Brasil creció distribuyendo riqueza, el salario mínimo creció en un 74% y no hubo inflación, se aumentó al mismo tiempo el comercio exterior y el mercado interno, las políticas sociales como la Beca Familia, el crédito para la agricultura familiar, el programa Luz para Todos y diversas políticas sociales hicieron expandir el mercado interno al darle poder de compra a millones de brasileños. Se crearon 14 universidades nacionales nuevas, 126 campus universitarios y 214 escuel...
Brasil creció distribuyendo riqueza, el salario mínimo creció en un 74% y no hubo inflación, se aumentó al mismo tiempo el comercio exterior y el mercado interno, las políticas sociales como la Beca Familia, el crédito para la agricultura familiar, el programa Luz para Todos y diversas políticas sociales hicieron expandir el mercado interno al darle poder de compra a millones de brasileños. Se crearon 14 universidades nacionales nuevas, 126 campus universitarios y 214 escuelas técnicas superiores. Los trabajadores ganaron mucho y, sin embargo, “las elites nunca ganaron tanto dinero como durante mi gobierno. Ni las emisoras de televisión, que estaban casi todas quebradas. Ni los periódicos, que también estaban casi todos quebrados cuando asumí. Las empresas y los bancos nunca ganaron tanto”. Y es tan verdadero todo esto que se espera que en 2016, Brasil sea la quinta economía del mundo.
Como lo ha recordado recientemente el periodista cubano Ángel Guerra los datos de la Cepal indican que Brasil con sus 200 millones de habitantes en los últimos diez años redujo la pobreza de 37.5 a 20.9, la indigencia de 13.2 a 6.1. Veintisiete millones de personas salieron de la pobreza y el ingreso del 10% de los más pobres subió un 50%. Con el gobierno de Rousseff 50 millones de brasileños se han beneficiado con los programas contra la pobreza y Brasil tiene hoy la tasa de desempleo más pobre en su historia.
¿Qué pasó entonces?
Probablemente uno de los hechos que ha desencadenado la enorme protesta popular que han movilizado cientos de miles de personas en 17 ciudades del país, sea que el proyecto de Lula y su continuidad en el gobierno de Rousseff se enfocó en las políticas sociales que favorecían el consumo privado y olvidó los gastos en infraestructura que redundan también en calidad de vida: transporte, educación y salud. El costo del transporte en Río de Janeiro es uno de los más caros del mundo y en las ciudades la mala planificación urbana, que implica un aumento desmedido de automóviles, hace que el transporte público además de caro sea lento. El costo de la política en Brasil se ha elevado al extremo que alguien que quiere ser diputado debe tener en la bolsa 10 millones de reales (1 real: 0.46 de dólar). Los partidos políticos de izquierda y de derecha se encuentran sumamente desprestigiados. El eminente sociólogo Boaventura Souza dos Santos ha acusado a Dilma Rousseff de haber descuidado los temas de la democracia participativa, las políticas de inclusión social y despreciar a las luchas sociales. La especulación financiera ha elevado el costo de los alquileres y precio de terrenos en un 150%. Y los programas habitacionales empujaron a los pobres a una periferia mal comunicada. Pareciera que la clase gobernante de Brasil se hubiera mareado por el éxito del lulismo. Los gastos que se están haciendo en la copa mundial de fútbol de 2014 se estiman en 15 mil millones de dólares. Y es ultrajante que se esté construyendo un estadio en Brasilia, una ciudad sin un equipo de futbol de primera división, a un costo de 800 millones de dólares.
Triste realidad: un aumento de 20 centavos en el precio del transporte público, ha hecho caer al lulismo de la nube en la que andaba.
* Publicado en La Hora, 27 de junio.
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