El sitio está a unos cuantos metros de la orilla del río Suchiate, quizá el más emblemático paso en Guatemala de quienes desde el sur enrumban hacia Estados Unidos en busca de oportunidades. Tecún Umán es la cabecera municipal de Ayutla, cuyo nombre se origina en las voces mam “Ayotlán” y náhuatl “Ayutla-aa”, que significan “lugar propicio para la producción de ayotes” y “lugar de tortugas”, respectivamente. La fuente ubicada en el parque central de la localidad es el único punto donde tortugas y ayotes —una especie de calabaza que se prepara en dulce— coinciden, aunque como dibujos multicolores.
El puerto seco
En 2013, durante el gobierno de Otto Pérez Molina, el Ministerio de Economía requirió a la recién estrenada Agencia Nacional de Alianzas para el Desarrollo de Infraestructura Económica (Anadie) que condujera “el proyecto de modernización del puerto fronterizo Ingeniero Juan Lizarralde Arrillaga, con el fin de convertirlo en un puerto logístico con infraestructura y servicios portuarios de primer orden mundial” en un municipio donde viven alrededor de 35 mil personas que se dedican en particular a los servicios vinculados con la migración y la agricultura. Así surge la idea del Puerto Seco Intermodal Tecún Umán II, uno de los diez proyectos en la cartera de la oficina encargada de promover las alianzas para el desarrollo de infraestructura económica y que en los próximos años pretende captar US$1.9 millardos.
Por Tecún Umán y Ciudad Hidalgo cada año transitan alrededor de 150 mil camiones, según los estudios de la Anadie: 1.9 millardos de toneladas métricas de diversos productos, que equivalen a US$4 millardos y al 98 % de toda la carga terrestre entre Centroamérica y México. De ese volumen, el 77 % llega desde el país del norte.
Los procedimientos para trasladar mercancías entre ambas naciones duran hasta una jornada completa y son lentos: en Ciudad Hidalgo el producto es trasegado de un furgón a otro o el furgón es desenganchado para que lo jale un cabezal centroamericano o viceversa. Hasta 2005 el ferrocarril mexicano ingresaba hasta a un kilómetro de Guatemala, a los patios de Fegua en Tecún Umán, pero el procedimiento fue interrumpido después de la tormenta tropical Stan, que destruyó amplios tramos de la línea mexicana.
Con el puerto seco se pretende construir una terminal para que vuelva a entrar el tren del vecino país, además de instalaciones para la carga y descarga de furgones. Para ello, entre otros ajustes, se requiere que las distancias entre los rieles sean similares, pues los guatemaltecos son menos anchos.
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Esta alianza público-privada se extenderá durante 20 años y con ella se prende facilitar el comercio entre el istmo y México, avanzar en la competitividad del país, genera empleos y disminuir los tiempos de operación en el paso fronterizo, entre otros aspectos positivos. Será un tipo de contrato de los conocidos como DBOT: diseño, construcción, operación y transferencia.
“El participante privado podrá cobrar tarifas por servicios logísticos prestados tanto a los usuarios para las operaciones intermodales tren-camión y camión-camión, así como los servicios logísticos de apoyo a las instituciones que hoy por forman parte del proceso de importación y exportación en el paso”, se establece en la información oficial de la Anadie.
De cumplirse con la planificación, durante el primer trimestre de 2017 el Congreso de la República tendría que avalar el megaproyecto, el cual estaría en marcha a finales de ese año.
Carga en tren y gas
El plan para desarrollar la tierra de ayotes y tortugas incluye otros dos proyectos: el Tren de Carga del Pacífico y la Red Nacional de Transporte de Gas Natural, para los cuales la Anadie busca inversionistas por US$240 millones y US$325 millones: US$565 millones (unos Q4,325 millones).
Con primer plan se pretende diseñar, financiar, construir y operar una línea del ferrocarril que lleve mercancías desde Tecún Umán hasta Puerto Quetzal, Escuintla, a 250 kilómetros. Sería la segunda fase del puerto seco. “Esta línea ferroviaria permitiría a Guatemala y al resto de países de Centroamérica conectar al sistema ferroviario mexicano para la importación y exportación de productos hacia y desde la región centroamericana”, se lee en el listado de proyectos de la Anadie.
La Institución Contratante del Estado (ICE) será Ferrocarriles de Guatemala (Fegua), que en la práctica no funciona desde 1997, cuando sus operaciones fueron concesionadas durante 50 años a la Compañía Desarrolladora Ferroviaria S.A. (Ferrovías), aunque fueron suspendidas por un laudo arbitral en 2013. Fegua es dueña del 82.19 % de las acciones de Ferrovias y el resto se reparte entre 68 minoritarios. Como el proyecto se encuentra “a nivel de idea”, se desconocen mayores precisiones.
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El tercer megaproyecto con origen o destino en Tecún Umán es un gasoducto para la comercialización de gas natural. Del lado mexicano el punto inicial será el puerto de Salinas Cruz, en el estado de Oaxaca, y el final Ciudad Hidalgo-Tecún Umán, a una distancia aproximada de 400 kilómetros. De ahí partirá hasta Escuintla, 200 kilómetros más lejos.
El gasoducto se construiría paralelo a la línea del tren y, al igual que el ferrocarril de carga, está en etapa de formulación a solicitud del Ministerio de Energía y Minas. No obstante, en la Anadie se asegura que México y Guatemala están muy interesados en que prospere y que por ello se ha conformado un “grupo de trabajo binacional, con el objetivo de avanzar con la interconexión gasífera”.
El proceso de licitación del tren de carga y el gasoducto está previsto para arrancar en 2018.
Falta información para la gente
De los planes para desarrollar Tecún Umán poco sabe la población del lugar. “Con tren o sin tren, con puerto o sin puerto, a nosotros nos tocará madrugar todos los días y seguir ganándonos la vida como hasta ahora”, dice Pedro. Él se dedica a trasladar personas y bienes por el Suchiate hacia Ciudad Hidalgo, México, por medio de “cámara”: cinco largas tablas amaradas con hule sobre dos tubos de llantas gigantescas (de las que usan para los carros modificados y que en “el gabacho” —por Estados Unidos— son llamados “monster truck”). Cobra Q10 por viaje y él paga Q30 diarios por el alquiler de su instrumento de trabajo.
Pedro es uno entre cientos de “camareros” a quienes es fácil de identificar, pues usa una camisa polo verde de cuello blanco, en cuyo dorso se lee “Camareros del paso El Limón”, en referencia a la vereda bautizada con ese nombre. Eso es frecuente y del otro lado hay un rótulo de unos cinco metros de largo por tres de alto que dice: “Bienvenidos a paso del Coyote”, apenas a cien metros de la aduana mexicana.
Dice que además de transportista de personas —en “cámara” o triciclo—, en Tecún Umán hay pocas fuentes de trabajo, además de las plantaciones de palma africana. Una de esas reducidas fuentes es ayudar en el trasiego de productos mexicanos hacia Guatemala, algo en lo que se ocupa Tavo, de 20 años, quien lo mismo contribuye a descargar refrescos embotellados que papel higiénico o pollos vivos.
En el último caso es notable la negligencia de las autoridades aduanales y sanitarias del país. Sobre el lado guatemalteco del puente internacional Rodolfo Robles hay un oxidado y viejo rótulo que dice: “Guatemalteco / evitemos… / la influenza aviar / No ingresemos a nuestro país / productos avícolas / por su salud y la de su familia / Consuma huevos y pollos nacionales”. Mientras tanto, apenas a 200 metros, en la ribera mexicana, cada semana se ve cómo grandes contenedores, hasta con mil aves cada uno, son descargados y su producto traslado al lado oeste del Suchiate, en Guatemala.
“Saber si todo lo van a hacer con máquinas o si van a necesitar personas para bajar y subir los bultos al tren o a los tráileres”, dice Efra, en relación al puerto seco.
Las dudas de Pedro y Efra son razonables, como las de la mayoría de personas consultadas por Plaza Pública en Tecún Umán, pues hasta ahora no hay quién informe sobre los megaproyectos previstos para la tierra de los ayotes y las tortugas. En la municipalidad local se le puede preguntar a cualquiera —no importa si es en la oficina de reordenamiento territorial o de información pública— y la respuesta es la misma: “no sabemos”.