Finalmente, las comisiones de postulación cumplieron con entregar las nóminas de 26 aspirantes a la Corte Suprema de Justicia y de 312 a las salas de la Corte de Apelaciones. Para el efecto, sortearon una ruta minada, en el inicio con pasos en cámara lenta, y con turbo en la recta del plazo.
Para coronar el objetivo vinculado con la justicia, dichas instancias se apoyaron en dos pilares de la política: negociación y elección. Vale indicar que la segunda acepción de Negociar en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua explica: «Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro». Como sinónimos incluye: Pactar, acordar, convenir, concertar y ajustar.
Respecto de Elegir, la misma fuente brinda dos definiciones. Una: «Escoger o preferir a alguien o algo para un fin», con sinónimos como seleccionar, escoger, preferir y optar. La otra: «Nombrar a alguien por elección para un cargo o dignidad». Sus sinónimos son nominar, proclamar, sacar y votar.
Por su parte, Política es un término de amplio espectro que no encuentra su mejor definición en las páginas de la institución rectora del idioma. Cabe recordar que proviene de la Grecia antigua y los aportes de Aristóteles, que la centran en la cosa pública. En ese sentido, variedad de ámbitos y disciplinas parten de ella, por ejemplo, la filosofía, la economía, la historia, entre otras.
Como lo político está unido al poder, queda claro que su práctica es muy anterior al personaje mencionado. En esencia, puede afirmarse que, desde el surgimiento del ser humano y sus sistemas de organización, y principalmente de decisión, empezó a delinearse. Por ello, una política traza los enfoques educativos, institucionales, empresariales, etcétera.
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Obviamente, los grandes reflectores caen sobre los partidos porque su gen es la política. Y, como de esta nace «el arte de lo posible», afloran emociones que afectan a la ciudadanía cuando no tolera comportamientos o acciones de sus exponentes partidarios. De esa cuenta, se han ido consolidando las expresiones: «No soy político» o «No me gusta la política», aunque día a día se ejerza al elegir, por ejemplo, representantes en un vecindario, asociación, organización o empresa. En concreto, una elección conduce a una posición de poder.
Y eso vimos en el tema de moda encabezado por las comisiones de postulación, en cuyo seno buena parte de sus miembros ocupa cargos alcanzados en las urnas gremiales y que ahora trasladan la estafeta para que, en el Congreso de la República, foro eminentemente político-partidario, por medio del voto se elija a las autoridades de uno de los tres poderes de Estado, es decir, el Organismo Legislativo incidirá en el Organismo Judicial.
Dado que en una elección el voto es el hilo generador, lo más lógico es que para conseguirlo se deba recurrir a la negociación y esto es, precisamente, lo suscitado en torno de las nóminas para las cortes, en las que los recortes y los armados de las listas transitaron por pulsos entre protagonistas directos e influyentes operadores.
Toca entonces la siguiente etapa, cuando las y los diputados primero escogerán y después juramentarán a quienes a partir del 13 de octubre administrarán la justicia. Habrá que ver si se materializa lo de «Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro». A juzgar por los antecedentes en esta jungla de intereses sectoriales, en la que no todos quedan contentos, es muy previsible que pronto surjan malestares.
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