Leí el cuento 25 años después y comprendí lo que en la infancia no lograba dilucidar. Una pobre niña, víctima de la desigualdad, de la indiferencia y de la cultura de violencia. Una víctima más de un sistema carente de humanidad y empatía hacia «los otros». Necesito resaltar que, el cuento de Hans Christian Andersen, «La cerillera», fue publicado en su versión original a mediados del siglo XIX y se debe entender que este cuento tiene una intención política, siendo esta denunciar el trabajo infantil y las condiciones miserables de la clase obrera en la Europa capitalista industrial de la época.
La generación de escritores europeos a la que pertenece Andersen, Charles Dickens y Oliver Twist criticaban duramente el nuevo orden aparejado a la revolución industrial: la deshumanización galopante del mundo reducido a la estrechez de la racionalidad económica. Cien años después también el escritor argentino Armando Tejada Gómez le dedicaba el poema «A esta hora hay un niño en la calle» y sesenta años más tarde fragmentos del mismo poema serían utilizados por la cantora Mercedes Sosa y el rapero Calle 13 para la canción del mismo nombre.
Han pasado más de 170 años y sigo creyendo que la humanidad ha desarrollado un mundo miserable, siendo palpable para las mayorías.
Estamos en época de «fiestas», de «compartir», de «agradecer», según la publicidad en este sistema de mercado. El que no genera no consume y el que no consume se queda rezagado. ¿Cuántas niñas de los cerillos tenemos en las calles? ¿Cuántas alucinaciones han alejado del dolor y el sufrimiento a la niñez víctima de la violencia, la desigualdad y las guerras?
[frasepzp1]
Época de «fiestas» y «convivios». De manera racional no veo algo puntal para celebrar, pero sí mucho que reflexionar. Al escribir, una siempre deja un poco de sí, del ser intrínseco. Las probabilidades de agrado o rechazo son inciertas. Puede que quienes no compartan la misma visión me tachen de «pesimista», «resentida», «comunista» e incluso «chaira», otros dirán «tenemos la vida», y yo les respondería: ¿a qué costo?
Nuestras condiciones de sobrevivencia y de interacción se regulan a través de un acuerdo, y este acuerdo lo hacemos con el Estado a través de la Carta Magna. Como todo es una concatenación de acciones, articulación entre sujetos y toma de decisiones, no está de más recordar que esta Carta se nutre de sujetos, entre ellos los funcionarios de gobierno y la ciudadanía.
Les invito a que respaldemos a quienes luchan por mejores condiciones para la vida y el desarrollo. No permitamos continuar multiplicando un mundo miserable sin infancias plenas y dignas.
Como menciona el poeta Armando Tejada:
Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.
A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.
Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie protege esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...
¡Felices fiestas!
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