La recaudación tributaria representa el origen de este trío. Esta responde al conjunto de impuestos que en Guatemala se han establecido durante toda la vida republicana, así como los mecanismos para su recaudación y las fechas que se deben pagar. Acá también la autoridad tributaria da cuenta del conjunto de contribuyentes adscritos a cada impuesto, lo que se le denomina la base tributaria o de contribuyentes.
Los impuestos son, por definición, una herramienta ideológica; es decir, sobre estos pesa una de las formas de financiar al Estado para acometer todas las necesidades de la población. Por ello, la implementación de cada uno de ellos debería responder a la pregunta original: «¿qué sociedad pretendemos construir?» Esto permitiría definir con precisión la estructura tributaria, que incluye todos los impuestos vigentes y operativos en el país.
En las sociedades avanzadas se reconoce la existencia de diferentes grupos sociales: algunos disfrutan de riqueza, otros se encuentran sumidos en la pobreza, mientras una clase media intermedia interactúa con ambos polos. Se reconoce la necesidad de reducir las brechas de desigualdad mediante una adecuada dotación de bienes públicos como salud, educación, vivienda, seguridad social, transporte público, entre otros. Esto asegura que la mayoría de la población pueda disfrutar de estos bienes públicos provistos por el Estado, y aquellos que acceden a bienes privados paguen el precio correspondiente.
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Estas sociedades han definido principios sobre el tipo de sociedad que desean construir. Por lo tanto, han decidido que el impuesto fundamental para recaudar la mayor cantidad de fondos posible, y además más justo, sea el Impuesto sobre la Renta. Este impuesto recoge fondos de los ingresos de cualquier tipo, cumpliendo con el principio de «el que gana más, paga más impuestos». Así, países como Europa, Canadá y Estados Unidos disfrutan de sociedades más equilibradas, justas e inclusivas.
La implementación del ISR en Guatemala, no fue precisamente dentro del marco de esta discusión, el mismo se impuso para generar más fondos para el Estado, allá por la década de los sesentas y el mismo ha sufrido modificaciones desde su vigencia, pero siempre las modificaciones han sido para beneficiar a aquellos grupos empresariales que disfrutan de mejores ingresos, tienen el control de la economía a través de monopolios y oligopolios y además tienen el control sobre el Estado y sus instituciones.
El IVA, por otro lado, se implementó en 1982 con una mentalidad contrainsurgente. Esto ocurrió cuando un general y pastor evangélico, además de corrupto, decidió sustituir el Impuesto sobre Ventas, a pesar de que este generaba una cantidad significativa de recursos para el Estado y no provocaba los niveles de elusión y evasión que se observan actualmente.
El IVA sobre consumo y importaciones es uno de los impuestos que más recauda en Guatemala y ha sido fundamental para las mejoras en la tributación en los últimos años. Sin embargo, según la SAT, tiene una tasa de evasión del 25 %, característica de un impuesto que se debita o acredita en el flujo comercial de cualquier actividad.
En la actualidad en Guatemala se cuentan con 32 impuestos, de los cuales únicamente cinco generan prácticamente el 90 % de la recaudación: ISR, ISO, IVA consumo, IVA importaciones. Esto provoca que la estructura tributaria en Guatemala sea de tipo regresiva, pues la mayor cantidad de impuestos dentro de la misma son de tipo indirecto; es decir, aquellos impuestos como el IVA y casi el resto de la estructura tributaria, que se trasladan al último eslabón de la cadena, sí, adivinó lector, al consumidor. (Seguiremos)
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