Siete décadas y nueve años después, los pueblos derrotaron al pacto oligarca con el ejercicio del voto ciudadano. Eligieron un gobierno al que le asignaron la tarea de recuperar la esperanza y garantizar la nueva primavera. Ante el arrojo ciudadano, los golpistas derrotados en el 44 y que golpearon en el 54, volvieron luego de tener controladas las cortes, el congreso y el ejecutivo.
De la mano de la tirana apoltronada en el Miniserio Público (MP), en su sede en el antañón barrio de Gerona, buscaron arrebatar el triunfo en las urnas. Por todos los medios a su alcance intentaron evitar que el gobierno electo asumiera. De allí que se produjeron llamados desde diversos puntos del territorio para resistir ante el asalto a la democracia.
En octubre de 2023, las varas de la autoridad en los pueblos originarios, se alzaron para convocarnos a la resistencia. Para ese momento y a partir del día dos, los pueblos indígenas habían organizado los relevos y la logística de traslado para resistir frente a la sede del MP.
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Hace un año que mujeres y hombres que representan el liderazgo comunitario, asignado por elección desde la base de sus pueblos, demostraron en dónde está la reserva heróica de Guatemala. Durante más de cien días, a partir de ese momento, el sitio frente a la sede del MP se impregnó de color y se cubrió de música. El sonido de la resistencia se combinaba con el de las ollas y las cacerolas en la cocina comunitaria. La bodega improvisada resguardaba los aportes para la preparación de los alimentos de quienes estaban o llegaban al punto de reunión.
Junto a esa presencia, también se dieron ocupaciones de carreteras, que las defensas del golpe presentaban como bloqueos y afectaciones al derecho a la libre movilidad. Sin embargo, los vídeos de las personas bailando para pasar o ambulancias llegando en tiempo récord a sus destinos, son el mejor tapaboca a esos infundios.
Además de la Asociación de 48 Cantones de Totonicapán, o 48 Cantones como se les llama, se movilizaron autoridades de varios pueblos. Al Parlamento Xinca, las alcaldías indígenas de varios puntos del país, las autoridades de los pueblos Mam, Caqchiquel, Qeqchi, Canjobal, Quiché y Garífuna se unió el pueblo mestizo proletario y campesino.
Las varas de la dignidad, como se llama al liderazgo de pueblos indígenas, convocaron a los barrios populares. Desde los barrios proletarios, la ciudad se vistió de rebeldía y se denominaron el Cantón 49. Aludían así a su identificación con la Asociación de 48 Cantones de Totonicapán, símbolo de la organización ancestral.
En un país multicultural y multilingüe, durante los tres meses que duró la resistencia iniciada en octubre, el mes patrio, el idioma común fue la resistencia, la herramienta la rebeldía y la estrategia la alegría.
Sin esa movilización y resistencia, que logró extraer lo mejor de los pueblos originarios, los barrios obreros y los comerciantes de mercados, el gobierno actual no habría podido asumir en enero.
Casi ocho décadas después del histórico Octubre del 44, otro Octubre (con mayúscula) vuelve a resignificar las luchas sociales. A decirle al entramado político que asumió el gobierno y una parte del Congreso que tienen la enorme responsabilidad de responder a ese esfuerzo. De seguir los pasos de los pueblos y devolvernos el acceso a la justicia, la depuración del MP y la recuperación de nuestros derechos. No por gusto Octubre puede ser llamado, ese sí, el mes patrio.
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