No cabe duda de que la ley, impulsada por las cámaras lechera y ganadera del país, y que se hace extensiva a otros sectores de organización muy diferente, como el de la pesca, desaprovecha la oportunidad de alinearse con la Política de Gobierno 2024-2028. Dicha política contempla fomentar encadenamientos productivos y diseñar esquemas de fomento directo a la producción. Recordemos que la actividad productiva es la única generadora de valor, y su industrialización es clave para acceder a la competitividad internacional.
El fomento productivo le compete al Gabinete Económico, principalmente a los ministerios de Economía y el de Agricultura, que se encuentran también organizados en ambientes que mucho tienen que ver con la competitividad como: la Junta Monetaria, los organismos de la integración económica centroamericana, la Organización Mundial de Comercio y otros de su tipo. Entonces, ¿por qué no aprovechar el momento para una verdadera integración, basada principalmente en los llamados eslabones hacia atrás y hacia delante de la industrialización?
Toda la lucha de esa ley es similar a la de los maquileros: huir del Impuesto Sobre la Renta y acogerse a diversos regímenes especiales que solo benefician a los grandes acopiadores y productores. Sin embargo, no le entran ni al espantoso contrabando de ganado ni a los encadenamientos con los pequeños comerciantes de los mercados cantonales y otros espacios donde persiste la denominada, de forma peyorativa, economía informal.
Los derivados de productos lácteos y de la carne han venido perdiendo drásticamente la competitividad debido a políticas como: la cambiaria, la arancelaria, la desprotección del pequeño y mediano productor y la falta de asociatividad. Además de un claro desdén por la cuestión agraria y el agrarismo. Y en esto lamentablemente uno de los responsables es el propio sector cooperativo del país. Léase INACOP e INGECOP.
En el tema lácteo, por ejemplo, el modelo costarricense tipo Dos Pinos ha venido arrasando con los mercados centroamericanos, principalmente el salvadoreño y guatemalteco. Dos Pinos no solo se acoge también a diversos privilegios impositivos en su natal Costa Rica, sino que sigue ese sagrado principio del cooperativismo: el de la acumulación horizontal de la riqueza.
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Fue del gran maestro Juan José Sanz Jarque, estelar en el Doctorado de la Universidad Pontificia de Salamanca, de quien aprendí ese bendito término de Acumulación horizontal de la riqueza. Sanz fue licenciado y doctor en Derecho por las universidades de Zaragoza y Complutense de Madrid, especializado en Derecho Agrario. Su enfoque vinculaba las técnicas agronómicas con las jurídico-registrales tan desconocidas en este país, donde ni siquiera existe un simple Código Agrario, considerado una precondición esencial para ese deseado desarrollo del denominado Sector primario de la economía.
En el sector primario coexisten millones de campesinos de diferentes estratos (pobre, medio y rico), así como granjeros medianos, como los de Alajuela, Costa Rica, donde acopia Dos Pinos. Sin embargo, en esta región pululan los latifundistas, contrabandistas de carne y ganado, y, también, los narcoganaderos, principalmente los del norte del país: Chiquimula, Zacapa, Izabal y Petén. Los tratos son entonces diferentes, porque en donde existen estas últimas figuras opacas, muy bien opera el lavado de dinero, que sí debiera ser de gran preocupación de la Superintendencia de Administración Tributaria. Por ello, una Ley Ganadera Integral debería ser mucho más ambiciosa.
Las actuales políticas de fomento al sector productivo primario, y su integración hacia la industrialización, deben ser de apoyo crediticio y tecnológico, además de favorecer algunos tratamientos impositivos y arancelarios para apoyar su mecanización.
Los rastros ganaderos son un primer paso, siendo estos una responsabilidad municipal. Cuando viajo por el interior de la república, siempre suelo preguntar por la situación del rastro de ganado en cada lugar, debido a que de estos espacios se desprenden innumerables efectos hacia delante para la comercialización de la carne fresca, por ejemplo. Y es que, para la dieta básica, es mucho más recomendable consumir carne fresca que la congelada que viene de las grandes bodegas de los Estados Unidos de América, que se libera y subasta cada cierto tiempo, porque se almacenan en gigantescos contenedores refrigerados por razones de seguridad estratégica. Y es que, sencillamente, la seguridad alimentaria es parte de la seguridad nacional de un pueblo.
Lo triste, al preguntar por los rastros, es su abandono. Esta situación la comprobé personalmente hace poco tiempo en Huité, en donde el rastro da grima; y en Flores Petén, en donde hace más de una década FONAPAZ diseñó un modelo interesante para los ganaderos peteneros, quienes, por peleas internas, lo tienen inservible. El individualismo en la región ha destruido el asociativismo; mientras que la palabra cooperativismo se asocia con comunismo. Pura y dura ideología de ultraderecha aún la de los grandes ganaderos del país.
Recuerdo bien las recomendaciones de Sanz Jarque sobre el cooperativismo —que, dicho sea de paso, se considera mala palabra dentro de las cámaras ganaderas del país— en relación con los productores españoles de uva y vino. A nivel de la producción, Sanz aboga por fomentar la mediana propiedad privada y el esfuerzo individual. Sin embargo, en los niveles previos, como la calidad de la semilla y la asesoría tecnológica, considera fundamental que la función asociativa y el apoyo del Estado deben estar a la orden del día. El esfuerzo asociativo va ligado con la transformación de la uva en un buen vino de proyección internacional, donde los centros de acopio y otros actores forman parte de un esfuerzo cooperativo y colectivo.
El Derecho Agrario brilla por su ausencia por estas tierras irredentas. Tan solo hay que leer la trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias para entender sus excesos, y también sobre los orígenes de la Reforma liberal a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y como este escribiente ya lo expuso al hablar sobre los despojos en el pueblo Ixil, mal llamado por el ejército contrainsurgente como Triángulo Ixil.
Como en los tiempos de Solórzano Foppa, cuando se aprobó una primera andanada de descuentos impositivos en el sector ganadero, luego de la salida de ese buen Superintendente tributario y su sustitución por Abel Cruz, esta mal llamada Ley Integradora logra su entrada de nuevo al escenario por la coyuntura de aprobación del presupuesto y las negociaciones de la propia bancada oficial por recuperar sus derechos políticos, bajo la mirada vengativa de Gerona. Todo esto culmina en las bien conocidas amenazas hacia diputados, igualmente conocidos, con la intención de reactivar los casos en su contra.
Lo cierto es que debemos subrayar la presencia de leyes casuísticas en el Congreso de la República, originadas en tanques de pensamiento y bufetes de postín, de las cámaras privadas y los grupos de interés, que dominan el espectro del Estado Corporativo, inspirador del fascismo clásico. Este tema será explicado en otro momento, pero resulta necesario conocerlo en una época en la que las certidumbres sí que se están desfondando.
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