaña Rojas como sus jefes y subalternos, guardan un silencio criminal sobre su destino y paradero.
Pese a la evidencia innegable, en un claro ejercicio de la sempiterna cobardía de los criminales, hordas de troles en redes sociales, especialmente la red X antes Twitter, destilan veneno. El mismo veneno que perversamente lanzó la abogada Karen Fischer, devenida en defensora de asesinos y violadores. La afirmación de que Marco Antonio está vivo y junto a su familia, casado con una de sus hermanas, nació de su trastornada cabeza, probablemente en réplica de alguna experiencia propia.
Con semejante patraña ha pretendido lograr, sin éxito, la exculpación de los condenados. Las tres pruebas de ADN que sin tener por qué hacerlo, la familia ha realizado, muestran la verdad innegable y esta es que, tanto Karen Fischer como quienes corean su infundio, mienten con descaro. Como el resultado científico, obtenido del equivalente al INACIF en Costa Rica, no sustenta su despropósito, patrocinan ejércitos de troles que intentan sembrar la mentira a costa de repetir la perversa invención nacida de una mente intoxicada.
Sin embargo, la verdad se levanta como el amanecer cada día. Marco Antonio, desgraciadamente, está desaparecido y sus captores y quienes les defienden saben dónde está. Su familia clama justicia y pide saber el paradero de sus restos pues, a estas alturas no guardan esperanza alguna de que sobreviviera a la barbarie militar.
La familia pide el derecho que asiste a toda familia de ofrecer una sepultura digna al más preciado de sus tesoros. Al niño que escribía en el aire, montaba bicicleta, jugaba béisbol y anhelaba vivir. La jornada por la memoria ha concluido este año. La lucha por encontrarle continúa porque el amor, la dignidad y la honradez de su familia son inagotables.
Más de este autor